martes, 31 de diciembre de 2019


Para comenzar el Año.
Lo más probable es que en estos últimos días que restan al año, hayamos pensado en dejar ir lo viejo y hacer una buena limpieza en nuestras pertenencias, afectos, relaciones sociales y laborales; con el propósito de dejar espacio para lo nuevo que esté por llegar. Preferible será enfocarnos en todo lo bueno que pudiéramos gozar en este período que estamos a punto de estrenar.   
Solo existe algo que podría inquietarnos y que no debemos consentir;  dejar que la tristeza nos invada por todo aquello que iniciamos pero que por desidia no terminamos.
Si reconsideramos un poco nos daremos cuenta de que lo más conveniente, es aceptar  aquél buen consejo de los abuelos, ese famoso dicho de “borrón y cuenta nueva” que tanto beneficia a la salud.
Somos muchos los que en nuestro caminar hemos comprobado, que cuando justificamos con benevolencia lo que dejamos pendiente las amarguras y remordimientos de conciencia desaparecen casi por completo.
En esta ocasión lo importante es aprovechar la oportunidad de recomenzar que Dios nos otorga, seguro que ahora si podremos terminar lo empezado e iniciar otras cosas, puesto  que de nosotros depende el intentarlo de nuevo.
Lo bueno es que al adoptar esta positiva actitud, el inconsciente se despeja y recuperamos energías, al mismo tiempo que nuestro deseo por vivir se acrecienta. Un óptimo estado de ánimo conduce a tomar decisiones sensatas que nos sirven para perfeccionar lo hecho y además nos estimulan para hacerlo de inmediato.  
Cuando leemos en la Biblia que “el mal de hoy ya es suficiente”, significa que nunca más  dejemos las cosas para mañana, porque el mañana trae lo suyo.
Por eso debemos estar seguros de que en todo lo que nos involucremos ya sea familia, trabajo, compromisos sociales y religiosos sean muy importantes para nosotros, pues solo así les dedicaremos tiempo y esfuerzo.  
La vida se va casi sin sentirlo, urge encontrar un fuerte motivo para hacer las cosas a su tiempo. Necesitamos definir metas, ideales, propósitos y si es posible hacer un detallado examen de conciencia con anterioridad para no errar.  
También es preciso poner en orden la vida interior, jamás olvidar lo vital que es para conservar la paz en nuestra existencia. Iniciemos o continuemos esa bella y reflexiva  costumbre de orar al anochecer por los que amamos, los que conocemos y los que no conocemos pero que pueden estar sufriendo alguna desgracia.
Paso a paso y con constancia se llega lejos, coloquemos como prioridad en la lista de propósitos renovar con gran entusiasmo la fuente espiritual, este año que Dios nos ofrece seamos con humildad ejemplo para otros.  
Antonieta B. de De Hoyos                                                  12/31/19

lunes, 23 de diciembre de 2019


“En medio de todo hay una esperanza”.
Las últimas décadas han sido de lo más difícil para las sociedades alrededor del mundo, la delincuencia y los hechos sangrientos proliferan, ya no queremos ver ni escuchar a los medios de comunicación porque sus malas noticias alteran el organismo.   
En tiempos pasados eran los ladrones, los narcos, los abusadores, los que rompían con sus malas acciones la tranquilidad en las calles. En la actualidad la maldad se ha colado hasta los hogares, centros de trabajo o de diversión. Nada detiene la ferocidad de los ataques, hombres, mujeres, niños, jóvenes, adultos y ancianos se convierten en víctimas; nadie está seguro ni permaneciendo en casa.  
Los asaltos a negocios y residencias de día y de noche aumentan como consecuencia de la crisis económica y la ambición desmedida. Pero hay algo que ninguna perversión ha podido destruir y esa es nuestra fe.   
Cada año que termina, millones de personas de acuerdo a la manera de vivir su doctrina, suplican  a Dios por la paz en el mundo y perciben en su corazón esa enorme esperanza de que el cambio para bien llegue pronto.
Lo verdaderamente admirable es la cantidad de personas que constantemente viajan a diferentes países, con el propósito de iniciarse o reafirmar a profundidad su espiritualidad. Ellos durante meses adquieren valiosos conocimientos en la fe, para después regresar a su comunidad y convertirse en inspiradores e instructores de la nueva humanidad.
Hoy aseguran que para retomar la paz social, es necesario que los ciudadanos exijamos a nuestros gobernantes una correcta impartición de justicia, al mismo tiempo que aprendemos a compartir de forma equitativa los recursos naturales entre los habitantes: alimentación, vivienda, acceso a la salud y educación, son derechos universales.
Otra prioridad y con carácter de urgente es la recuperación del medio ambiente, enorme  responsabilidad que recae en cada uno de nosotros, tarea que al cumplirla nos conducirá a una nueva era en nuestra civilización.
Compartir, hacer justicia, vivir en libertad y en paz, son valores que al practicarlos en la vida diaria contribuyen a disminuir la miseria y los actos delictivos.
En esta época navideña Dios está aquí para mostrarnos el camino a seguir, es por eso que ha trasmitido a miles de científicos, humanistas y religiosos su sabiduría. Su misión será guiarnos en medio de la oscuridad que atemoriza y llevarnos hacia esa luz de esperanza que resplandece.
Seamos mejores personas, busquemos la verdad, la belleza y el amor al prójimo, pero sobre todo roguemos porque pronto la sensatez y la oración, regresen a los hogares.  
Antonieta B. de De Hoyos                                                 1/25/19

