miércoles, 24 de febrero de 2016

¡Ama y haz lo que quieras!…San Agustín
“Si callas, callarás con amor, si gritas, gritarás con amor, si corriges, corregirás con amor, si perdonas, perdonarás con amor. Si está dentro de ti la raíz del amor, ninguna otra cosa sino el bien, podrá salir de tal raíz”.
Este pensamiento agustiniano me llevó a recordar, la manera como algunos medios de comunicación, presionaron al Papa Francisco durante su visita a México, para que fuera más enérgico con todos los pecadores que invaden el país. Gracias a Dios fueron pocos los que apoyaron tan descabellada petición, ya que la mayoría de los ciudadanos somos personas creyentes, que conocemos y comprendemos la filosofía de la misericordia divina a fondo.
Para salir de esta confusión social y religiosa, me pareció acertado compartir lo que la gente piensa respecto al amor cristiano: 
…“He comprobado que la palabra amor es un verbo y si todo lo que hacemos lo acompañamos de amor, los cansancios no son tantos, los desengaños no son tan tristes y el coraje no es tan fuerte; la vida se vive con pinceladas de paz, dulzura, espiritualidad”.
…“Mientras más personas practiquemos lo que San Agustín plantea, vivir en este mundo será más placentero, porque quien ama según el verdadero significado del amor, no puede odiar, ni juzgar, ni criticar, tampoco traiciona, engaña, ni daña al prójimo”.
… “Si hay amor en tu corazón todo lo que hagas será bueno, entonces puedes hacer lo que quieras porque no habrá maldad en tus actos. Está escrito que en el final de los tiempos todo desaparecerá, solo quedará el amor convertido en caridad. El amor ordenado es el que dispone a amar como lo hizo Jesucristo, amar sin importar que piensen diferente o si nos odian, si son gordos, flacos, feos, bonitos, ricos, pobres, famosos o desconocidos; si están enfermos o saludables, si nos desesperan, si son insoportables, si cometen o no errores”.
…“Si hacemos todo con amor como dice San Agustín, tendremos en nuestro corazón a Cristo y con ese amor podremos perdonar hasta lo que como humanos creemos imperdonable: abortistas, pederastas, secuestradores, corruptos, infieles, saqueadores, esclavistas, destructores del planeta. ¡Porque eso haría Jesús! La justicia de los hombres pertenece a los hombres, el convertir y perdonar a las personas es tarea de Dios”.
El Papa Francisco es un Jesuita que mantiene viva la imagen de Jesús en su corazón, al igual que San Agustín, el no vino a México a juzgar ni a castigar, vino a despertarnos de la insensibilidad y a dejar muy claro que nuestro sufrimiento es consecuencia del desamor.  
El que tuvo oídos lo escuchó. El que pudo verlo lo comprendió. Ya se fue, pero nos dejó  una visión mucho más cristiana de la vida con la que si queremos, podemos rectificar.

