Elena, una gran señora.
Hace algunas noches,
mientras recorría todos los canales que el servicio de cable ofrece,
desesperada por no encontrar nada que me agradara, a punto de apagar el
televisor, vi en la pantalla que daba inicio una entrevista a Elena Poniatowska
y, aunque he escuchado comentarios muy halagüeños sobre su persona, estos se
han limitado a su presencia política dentro del movimiento que encabezaba López
Obrador, en su campaña por obtener la presidencia de la república en el año
2006, mas no por sus obras literarias.
Fue una entrevista en
donde su carácter y temple quedaron demostrados, donde con su fino y suave modo
de expresarse, tocó temas fuertes que muchos políticos de ayer y de hoy, evaden
para no comprometerse.
Elena tiene una brillante
trayectoria literaria en diversos géneros, de manera particular en la narrativa
y en su dedicación ejemplar al periodismo. En sus libros declara su firme
compromiso con la historia contemporánea, es una de las voces más poderosas de
la literatura en español en la actualidad.
Ha escrito cuentos, novelas, teatro y poesía. Su gran
apoyo lo obtiene de sus entrevistas (en su tiempo publicó una diaria) y de la
investigación periodística e histórica que hace. La autora recurre al
testimonio para su narrativa, recoge opiniones de distintos personajes de
perfiles diversos, protagonistas de lo que reseña, siempre con la intención de
llegar a conclusiones, que buscan una respuesta moral.
En su obra encontramos la presencia de la mujer y su
visión del mundo, la ciudad de México con su belleza y sus problemas, las luchas
sociales, la vida cotidiana, la literatura, la denuncia de injusticias y la
crítica social. Ella sigue el consejo de Gabriel García Márquez, “Hacer periodismo para no perder tierra, para
conocer la vida menuda, donde se encuentran las grandes historias entre lo
cotidiano y lo insólito». Octavio Paz señaló que, en su prosa, se descubre el
"arte de escuchar". Sus escritos, especialmente sus crónicas, son
una fuente excelente de información cultural, política, sociológica, económica
e histórica de México y su pueblo.
A mí lo que me impactó fue su presencia, su figura
menudita, su rostro amable marcado por su edad, su mirada llena de pasión, de amor al prójimo y esa
luz especial que brota de sus ilusiones, proyectos y deseos de crear. A sus
ochenta y dos años, tiene en mente escribir varios libros más, aunque reconoce
que el tiempo avanza. Afirma que le gusta leer, pero que sus ojos de manera
inesperada se le humedecen y dejan rodar pequeñas lágrimas, su sonrisa no
desaparece cuando reconoce que, lo que lee, pronto se le olvida. Es muy feliz, acepta
la vida tal cual es, sus hijos y nietos viven lejos, por eso lo único que le
queda por hacer, es escribir.
Gracias a las entrevistas que realizó al inicio de su
carrera periodística, se relacionó con mucha
gente importante, ilustre, erudita; pero del mismo modo aprecia a la gente humilde
con la que convivió cuando escribió su famoso libro “Hasta no verte Jesús mío”.
La calidez en su conversación, su amplia cultura y su sencillez, son cualidades
que la engrandecen, pero su éxito personal y literario radica en su belleza
interior.
Antonieta B. de De Hoyos enero 31/15