martes, 17 de diciembre de 2019


Cuando la tolerancia ya no es tolerable.
Aun y cuando mi cabello ya pinta canas, no deja de sorprenderme el giro que está tomando la ya tan popular libertad de expresión. Ahora cualquiera puede decir lo que piensa y lo que siente, sin tomar en cuenta a los que pudiera ofender y violentar con su atrevimiento.
El vandalismo y las marchas que apoyan protestas sociales se han tornado comunes,  conductas inaceptables que exigen a los gobiernos trabajar de inmediato, en políticas que garanticen los derechos de igualdad y de respeto entre los individuos, vivir en una sociedad pacifica es un derecho humano.  
Cada persona es única e inigualable, cada creencia e ideología es valiosa, siempre y cuando no afecte la existencia de los demás. La diversidad es y ha sido siempre propia de las sociedades y sólo practicando la tolerancia se ha podido asegurar la supervivencia de asociaciones mixtas en cada región del mundo.
Desafortunadamente las diferencias ideológicas, físicas, económicas y sociales han creado división en algunos sectores de la población; hay lugares en los que no se gozan las libertades correspondientes y se realizan actos de discriminación y terrorismo.
Estamos en una era en la que el extremismo y el radicalismo violento van en aumento y los conflictos se caracterizan por un menosprecio fundamental a la vida humana.
Hoy los discursos de odio se multiplican hacia las personas migrantes, grupos minoritarios y étnicos; actos improcedentes expresados y apoyados por figuras públicas que influyen gravemente en el ánimo de sus seguidores y en la opinión pública. Generalizar y describir a personas como “peligrosos” o “inferiores” no es un fenómeno nuevo, terribles tragedias en la historia de la humanidad testifican esos hechos.
Un claro ejemplo de intolerancia, es el movimiento que defiende la diversidad sexual con comportamientos difíciles de aceptar como lo es, exigir respeto a su derecho a vivir en libertad, mancillando en su euforia la dignidad de personajes ilustres por el simple hecho de no querer escuchar, las voces de los que no estén de acuerdo.  
La injusticia, la violencia, la discriminación y la marginación son formas comunes de intolerancia, parece que hemos olvidado que  la tolerancia se basa en saber apreciar la riqueza y la variedad de las diferentes formas de ser en cada cultura. En ningún caso la tolerancia es indulgencia o indiferencia.
Es preciso retomar los valores personales y empezar a educar en ellos desde el seno familiar y en las escuelas. Apremia que el respeto entre minorías y mayorías sea reciproco y dejar bien claro que la intolerancia nace de la ignorancia, del miedo a lo desconocido.
Todos somos partes de la solución por eso es una obligación moral, hacer uso de los talentos intelectuales y artísticos pero, encauzados a elevar la calidad de vida de todos los que habitamos este planeta. 
Antonieta B. de De Hoyos                                     12/18/19

lunes, 9 de diciembre de 2019


¿Por qué poner el pesebre en Navidad?
Es cierto que todos los adornos en puertas y ventanas, junto con un bello pinito traen felicidad al hogar en esta época navideña, pero nada más. El belén por el contrario es como un Evangelio vivo, el papa Francisco ha querido recordar al mundo entero que Navidad no es sinónimo de regalos y fiesta, sino el encuentro con Jesús y el misterio de su nacimiento, Dios hecho niño, así es como define la hermosura del pesebre en Belén.
Francisco invita a vivir la tradición familiar de preparar el belén, propone ponerlo en los lugares de trabajo, en las escuelas, en los hospitales, en las cárceles, en las plazas, es como recibir una doble bendición.
Lo esencial es que esta práctica no se debilite tras el brillo de costosos adornos y regalos, con el fin de mostrar poder económico. Hemos exagerado tanto en los objetos de  adorno que algunas casas parecen exhibidores de tiendas con artículos en venta, solo falta ponerles el precio. La mercadotecnia cada año tiene algo que ofrecer.  
Francisco espera que poner el Belén cuando se acerca la navidad sea una tradición que nunca desaparezca es más, confía en que, allí donde hubiera caído en desuso, sea descubierta de nuevo y revitalizada.
Cuando se coloca el Belén en las casas la historia de lo que sucedió hace más de dos mil años se revive, dan ganas de orar y entonar villancicos, es increíble la forma en que esta escena sensibiliza a las familias, desde el más pequeño que pregunta hasta el más anciano que no puede contener sus lágrimas al recordar.
La historia del milagro de Navidad nació en Greccio, Italia. San Francisco se detuvo viniendo probablemente de Roma, donde el 29 de noviembre de 1223 había recibido del Papa Honorio III la confirmación de su Regla. Quince días antes de la Navidad, San Francisco cumplió su deseo: ver el Belén y todas las privaciones que tuvo el Niño. El 25 de diciembre, llegaron muchos frailes de distintos lugares, también hombres y mujeres de las granjas de la comarca, trayendo flores y antorchas para iluminar aquella noche santa. Cuando llegó Francisco, encontró el pesebre con el heno, el buey y el asno. Después el sacerdote, ante el Nacimiento, celebró solemnemente la Eucaristía, mostrando el vínculo entre la encarnación del Hijo de Dios y la Eucaristía.
Esa vez no había figuras: el belén fue realizado y vivido por todos los presentes. Así nace nuestra tradición: todos alrededor de la gruta y llenos de alegría. De aquel belén de la Navidad de 1223, todos regresaron a sus casas colmados de alegría.
De modo particular, el pesebre es desde su origen franciscano una invitación a “sentir”, a “tocar” la pobreza que el Hijo de Dios eligió para sí mismo en su encarnación. Esta es  una llamada a seguirlo en el camino de la humildad, de la pobreza, que desde la gruta de Belén conduce hasta la Cruz. Es una llamada a encontrarlo y servirlo con misericordia en los hermanos y hermanas más necesitados.
 Antonieta B. de De Hoyos                                            12/11/19

miércoles, 4 de diciembre de 2019


En navidad dile adiós al rencor…
Perdonar es muy importante para las personas que deseamos vivir en  armonía, lástima que en el diario caminar nos encontremos con gente atrapada en culpas, pesares y a veces hasta sufriendo el peor de los rencores. Desafortunadamente muchos de ellos aunque lo desean no pueden olvidar el agravio debido a las ideas equivocadas que tienen acerca del perdón.   
Es cierto que la vida no es justa, que hay gente que lastima, que daña y no merece perdón, pero ese no debe ser motivo para que nosotros nos  condenemos a vivir en la amargura.
Sabemos muy bien que el rencor no es un sentimiento agradable, porque cada vez que recordamos lo que nos pasó volvemos a sufrir. Cuando lo pensamos reaparecen en la mente y en el corazón: la ira, la impotencia, la frustración, el dolor, la ansiedad… toda esa basura tóxica que deteriora la salud.
Hay muchos motivos por los cuales la persona debería olvidar, comenzando por reconocer que el perdón no es un asunto de emociones, tampoco se trata de obligarnos a sentir simpatía por quien nos agredió, mucho menos de buscar una disculpa a la ofensa recibida. Sabemos muy bien que nadie está obligado a confiar de nuevo en quien ni siquiera se arrepiente sinceramente. Como seres humanos es natural que la humillación perdure en nosotros por largo tiempo.   
Pero si somos creyentes, tenemos que recapacitar y aceptar que nuestro perdón jamás se igualará al que Dios tiene reservado para cada uno de sus hijos, este es un sentimiento que nace desde el fondo del corazón, tiempo perdido será perdonar por compromiso.
Jesús instituyó la misericordia para que de esa manera aprendiéramos a perdonar hasta setenta veces siete. Jamás por lástima siempre por amor. Por eso cuando nos decidimos a hacerlo, volvemos a ser libres para vivir a plenitud.  
En verdad es increíble la forma en que este cambio de actitud muy personal, transforma por completo la existencia, de inmediato se recupera la salud física, mental y espiritual. La alegría regresa, el rostro se ilumina con una sonrisa y la amargura se va para siempre.  Evitemos herir y que nos hieran, alejemos los rencores y comencemos a disfrutar a partir de esta navidad, esa vida excepcional a la que tenemos derecho.  
 Antonieta B. de De Hoyos                                     12/4/19