Antonieta B. de De Hoyos                        febrero 27/16

jueves, 18 de febrero de 2016

No basta con orar, pedir y agradecer.
Sin lugar a dudas, para vivir una vida a plenitud es indispensable estar siempre dispuestos a instruirse, a estar atentos a lo que sucede, a escuchar. Es un juego de aprendizaje que a cualquier edad o etapa de la vida debemos jugar, es avivar en nuestro interior el deseo por saber más, por ser mejor persona, es ejercitar el don divino de la inteligencia que sin distinción alguna recibimos.  
Sucedió que esta vez, cuando escuchaba con atención uno de los mensajes del Papa Francisco, le oí decir: “Oren, pidan y agradezcan pero no se olviden de alabar a Dios, a Él le gusta escuchar las alabanzas de su pueblo”. ¡No se olviden de alabar!, enfatizó. 
Lo dijo con tal firmeza, que ya no puse atención a lo demás por estar pensando en el modo, que tenemos algunos católicos cristianos de hacer oración. 
Por ejemplo: al amanecer antes de levantarnos nos persignamos y damos gracias por el nuevo día, pedimos la sabiduría necesaria para realizar nuestro trabajo diario y la bendición para las personas que amamos o que sabemos que sufren una enfermedad.
Al mediodía si se puede, escuchamos el rezo del Ángelus y solicitamos de nueva cuenta la bendición para todos. De ahí hasta el anochecer. Momentos antes de dormir tomamos el librito de oraciones, rezamos el rosario o el viacrucis si es cuaresma y terminamos  agradeciendo a Dios las bendiciones recibidas. 
A mí me da mucha paz encomendarme a Dios al finalizar  el día, porque mi mente descansa y mi organismo se recupera de la fatiga.
Menciono lo anterior porque creo que ésta es una saludable rutina, que casi todos los creyentes realizamos sin importar la doctrina que profesemos, porque sabemos que nuestras oraciones y meditaciones siempre llegan a Dios.
Mis rezos son cortos, probablemente me ocupen veinte minutos, es un espacio de intimidad en el que converso con Dios desde hace muchos años. 
Pero, ¿y la alabanza que recomienda el Papa Francisco?, haciendo un poco de memoria me di cuenta de que en mis rezos, si uso frases que puedo considerar alabanzas, pero no con la perseverancia que él nos indica.
Por eso decidí buscar en internet las frases y la manera correcta de decirlas. Leí muchas, intenté memorizarlas, pero me resultaban extrañas, no estaban en mi lenguaje habitual. 
Necesitaba palabras que alabaran y que a la vez me hicieran sentir lo que decía, tenían que ser mías, debía ser  capaz de imprimirles la fuerza que me inspiraban para dar buen término a mi rezo.
Encontré las siguientes: “Señor tu eres santo, para ti todo el poder y la gloria, Dios todopoderoso para ti son mis alabanzas, yo te glorifico, Amén”. 
Espero que después de repetirlas por determinado tiempo, empiecen a fluir desde el fondo de mi alma las más bellas y auténticas alabanzas.  

 Antonieta B. de De Hoyos                     febrero 20/16

jueves, 11 de febrero de 2016

La triste  realidad que no queremos aceptar.

Por Antonieta B. de De Hoyos                              febrero 12/16

Llega el catorce de febrero y todo se vuelve felicidad, es el Día de San Valentín y lo festejan en especial los enamorados, los que tienen una pareja, ya sea como novios, esposos o que pretendan iniciar un compromiso. 
Ellos envían cartas, poemas amorosos, obsequian monitos de peluche en colores rojo y blanco, o una caja de chocolates muy adornada,  a veces en forma de corazón.
Viendo el auge comercial, pronto estos regalos fueron entregados de manera recíproca a toda persona por la que se sintiera afecto: un amigo (a), el compañero (a) favorito de la clase o del trabajo. Se volvió tan popular que ahora en las escuelas, los alumnos este día intercambian golosinas: paletas de caramelo en forma de corazón, cupidos, bombones, chocolates y bellas tarjetitas con mensajes de amistad.
Pero algo no ha estado bien. Esta ola de comercialización tergiversó el concepto del verdadero amor, las generaciones recientes empezaron a catalogarlo como sinónimo  de felicidad, de placer mercantilizado, pero jamás como sacrificio, entrega, servicio ni abnegación, palabras que se han ido borrando del vocabulario acostumbrado. 
Hoy se piensa en ser feliz de acuerdo a las cosas que posees, y en amar a quien no te estorbe; han quedado en el olvido las obras de misericordia que en ocasiones, aunque representaban grandes sacrificios reconfortaban el alma.
La modernidad, ofrece a las personas infinidad de cosas que dan placer y a la vez les invita  a evitar todo lo que moleste, y es precisamente esa búsqueda de frívola felicidad y constante festejo, la que ha llevado a innumerables parejas a la separación, al divorcio, a olvidarse de lo que realmente es trascendente  en su vida.
Comunicar a los hijos la decisión de terminar una relación sentimental o matrimonio, es como enterrarles un puñal en el pecho, por eso resulta contradictorio que les aseguren que nunca dejaran de amarlos, cuando ellos como pareja no lo lograron. 
De nada servirá que les señalen la cantidad de familias desintegradas que ahora  son mucho más felices, que antes, de todos modos se sentirán defraudados. Si acaso logran que los hijos los vean como personas normales, hasta simpáticas y que en su mente infantil visualicen que ellos nacieron como fruto de un gran amor…¡felicítense!
Los niños vienen equipados para amar, dentro de su corazón vive el amor de Dios desde su concepción, ellos aman para siempre y sin reserva, a sus padres, abuelos, hermanos, familiares y amiguitos, por eso saber que se puede dejar de amar los descontrola.


