“Lecciones espirituales para
los jóvenes samuráis”.
En su obra literaria Yukio
Mishima, escritor japonés reconocido como el más grande en ese país, tiene una
pequeña joya que contiene cinco textos inéditos esenciales para entender la
vida y el pensamiento del autor. Compendio en el que la belleza, la muerte, y
el erotismo envuelven el secular código del honor.
Entre ellos destaca
“Lecciones espirituales para los jóvenes samuráis”, es un ensayo extenso en el
que subraya la necesidad de ciertos valores, para construir una ética valiente
y comprender el mundo en que vivimos; el valor de la lealtad, el coraje, la
educación y el respeto a los demás, el cuidado del cuerpo, el buen uso del
placer o el pudor.
En su interior podemos
encontrar frases como estas: “Las buenas maneras no presuponen la obediencia a
la voluntad ajena. La belleza viril se ve exaltada justamente por el
autocontrol y por la aceptación de las normas de comportamiento. Una promesa es
un concepto vago hasta el momento en que entra en juego la lealtad. A veces, el
ser humano encuentra más penoso divertirse que esforzarse. A menudo, el hecho
de expresarnos en un tono leve revela nuestras intenciones más autenticas. Sin
duda es mucho más fácil atacar que defenderse”. ¿Quieres tanto a la vida como
para sacrificar la existencia del espíritu?
Mishima afirma que si un
hombre busca su provecho sin importarle la desgracia ajena, no puede llamarse
hombre de acción, lamentablemente en la actualidad, son estos vulgares despojos
sociales los que reciben el apelativo de “hombres emprendedores”. Revueltos
entre esta basura, los jóvenes se ven obligados a asistir a la decadencia y
muerte del antiguo modelo de héroe, que ya exhala un miserable hedor. La
juventud de hoy observa con dolor y
disgusto el vergonzoso espectáculo de los nuevos héroes.
La televisión, el cine y toda
clase de pasatiempo, muestran a las nuevas generaciones de manera constante la
corrupción, la vulgaridad, la concupiscencia y demás vicios como si fueran
actitudes “normales o correctas”, lo
único que nos salva es que en el interior de cada uno de nosotros existe una
voz que clama buscando el bien, es la conciencia moral, es la esencia divina
con la que llegamos a este mundo y que las fuerzas del mal tratan de acallar
con el ofrecimiento de una vida llena de comodidades.
Todos somos buenos porque
hemos sido creados por Dios, el peligro radica en la desinformación y la enorme
promoción al uso de drogas y diferentes formas de practicar la sexualidad que
enajenan e inducen a la perversión.
Mientras los padres de
familia no exijamos a la Secretaría de Gobernación al mando de Miguel Ángel
Osorio Chong, poner una alto a tanta depravación explicita en los medios de
entretenimiento (?); la ausencia de Dios y de las buenas costumbres traerá como
consecuencia la extinción de la sociedad.
Por Antonieta B. de De
Hoyos 1/ 11/14