miércoles, 27 de noviembre de 2019


Una luz de esperanza.
El adviento es el tiempo ideal para que nuestra fe profundice y eche esas indispensables raíces espirituales que más tarde casi sin sentirlo, se extienden hacia Dios principio y fin de nuestra existencia.
Es precisamente en esta ansiada comunicación cuando nuestra vida diaria se convierte en fuente de vida para todos los que nos rodean, incluyendo para aquellos que casi no frecuentamos.
En esta segunda década del milenio, por fin un alto porcentaje de personas hemos dejado atrás esa fea costumbre de comprar de manera compulsiva artículos que no necesitamos solo porque los ponen en oferta. También ahora pensamos con más detenimiento el endeudarnos por comprar cosas  carísimas, tan solo para presumir de auge económico.
En la actualidad gracias a la debilitada economía, nos vemos en la necesidad imperiosa de ahorrar y ser más selectivos con los regalos. La carestía en los medicamentos nos obliga a cuidar  con mayor esmero nuestra salud y nuestro dinero, por esa razón ya son menos los que buscan en esta temporada derrochar en francachelas y comilonas.  
La televisión, la radio, conferencias, publicidad, etc. han despertado en nosotros el amor al prójimo, logrando que aunque se pueda gastar en regalos siempre se deje un guardadito para comprar alimentos, dulces y juguetes para compartir en la navidad.
Hoy tiene más valor una cobija, una chamarra, unas calcetas, zapatos, gorras y demás en buen estado, que sirvan para cubrir el frio de otros. Y lo extraordinario es que la mentalidad consumista si está evolucionando, cada vez son menos los que despilfarran en viajes ostentosos e innecesarios, porque su mirada se ha vuelto hacia los que sufren desgracia, aquí o lejos.   
El deterioro en la salud a nivel mundial, ha provocado que la gente luche intensamente por no caer en adicciones que ponen en peligro la vida, en especial la de los jóvenes. Los medios de comunicación se han encargado de mostrarnos miles de  rostros tristes, afligidos, enfermos y con hambre; hombres, mujeres y niños curtidos en el dolor y aunque sabemos que nunca podremos remediar todos los males, si sentimos un inmenso gozo en el corazón cada vez que hacemos menos pesada la cruz a alguien.
Se acerca el tiempo especial para iniciarnos en la práctica de la solidaridad; abre tu ropero, busca en tu alacena, mira tú monedero y actúa. Prepárate para ser generoso no solo con tu familia, también con todo aquel que te necesite.
El mejor regalo que podemos ofrecer hoy es la esperanza de un mundo más humanitario, un país sin guerras y un hogar fraterno; aun sabiendo que no será nada fácil lograrlo. Vivir en esa esperanza es caminar hacia la felicidad que a veces no tenemos aquí pero que esperamos tener en la eternidad. La esperanza es una virtud difícil de comprender, es humilde muy humilde pero nunca decepciona, lo esencial es aprender a esperar.
Antonieta B. de De Hoyos                                    11/ 27/19.

miércoles, 20 de noviembre de 2019


La paz de Dios está en el corazón
Recuerdo muy bien, que cuando niña escribía una cartita  con la lista de juguetes y dulces que quería recibir la noche de navidad, por supuesto que de lo pedido llegaba cuando mucho la mitad.   
Ya en mi edad adulta me dio por concentrar mi atención en los bellísimos mensajes de Adviento, uno de ellos recomienda aprovechar esta temporada de reflexión para mirar  hacia nuestro interior, hacia nuestro corazón y observar con cuidado la función que desempeña.
Para todos es muy natural poseer un corazón, pero nunca nos detenemos a pensar la cantidad de corazones diferentes que existen. Hay por ejemplo corazones contentos, tristes, duros, destrozados, unos llenos de rabia, otros saturados de bondad, también están los corazones amorosos que nunca dejan de esperar la venida de su Creador.  
En esta temporada de frio y nostalgia, no está de más echar un vistazo al interior del nuestro, porque ahí se revela lo que verdaderamente somos, allí se encuentra todo lo bueno o malo que queremos hacer y tener.
Dios dentro de su misericordia desde el momento de ser concebidos, escribió en el corazón de cada uno de sus hijos con tinta indeleble “la ley del amor”. Y es precisamente durante el Adviento, cuando tenemos la oportunidad de aprender las más tiernas y bellas  lecciones que luego podemos aplicar en el diario vivir.  
Es cierto que ninguno puede dar lo que no tiene y mucho menos lo que nunca ha buscado en su interior, se han estancado esos nobles sentimientos listos para compartir.  
Pero cuidado no debemos confundirnos, para aprender a amar no basta ser bueno es preciso mirar a nuestro alrededor y observar que siempre hay alguien que necesita amor, quizás un abrazo, un beso o unas cálidas palabras de aliento, a veces unas monedas o un poco de alimento, debemos ser generosos si queremos gozar de la paz de Dios.     
Es una lástima que no valoremos los regalos que el Adviento nos ofrece antes de la nochebuena, sus mensajes son tan poderosos que de inmediato renuevan la fe.
A lo mejor por descuido o por pensar que es normal, odiamos mucho, sentimos rencor, envidia, ganas de destruir; lo que sucede es que por descuido dejamos que la malvada maleza nos invadiera.
Hoy Dios nos llama, nos invita a encontrarnos con Él. Paremos ese activismo y dejemos un espacio de sosiego para escucharle. Saquemos tanta emoción basura acumulada durante el año, practiquemos la bondad, la solidaridad, el servicio a los demás.
Las  relaciones interpersonales son cada vez más difíciles, el calor humano en el mundo se está esfumando, las familias se dividen, los esposos se abandonan, los hijos deambulan por las calles, se enferman, agonizan y mueren.
Aprovechemos este Adviento y pongamos el corazón en sintonía con la paz de Dios, seguro que pronto recibiremos esos benditos frutos que alegran éste paso terrenal.  
Antonieta B. de De Hoyos.                            20/11/19  