Este día del “AMOR” entre tanto festejo, dese tiempo y mire a los ojos a su hijo (os), trate de leer sus pensamientos y descubrir sus sentimientos; acepte que la fidelidad es un valor que él ha perdido, y que siempre estará pendiente del momento en que la persona que jura que le ama, lo abandone. 

jueves, 4 de febrero de 2016

Otra bendita oportunidad.
Por Antonieta B. de De Hoyos                                  febrero 6/16
Como siempre las prisas son las culpables de todo, por eso fue, que cuando miré el calendario me sorprendió que la próxima semana, dé inicio la cuaresma con el acostumbrado Miércoles de Ceniza.
No es que la vida avance más rápido, tampoco que tengamos muchas cosas que hacer, lo que pasa es que nos hemos dejado llevar por la apatía y, sin ser nuestra intención dejamos de disfrutar las tradiciones católicas, que representan un oasis en medio de la desértica rutina, una pausa para tomar aliento, un volver la mirada al cielo para recibir como suave brisa, la bendición que necesitamos.
Son tan solo cuarenta días impregnados de sabiduría, los mismos que sin rodeos nos vuelven a recordar como cada año, que nuestra estancia terrena es pasajera, que es un tiempo otorgado por Dios para que hagamos de nuestra vida y de la humanidad, algo mejor. Hay muchas personas a las que no les gusta la soledad porque les obliga a meditar, a reflexionar, a pensar en lo que se ha hecho bien o mal y lo que se ha dejado de hacer. A mí en lo particular, la cuaresma me parece bellísima porque no trae consigo la tristeza de la semana Santa, ni el bullicio de la navidad.
Tan solo cuarenta días en los que con entusiasmo las personas pueden iniciar un apostolado, realizar una tarea comunitaria o emprender actividades altruistas que pueden seguir desarrollando en el transcurso del año. También tenemos cuarenta noches en las que antes de dormir, en un  momento de paz, -con la televisión, el internet y la radio apagadas-, entablar una conversación muy especial con Dios, no para llorar nuestros errores, sino para suplicarle que ilumine nuestro diario vivir.
Ojalá y en este período de reflexión, nos demos cuenta de lo necesario que es, en estos tiempos confusos, el educar con mayor firmeza a los pequeños en la fe, descartando prejuicios y malas informaciones que desaconsejan la práctica de las virtudes en familia.
La inmoralidad corrompe a una buena parte de la sociedad mundial, el libertinaje y la ausencia de Dios está de moda; no es posible que los adultos nos quedemos con los brazos cruzados, los jóvenes piden ayuda, pero para dársela es indispensable que nosotros tengamos un espíritu fuerte.
Acudamos a tomar ceniza y sin miedo aceptemos la sentencia: “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás”, lo que significa que a la hora de la muerte nada nos llevaremos, solo las buenas obras nos acompañaran.

El Papa Francisco trae en sus mensajes el amor, la sabiduría y la fortaleza divina, que necesitamos para salir adelante en nuestras vicisitudes, pero el verdadero milagro lo haremos todos, cuando luchemos incansablemente porque la espiritualidad regrese al hogar. Orar, amar y perdonar es la condición, mientras no la cumplamos nuestro esfuerzo será en vano.