¿Qué dice la Biblia
sobre los migrantes?
Hay varios pasajes en
la biblia que nos ayudan a comprender la Palabra de Dios, sobre los hombres y
mujeres a quienes la vida ha conducido lejos de sus hogares.
En medio de la actual
crisis humanitaria que sufrimos, es necesario volver a leer con detenimiento algunos
de los pasajes más destacados de la Palabra de Dios, sobre las personas que se ven
obligadas a emigrar y a separarse de sus tierras de origen.
Hace poco más de veinte
años, me ofrecí como voluntaria en la Asociación Defensora de los Derechos
Humanos A.C. que presidía el médico cirujano Sr. Miguel Rojas Hernández (+). En
aquellos tiempos la sociedad sufría momentos bastante difíciles a causa
de los abusos de autoridad y del crimen organizado. No sé por qué, pero el
poseer una identificación como miembro activo de esa prestigiosa asociación, me
daba una mayor tranquilidad cuando mis adolescentes salían a la calle para
divertirse.
Fue entonces que me
enteré de la enorme migración que se vivía alrededor del mundo, principalmente en
los lejanos países europeos, asiáticos y africanos, lastimados por la más
terrible hambruna. Una década después la migración acostumbrada de mexicanos
hacia el país del norte en busca de empleo se multiplicó, al unírsele a esas
caravanas cientos de ciudadanos centroamericanos de Guatemala, Honduras y
Nicaragua.
Lo alarmante es que hoy
también llegan a México para usarlo como trampolín, gente de Haití y África. No saben el idioma, desconocen
los caminos, no traen dinero suficiente para sus gastos, pero aun así emprenden
la riesgosa aventura de cruzar el Rio Bravo del Norte, que demarca la frontera
México-Estados Unidos y que para desgracia, día a día cobra vidas inocentes en
sus turbulentas aguas.
En la biblia está escrito,
que junto con los huérfanos y las viudas los emigrantes constituyen la trilogía
típica del mundo de los marginados en Israel. Para ellos Dios pide un trato
digno y de especial respeto y atención:
«No vejarás al
emigrante» «No lo oprimiréis» «No lo explotaréis» «No negarás el derecho del
emigrante» «Maldito quien viole los derechos al emigrante».
«Al forastero que
reside junto a vosotros, lo miraréis como a uno de vuestro pueblo y le amarás
como a ti mismo» «Cuando siegues la mies de tu campo y olvides en el suelo una
gavilla, no vuelvas a recogerla; déjasela al emigrante, al huérfano y a la
viuda».
Lo cierto es que los habitantes
no estamos molestos por la llegada de migrantes ni tampoco evitamos ayudarles. A
lo que tememos es a los abusos que ellos cometen en su desesperación por
conseguir sustento.
Es una realidad que la economía en el país no está
en auge, pero nada impide que hagamos un guardadito y lo llevemos a los sitios
de acopio. Sabemos que necesitan con urgencia nuestro apoyo y el de las autoridades.
Ofrezcamos con amor lo
que podamos y oremos por ellos con infinita fe, porque en este caminar hemos
comprobado, que Dios siempre escucha las plegarias.
Antonieta B. de De Hoyos 8/29/18