miércoles, 13 de noviembre de 2019


Nuestro mundo espera a Dios
Somos muchos los que esperamos la venida de Dios. Unos lo hacen de manera personal o colectiva, otros en la casa o en el templo, aunque lo que de verdad entristece es que los acontecimientos fatalistas alrededor del mundo y las dificultades familiares, desmoralizan  nuestra voluntad y deseo de responder a este llamado divino. 
En la actualidad no son pocos los que llegan a la edad adulta y se sienten decepcionados de la navidad, ya no le encuentran aquella magia que vivieron en su infancia. Sin darse cuenta este día se torna gris, empieza a ser como cualquier otro donde la única diferencia se encuentra en la saturación de comercios con novedosos artículos, la obligación de dar un montón de regalos, las múltiples fiestas con sus excesos, los gastos exorbitantes y para colmo tener que sonreír y agradar a todos.   
Lo bueno es que esa incomodidad que algunos decían sentir han dejado de sufrirla, porque al fin  han comprendido que la navidad puede llegar a ellos cualquier día del año.  
No se trata de restar importancia al acontecimiento sino todo lo contrario, reconocer que lo vital sin importar creencias, es que todos podemos recibir a Jesús en nuestro corazón y celebrar su nacimiento en el momento que lo dispongamos.
Vivir esta experiencia personal es mucho más sustancial que la organización de un evento, porque lo esencial está en ir al encuentro de ese día, es saber cuándo y cómo  preparar el camino, es detener el paso para abrir un sendero en la jungla mundana y llegar a Él.
En esta  temporada silenciosa de Adviento, Dios nos habla y nos dirige el más bello de los mensajes; palabras de consuelo que llegan justo a tiempo para fortalecer el espíritu afligido ante tanta desesperanza. Es una pena que entretanto bullicio, activismo y francachelas, no nos demos una tregua para escucharle.   
Bastan cinco minutos para que de rodillas, nos mostremos  agradecidos por las miles de veces en las que hemos sido socorridos con sus bendiciones. Es increíble cómo cambia la  existencia cuando aprendemos a agradecer; nuestra mirada se aclara y comenzamos a ver en medio de las exigencias y compromisos navideños, el verdadero propósito de ésta cristiana celebración. La vida de todos los que amamos y la propia, se enaltecen.  
Demos a nuestros hijos la miel necesaria para que sientan apego por su vida, en el mundo hace falta amor al prójimo y a sí mismos, caridad, perdón, pero sobre recibir de los padres el conocimiento de lo que significa ofender a Dios.     
El Adviento es un mensaje  de amor y esperanza, no son palabras que ofrezcan soluciones inmediatas como por arte de magia, son las más tiernas y cálidas palabras que podemos recibir en medio de tanta angustia y confusión.  
El amor, primero de diciembre, primer domingo de Adviento.
Antonieta B. de  De Hoyos.                                  13/11/19

miércoles, 6 de noviembre de 2019


Adviento y nuestro más profundo anhelo.
Cuenta una amiga que en un día de crudo invierno, mientras caminaba por un pequeño bosquecillo, se detuvo en un lugar donde la corriente de agua salía a la superficie, era lo que conocemos como un ojo de agua fría que se arremolinaba, para después un poco más allá perderse nuevamente bajo la tierra.
Continuó su paseo mientras pensaba que en su alma había una especie de invierno interior, sintió un aire helado recorrer su cuerpo,  casi no percibía sus signos vitales, parecía que el Espíritu de Dios se había congelado dentro de ella, sus anhelos más profundos trataban de salir a la superficie pero no tenían la fuerza suficiente para lograrlo. 
Aunque es una tierna historia, nosotros no tenemos que pasar por esa experiencia, Gracias a Dios cada final de año recibimos una nueva oportunidad para reavivar el Adviento, temporada en la que después de varios meses de arduo trabajo, contratiempos y compromisos, podemos si queremos, recuperar la esencia de nuestra vida.
Lo  triste es que muchos a pesar de lo caótico de la sociedad actual no lo valoran, ignoran esta sabiduría ancestral que está al alcance de sus manos.
Casi para finalizar el siglo se vaticinó que en este nuevo milenio, la humanidad sufriría un fuerte cambio, la gente dejaría de fanatizar las religiones y se entregaría por completo a su vida espiritual. Los resultados están a la vista, la sociedad agoniza entre enfermedades, drogas y asesinatos; la violencia arrecia, el abandono también.
Estamos entrampados en el activismo todos quieren ser vistos y aplaudidos, ya nadie se reserva en sus hogares a educar en la fe. La llegada del Adviento, el colocar la corona verde rodeada de cuatro velas y una al centro, ha sido opacada por los adornos paganos.   
Los rezos en nuestras casas ya no se escuchan, no existe la paz necesaria para orar en familia. Es preciso darnos un tiempo para mirar hacia nuestro interior y ver con claridad lo que tenemos en el alma. El mundo necesita personas de buen corazón, de buenos sentimientos para convivir en armonía.    
Todos somos hijos de Dios su espíritu está dentro de nosotros, no lo percibimos porque lo hemos puesto debajo de todo lo que ambicionamos. Adviento es el tiempo de parar, pensar, meditar, reflexionar sobre la frívola vida que llevamos.
Durante estos cuatro domingos hagamos un espacio de silencio, urge hacer conciencia de lo pobre que es nuestra relación con Dios. Caminamos cómodamente en lo superficial, en aquello que  no molesta y que consideramos suficiente como feligreses.
Ojala que este año no termine sin que hayamos colmado nuestra mente de la sabiduría del Adviento, para que Dios haga realidad nuestro más profundo anhelo: gozar de su paz y compartirla.
Antonieta B .de De Hoyos                         6/11/19

miércoles, 30 de octubre de 2019


Lo dice un maestro hindú. 
“Buscamos la felicidad pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una”-Voltaire-
Dentro de todo lo que he leído, esta vez me encontré un archivo en el que un maestro hindú recomienda que para ser feliz solo se necesita cambiar conductas, noble propósito que la mayoría de las veces es difícil de realizar.     
De acuerdo con él conviene comenzar el día queriéndonos, aceptando con gusto la felicidad que el mundo nos ofrece, porque solo de esa manera reconocemos el verdadero   valor de nuestra existencia. Lo primero es aprender a vivir el amor propio en todo su esplendor, comenzando con el cuidado que debemos dar a nuestra salud.
Nada de consejos solo sugerencias. Retira de inmediato la comida chatarra y las bebidas alcohólicas, incluyendo las que te ofrecen en las reuniones sociales. Después has costumbre una sesión de treinta minutos diarios de ejercicio físico, actividad que estimula el metabolismo y nos conserva sanos.
Algo que hacemos con frecuencia, es dejar para después lo que teníamos planeado hoy, actitud que en no pocas ocasiones nos lleva a la frustración y a la culpa. 
También podríamos por ejemplo, dejar un espacio de silencio para realizar un examen de conciencia profundo, que nos ayude a alejar la envidia de nuestra mente. Nunca sabremos lo que la gente lucha para conseguir lo que tiene, la mejor opción es ocuparnos de lo nuestro.
El maestro asegura que el rencor destruye por completo la paz interior y que a pesar de que algunas ofensas hieren tanto que se quedan clavadas en el corazón, tratemos hasta lo imposible de borrarlas porque si no lo hacemos, casi de inmediato se convierten en esa detestable ira que paraliza. Seamos pacientes, la justicia siempre llega por si sola.
Propone que por ningún motivo, así estemos al borde de la quiebra debemos tomar lo ajeno, porque pudiera ser que después cuando menos lo esperemos seamos despojados de cosas de mayor valor. La falta de respeto a lo ajeno siempre conduce a la ruina personal o colectiva.
Lo que de verdad urge es educar en el respeto a la vida, grabar en la mente desde la infancia que nadie tiene derecho a dañar a personas, animales, ni plantas, porque todo ser vivo es valioso ante la mirada de Dios.
Nos recuerda que es de persona fina agradecer cada día las bondades recibidas y decir gracias a quien en su momento nos presta ayuda, eso nos hace humildes y generosos. Con este cambio en nuestra conducta empezamos a gozar a plenitud la paz interior, a darnos cuenta que no necesitamos tener cosas y poder para ser felices; en consecuencia aceptamos con nobleza e inteligencia todo lo que la vida nos depare.
La muerte camina a nuestro lado desde que nacemos, pero mientras no nos llame vivamos intensamente cada minuto, sirviendo a Dios y a nuestros semejantes.  
Antonieta B. de De Hoyos                             10/30/19

miércoles, 23 de octubre de 2019


Ambientalistas salvando al planeta.
En la lucha contra la crisis ambiental, muchas personas han destacado por su valor para defender al planeta del daño que todos le estamos causando. Ellos han demostrado que no importa la edad, las creencias, las condiciones físicas o la posición económica, si estás dispuesto a luchar por un ideal.
Muchos de los ambientalistas más famosos, han sobresalido por las acciones decisivas que han tomado respecto a su estilo de vida, y por la lucha directa que han enfrentado con gobiernos internacionales al exigir el respeto hacia el ecosistema.
1.-Arturo Islas Allende, ambientalista, conductor y productor mexicano que se ha hecho viral en redes sociales, gracias a sus videos para generar conciencia ante la crisis y la urgencia de contrarrestarla. Ha participado en proyectos para disminuir la contaminación de selvas, mares y zonas naturales, en 2018 protagonizó y condujo el documental “Indomable”, donde muestra la riqueza y diversidad de la naturaleza.
2.-Valeria Hinojosa, boliviana, activista y viajera ecológica, muestra también a través de las redes, que podemos tener un estilo de vida incondicional y sustentable con el medio ambiente. Durante el incendio de la selva amazónica, creó una de las más importantes páginas de recaudación de fondos, miles de dólares sirvieron para apagar el fuego.
3.-Vandana Shiva, es una ambientalistas reconocida, impulsora del ecofeminismo, proyecto que apoya a las mujeres agricultoras de India, trabaja alrededor del mundo por eliminar los químicos de la comida y promover alimentos naturales. “salvar la agricultura  y compartirla en nuestra cultura es un deber”. En 1993 recibió el premio “Global 500”.
4.-Rubén Albarrán, el ex vocalista de la banda “Café Tacuba” es un ambientalista mexicano reconocido por su participación en movimientos relacionados con el cuidado del medio ambiente. Encabezó la protesta contra la industria hotelera que ponía en riesgo un santuario de tortugas en Xcaret, Quintana Roo.
5.-Julia “Butterfly” Hill, a los 23 años decidió vivir en una secoya llamada “Luna”, un árbol de 200 años de antigüedad ubicado en el Parque Nacional Grizzly Creek en California, para protestar contra la tala de árboles masiva que planeaba la empresa Pacífic. Su lucha duró más de dos años dónde tuvo que soportar condiciones climáticas extremas y enfermó gravemente en múltiples ocasiones. Logró su objetivo, no talaron los árboles y sigue luchando por preservar otros bosques.
Todos podemos hacer algo por nuestro planeta sin necesidad de ser reconocidos, quizás a menor escala pero igual de importante. Es necesario cambiar la manera de vivir en nuestros hogares, empezar a limpiar nuestros pequeños mundos,  nuestra casa, patios, colonia, escuela, parque, todo lugar donde pisemos.   
Sabemos que el planeta provee lo necesario para todos, más no para saciar la avaricia de la gente. Una persona que desee convertirse en activista no debe limitarse a señalar el lugar contaminado, sino con humildad trabajar e invitar a otros a su limpieza. La basura es nuestro peor enemigo si no la combatimos ahora, moriremos en sus garras.  
 Antonieta B. de De Hoyos                                   10/16/19


miércoles, 16 de octubre de 2019


La etapa antes del trofeo.  
¡Claro que podemos mantenernos joviales! lo único que necesitamos es convencernos de que poseemos el más maravilloso de los privilegios que Dios otorga: el poder vivir un poco más que otros. Lo triste es que se ha sobrevalorado tanto la juventud, que algunas personas tienen pánico a envejecer.
La muerte prematura de miles de adolescentes y jóvenes causada por accidentes, alcoholismo, drogas y enfermedades de trasmisión sexual, entristecen el panorama.
La práctica del aborto y el uso y abuso de métodos anticonceptivos disminuyen el número de nacimientos y trae como consecuencia la desesperanza de contar con jóvenes que habiten el planeta y acompañen a los viejos.     
En la  actualidad un alto porcentaje de los que llegan a la edad adulta caen en depresión, porque se niegan a aceptar los cambios biológicos, sociales y psicológicos que se presentan, se empeñan en aparentar una edad que ya no tienen.
La ventaja de vivir más tiempo es que tenemos la oportunidad de crecer en edad, sabiduría, elegancia y retomar lo que en ocasiones olvidamos por las prisas y compromisos, el gozar a plenitud nuestra amistad con Dios. Por supuesto que no es fácil aceptar el paso del tiempo, se necesita carácter para disfrutar el presente y enfrentar el futuro sin apasionamientos.
El pasado, pasado es, lo mejor es esperar lo que venga pero ahora con la ventaja de la experiencia adquirida. Siendo sinceros lo que en realidad nos atemoriza es lo que conlleva el envejecimiento; torpeza en los movimientos, dependencia de otros, achaques, medicamentos, miedo al abandono, a recibir malos tratos, a quedar en soledad.
Gracias a Dios aún existen muchas cosas que podemos disfrutar, por ejemplo: dejar de discutir, ser agradecidos, conservar las amistades más queridas, reír, escuchar buena música, cantar, bailar, pintar, armar rompecabezas, leer poesía, disfrutar de una buena charla. Los perfeccionismos debemos ponerlos en la basura y demostrar cada vez que podamos que somos autosuficientes. Llegó el momento de reforzar la mente y admitir con alegría los cambios. Superar las contrariedades, mirar fotografías, llenarnos de suspiros, de buenos recuerdos y perdonarnos.
Los  adultos mayores solo necesitamos una habitación limpia, en orden e iluminada, además dejar de tomar en cuenta lo que diga la sociedad. Es necesario alejarnos del aburrimiento porque la edad no define quienes somos. El tiempo vuela y hay que vivirlo al máximo, adiós a los límites, la naturaleza en su sabiduría nos prepara para el paso que vamos a dar.
Se vale gozar de la irresponsabilidad y la libertad que la edad nos brinda. Hacer ejercicio y nunca dejar de aprender. Si es posible comprar ropa bonita esa que no pasa de moda, brillar con luz propia y ser muy pero muy felices.
Amemos la sencillez y la familia, alejémonos de las relaciones que enferman pero sobre todo, nunca nos olvidemos de Aquél que un día nos entregará la vida eterna como trofeo.
Antonieta B. de De Hoyos               10/16/19

jueves, 10 de octubre de 2019


"Sé valiente y cambia tu vida".
Este libro nos invita a hacer un viaje hacia nuestro interior y a reconocer que la mayoría de los peligros o impedimentos que nos llegan, no vienen del exterior sino de nosotros mismos, lo que nos conduce a sentir miedo a lo desconocido y a nuestras exigencias de perfección.
Recomienda dejar de lado esos prejuicios que encasillan e impiden avanzar, ya que solo con humildad se pueden aprender cosas nuevas y cambiar a una actitud más positiva. Pero para aventurarnos en el terreno de lo desconocido necesitamos ser valientes y audaces, condición que da la confianza de llegar a buen puerto.
Lo primero es conocernos y comprendernos, después superarnos y por último trascender.  Es en ese orden cuando nuestra mente se transforma, es empezar a darnos cuenta del por qué suceden las cosas para darles solución. 
En la infancia aprendimos que el miedo genera desconfianza y entorpece el proceso de aprendizaje, que es requisito dominar ese miedo para que podamos perfeccionarnos más de prisa y con mayor entusiasmo.   
Los estados emocionales como la ira, la frustración o el resentimiento deben estar bajo control, porque de no ser así paralizan la intuición. Algunas personas reciben con frecuencia  avisos que provienen de lo más profundo de su ser, las llamamos corazonadas.  Estas se presentan cuando nos entregamos a la meditación y nos sensibilizamos hacia una gran lucidez, instantes en que de manera  inesperada llegan las más brillantes ideas.
El ánimo positivo se asocia a  la serenidad y a la paz interior, estado que favorece la salud y prolonga la vida al activar el sistema inmunitario, de ese modo los glóbulos blancos se aceleran y combaten las infecciones a la vez que protegen el sistema cardiovascular.
El distrés, es esa sensación permanente de intranquilidad que puede producir cambios en la función hormonal y cerebral. Según recientes investigaciones las emociones negativas están ubicadas en la parte pre frontal derecha, las positivas a la izquierda. De ahí que las personas con mayor actividad en la zona derecha son pesimistas, mientras en el lado opuesto se localizan las optimistas.  
Necesitamos salir del confort y atrevernos a crecer para alcanzar el éxito, el titubeo y la imaginación conducen a quedarnos donde nos sentimos fuertes y seguros, aunque no siempre sea lo mejor.
El aquí y el ahora cristiano nos hacen ver los problemas sin exagerarlos, por eso un hondo suspiro conlleva una respiración profunda que mejora nuestra función cerebral. Trascender es ir más allá de nosotros es avanzar hacia el interior de uno mismo, cuando descubrimos la esencia, nada de lo que pase fuera afecta tanto.
Vivimos entre dos mundos diferentes: el material y el espiritual. Al valorar lo que realmente somos el material se aleja y permite al espiritual ofrecernos la auténtica felicidad.
Antonieta B, de De Hoyos                          10/9/19

miércoles, 2 de octubre de 2019


Es “urgente” saberlo.
Eclesiastés 31.- Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.  Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.
La mayoría sin ser religiosos, conocemos el trabajo que Dios ha dado a los hombres para que nos ocupemos de él y seamos felices. Puso eternidad en nuestro corazón, sin que nos diéramos cuenta de la grandeza de su obra desde el principio hasta el fin.
Cuando leí este sabio mensaje, me di cuenta de la forma equivocada como había estado considerando lo urgente. Desafortunadamente la palabra urgente la llevamos grabada en la mente durante toda nuestra agitada existencia y de tanto que la usamos, perdemos su auténtico significado de premura y prioridad.   
Hemos hecho costumbre el vivir presionados, lo que nos coloca en la triste condición de dejar pendientes a la hora de morir muchas cosas que de verdad sí eran urgentes. Pero, ¿Cómo podemos saber cuánto vale lo que hacemos?
Lo primero es darnos cuenta de que con las prisas y compromisos, ya no disfrutamos de las cosas sencillas que dejan en nosotros un verdadero gozo interno. Por ejemplo; caminar sin temor por las calles, jugar con los niños, tener una buena platica,  admirar los árboles, las aves, saludar  a conocidos y desconocidos, dar o recibir un abrazo.
En la actualidad nos olvidamos de ser más humanos, más hermanos, de admirar una puesta de sol, de sentir la frescura de la lluvia, de ofrecer ayuda a un desposeído. En este convulsivo milenio saturado de enfermedades, guerras y hambre, lo que realmente urge es sentirnos vivos de cuerpo y alma para agradecer a Dios el don de la vida, sobre todo la oportunidad de disfrutar esos bellos momentos en familia, cuando mostramos al mundo cuanto los amamos.  
El tiempo pasa, jamás se detiene, hay ocasiones en las que pareciera que va más de prisa, se va la adolescencia, la juventud, la madurez, de repente nos vemos queriendo hacer cosas que ya no nos pertenecen.
A partir de hoy aprovechemos el tiempo, no sea que vayamos a lamentar después el no haberle dado la importancia que se merece. La vida corre como agua entre las manos, se va en un soplo, quizás más tarde cuando miremos atrás ya seamos muy ancianos y no tengamos el poder de regresar el tiempo. Urgente es aprender a respetar el tiempo.  
Antonieta  B. de De Hoyos                                   10/ 2/19

miércoles, 25 de septiembre de 2019


Excelente hijo.., ¡El tuyo!
Desde hace muchos años, acudo cada domingo a la primera misa de la mañana en la Parroquia de San Juan, ubicada en mi colonia Roma.
Esta vez llamó mi atención el qué, desde hacía varias semanas el sacerdote mencionara en la lista para pedir por la salud de los enfermos, el nombre de un joven muy apreciado por la familia, especialmente por mi hijo mayor. Ellos habían forjado una gran amistad desde su adolescencia, ahora ya pisando la década de los cuarenta seguían frecuentándose cada vez que les era posible.   
Aunque son pocas las veces que salgo de viaje, en esta ocasión  decidí ir por una semana a  visitar a mi hija, desafortunadamente fue ese martes cuando recibí la triste noticia de su fallecimiento, imposible regresar, sentí en carne propia el dolor intenso de sus padres.   
Mi hijo a pesar de la distancia a donde le han llevado sus compromisos laborales, en cuanto se enteró de su enfermedad hizo espacio en sus ocupaciones para viajar a los diferentes lugares donde fue hospitalizado.
Durante varias semanas en cada conversación que teníamos narraba anécdotas chuscas y describía lugares a donde habían ido juntos. El destino les marco  rumbos diferentes pero eso no menguó el afecto que se tenían. Como todo amigo fiel  asistió a su funeral.  
Este domingo, mi amiga y su esposo llegaron también a misa y ocuparon una banca al lado del pasillo donde yo me encontraba. Esperaría el término de la ceremonia para ofrecerle mis condolencias, tenía que hacerlo a pesar de que lo menos que deseaba era reavivar el dolor en su corazón.  
Fue entonces cuando pensé que lo mejor sería acercarme al momento de compartir la paz de Dios, tomar su mano entre las mías y decirle muy bajito que estaba con ella. Así lo hice.
Grande fue mi sorpresa cuando me dijo al oído “excelente hijo.., el tuyo”. De momento me descontrolé, creí  que se refería a su hijo y no al mío.  
Regresé a mi banca y me preparé para la comunión, seguía escuchando sus amorosas palabras, los ojos se me anegaron con unas lágrimas furtivas que traté de disimular.
Hablé con Dios y le di las gracias por el testimonio de mi amiga; las madres siempre estamos con la duda de no haber educado correctamente a los hijos, pero después de esta experiencia me reconforté, pareciera que mi labor de tantos años no había sido en vano.
La mayoría de las madres jamás tenemos como meta la riqueza, ni el poder, ni la presunción; lo que más deseamos es grabar en el corazón de los hijos el amor y el  servicio  al prójimo, el respeto a las leyes divinas, así como  agradecer y compartir lo que logren.  
Estoy en la  recta final, ya nada se puede modificar solo me queda cosechar lo que para bien o para mal haya sembrado, por eso para mí  son extremadamente invaluables estas muestras de cariño.   
Antonieta B. de De Hoyos.                      9/25/19

jueves, 19 de septiembre de 2019


El secreto de la felicidad.
Los seres humanos malgastamos nuestra existencia buscando la felicidad en las cosas y en los placeres mundanos, sin darnos cuenta de que la podemos obtener fácilmente, siguiendo estos cuatro pasos.  
El primer paso es la responsabilidad.- Esto significa hacernos cargo de nuestra propia vida desde los primeros años, no importa si estamos solos o acompañados, es indispensable aceptar que es nuestra vida y que la vida de los demás, es de los demás.   No es correcto pensar que este sea un acto egoísta o despreciativo para con otros, es simplemente estar de acuerdo con el compromiso que tenemos con el cuidado de nuestra salud, física, mental y emocional, con el medio ambiente, con nuestros pensamientos, sentimientos y creencias, con nuestras preferencias, decisiones y consecuencias.   
El segundo paso es la aceptación.- Es preciso reconocer que hay cosas que podemos cambiar, pero también otras que no, por eso para nuestra tranquilidad debemos practicar continuamente esta diferencia, ya que forma parte de la sabiduría o madurez que todos adquirimos con la edad, aunque  algunos no lo logran ni en su ancianidad. Lo que pasó, ¡ya pasó! no es bueno enfrentarnos a “razones o por qué”.
El tercer paso es la simplicidad.-La vida se nos complica cuanto más complicados somos nosotros y lo cierto es que al conducirnos de esta manera hacemos muchas cosas de las cuales más tarde nos arrepentimos. Es en estos momentos de dificultad cuando nos preguntamos: ¿Qué es lo que me hace falta para ser feliz? Para saberlo basta hacer una lista de lo que deseamos, (ojalá sea corta y con cosas que no son indispensables). Sabemos por experiencia que lo mejor llega después por añadidura. Si logramos convencernos de que sin eso somos felices, habremos roto el terrible yugo que nos impide gozar de la verdadera libertad.    
El cuarto paso es la conciencia.- Aquí empezamos a “darnos cuenta de”. Observamos, aprendemos, comprendemos y actuamos cada vez con mayor sabiduría, empezamos a entender que más, no significa ser mejor ni es una necesidad, aunque puede ser una posibilidad que podemos disfrutar. Ejercitando la conciencia elegimos con conocimiento y responsabilidad, a la vez que nos alejamos de batallas que no valen la pena. 
Ahora ya sabemos quiénes somos y cómo somos. Nos aceptamos y aceptamos el mundo en el que nos tocó vivir. Por supuesto que esto no significa permanecer estáticos, solo que ya decidiremos con conocimiento de causa, reconociendo que las cosas son de cierta manera y que nuestro corazón no tiene por qué afligirse.
No está de más aprender a manejar la respiración para iluminar nuestra conciencia y serenar el sistema nervioso y para lograrlo, bien  podemos echar mano de la meditación, el yoga y la oración.
Con responsabilidad, aceptación, simplicidad y conciencia, la felicidad está en nuestras  manos.
Antonieta B. de De Hoyos                           9/18/19

sábado, 14 de septiembre de 2019


Ayudar a los demás atrae a la felicidad.
Ayudar al prójimo te hace sentir bien contigo mismo, porque es una acción que genera felicidad y bienestar. Ya lo decía el escritor León Tolstói cuando afirmaba que “el que ayuda a los demás se ayuda a sí mismo”. Y es que desde tiempos inmemoriales ayudar a los demás ha sido y es fundamental, para que el ser humano llegue a ser lo que hoy es.
Los cristianos tenemos un mandamiento que dice “Ama a tur prójimo como a ti mismo” y la Madre Teresa de Calcuta en uno de sus escritos recalcó que “El que no vive para  servir, no sirve para vivir” Podría enumerar cientos  de sentencias que en este aspecto nos han legado hombres y mujeres de la antigüedad,  pero ésta me parece invaluable: “Si quieres llegar rápido camina solo, pero si quieres llegar más lejos hazlo acompañado”. 
Esta frase nos muestra la fuerza que tiene la unión, la increíble fuerza que tiene la ayuda. En un momento de silencio podemos  recordar todas las veces que hemos intentado hacer algo solo y la diferencia que se vive, cuando lo hemos hecho con la ayuda de alguien.  
De acuerdo a las investigaciones se ha encontrado que ayudar a los demás trae consigo grandes beneficios. En primer lugar alarga la vida y lo comprueban diversos estudios realizados por eminentes psicólogos y psiquiatras.  Es por esa razón que miles de personas adineradas buscan algún motivo para ayudar, hasta los multimillonarios crean sus propios fundaciones para mejorar la situación de los que menos tienen.
La mayoría de las veces no nos damos cuenta, pero al ayudar sentimos un extraño bienestar mental que provoca en nuestro organismo tranquilidad, felicidad y alegría. También aumenta la autoestima, la confianza y seguridad en uno mismo. Sin lugar a dudas todo el que ayuda se convierte en una persona mucho más positiva. Es el mejor tratamiento para reducir el estrés, la ansiedad y la depresión. De manera increíble el sistema inmunológico se mejora, el cuerpo genera las defensas necesarias que le permiten reducir las posibilidad de contraer alguna enfermedad.
Pero lo que de verdad apremia es aprender ahora mismo a ayudar a los demás. No existen métodos ni fórmulas especiales, pero una forma simple y sincera sería el preguntarnos al amanecer, antes de levantarnos. ¿A quién y cómo podría ayudar el día de hoy?  
Hay personas que no salen a la  calle si no llevan monedas en su bolso o en su auto, para ofrecer a algún necesitado otras, meten en bolsas su ropa usada en buenas condiciones y la colocan por las mañanas en la puerta de su casa. Muchas van a misa sin olvidar su limosna y están atentas al domingo de la caridad para cooperar con alimentos. Si tienes la oportunidad de ayudar a alguien hazlo sin cuestionar, sin esperar a que te lo pidan.
Demos sin  esperar nada a cambio y seamos verdaderamente generosos con nuestra ayuda.
Antonieta B. de De Hoyos                           9/11/19


miércoles, 4 de septiembre de 2019


¿Qué es la basuraleza?
La basuraleza son los residuos creados y abandonados por el ser humano en la naturaleza que, alteran el equilibrio de los ecosistemas. Es un problema ambiental que nos persigue y que está poniendo en riesgo nuestra existencia.
La basuraleza es cuando la porquería y la basura generada por el ser humano destruyen el paisaje de una playa, montaña, bosque o río. Este concepto hace referencia a la “habilidad” del ser humano de ensuciar el entorno natural y que trae como consecuencia la extinción de especies, la acumulación de deshechos o cambio climático. Por eso es tiempo de pensar, ¿qué haremos si nos topamos con basuraleza?
Según algunos estudios la mitad de la gente dice que su primera reacción al ver basura es recogerla aunque no sea suya, otros prefieren llamar la atención a quién la tira, o lo denuncian a las autoridades. Lo triste es que un alto porcentaje opta por la indiferencia y la dejan tirada pensando que no es su responsabilidad.
Pero ¿qué sentimos al ver tanta basura? Primero vergüenza, después pena, rabia y hasta  impotencia. Lo bueno es que a pesar de estar enfadados la recogemos aunque no sea nuestra.
Lo desesperante es la forma en que estas personas ensucian el entorno natural y provocan  la extinción de especies; el Día Mundial de la Naturaleza o de la Vida Silvestre es el 3 de marzo y sirve para concienciar a la gente del grave problema que supone la contaminación por residuos de origen humano.
Las cifras son aterradoras en los entornos acuáticos, entre 800 y 1.400 especies se ven afectadas y condenadas a desaparecer a causa de los efectos de la basuraleza. No es un problema estético o secundario, es una catástrofe medioambiental y es un gran  reto recuperarlo. Las colillas, toallitas, envoltorios, latas, o escombros abandonados en la naturaleza afectan la fauna y la flora, la contaminación por residuos es bastante grave.
Estamos a tiempo, aún hay solución. Nuestras playas, bosques y ríos están plagados de basuraleza, pero somos millones en el mundo los que podemos ayudar. Investigaciones recientes sugieren que el impacto de la basura abandonada en los terrenos, es mayor que la de los océanos porque ésta les llega de tierra firme.
Todos somos parte de la solución para acabar con la basuraleza, comencemos limpiando nuestros patios, calles, banquetas y dentro de las casas. Esta porquería corre hacia ríos y mares al llegar las lluvias. Urge que hagamos conciencia en las compras de cosas innecesarias que casi de inmediato terminan en basura, aprendamos a vivir con sobriedad.
Di no a la basura de los desechables, muebles, ropa, y más cosas de poca calidad que pronto nos asfixiarán como basura. Nada de envoltorios y plásticos. Sintamos orgullo de mostrar nuestra calidad humana, al momento en que con humildad recogemos la basura que otro tiró. La alarma se ha dado, ahora nos toca a nosotros responder a la emergencia.
Antonieta B. de De Hoyos.                              9/4/19