martes, 27 de marzo de 2018


Prepárate para la Santa Noche.
                                                                Por Antonieta B. de De Hoyos               /31/18
   Cada cristiano católico por más débil que sea su fe, ha sido testigo a través de las narraciones de los Evangelios, de la más grande prueba de amor que Jesús ha dado a la humanidad: entregó su vida siendo inocente y aceptó morir por la salvación de cada uno de nosotros.
   Este sábado, no es un día cualquiera, la iglesia y sus fieles guardan un santo silencio. Por favor en donde estés date un poco de tiempo para meditar el misterio del amor de Dios, para con el hombre. Por medio de fotos, estampas, películas  o pinturas, contem- plamos la tumba en donde fue colocado su cuerpo flagelado. Nosotros al igual que sus discípulos, nos consternamos al recordar cada una de sus enseñanzas, cada una de sus parábolas, esas vivencias que ahora hacemos propias al  caminar a su lado.
   Es la noche perfecta para revivir en el pensamiento, lo sucedido horas antes de su muerte. Ceremonia en la que escuchamos su Palabra y aunque notamos su ausencia físi- ca, no dejemos que nos embargue la tristeza, al contrario tenemos que aferrarnos a la esperanza de su resurrección y llenarnos de alegría.
   Tomemos en cuenta esa actitud valiente y confiada, que se nos recomienda en los Evangelios y tratemos de imitarla. Los seguidores de Jesús creemos en Él, nada de miedo y derrota alguna al contemplar el altar vacío. Hay que ponernos de pie con firmeza, listos para trabajar en nuestra vida espiritual y en la ayuda a nuestros semejantes.
   Mientras vivamos, demos un lugar digno a nuestro Señor y en estas horas especiales fortalezcamos nuestra fe. Las mujeres de aquellos lejanos tiempos nos indicaron me- diante la oración y la reflexión, lo que se debe hacer ante este misterio. Lástima que con las prisas mundanas se esté perdiendo la capacidad de contemplación y meditación.
   Este Sábado Santo día y noche de oración y silencio, se nos presenta una oportunidad muy especial para hablar con Dios y con nosotros mismos; espacio que nos permite pensar en lo que hacemos y reconsiderar.
   A ejemplo de aquellos hombres y mujeres, tenemos que colocarnos en la senda desde muy temprano con un corazón renovado, porque vamos a ser testigos del más grande Misterio de Dios. Guardemos silencio, oremos, contemplemos, vivamos al máximo esta noche, esperemos el amanecer y confiemos en las promesas de Jesús: su Resurrección y nuestra Salvación.
   No hay pretexto para no asistir a la ceremonia de la luz, los horarios son flexibles en cada parroquia y colonia. Ojalá pudiéramos llevar a la familia y juntos conocer, recordar y gozar tan bella acción.
¡Felices Pascuas de Resurrección¡

miércoles, 21 de marzo de 2018


¿Por qué se regalan huevos el Domingo de Pascua?
                                                             Por Antonieta B. de De Hoyos                  3/24/18

   Siempre he tenido la curiosidad de saber el ¿por qué? se regalan huevos de chocolate el domingo de Resurrección y se rellenan  cascarones con confeti o dulces, se pintan de colores,  se esconden en el patio o dentro de la casa para que los niños los encuentren.
   Regalar huevos de chocolate en Domingo de Pascua, no es un simple gasto como algunos pensamos, su origen tiene una larga tradición que se ha vivido durante las Cuaresmas, desde hace muchos siglos. Conozcamos esta bella historia.
   La tradición de los huevos, muy arraigada en Estados Unidos, el centro de Europa e Inglaterra, empezó debido a que los cristianos católicos que seguían la abstinencia de la Cuaresma, no podían comer, entre otras cosas, huevos ni productos lácteos. Por  esa     razón se guardaban, y para mantenerlos frescos los bañaban con una fina capa de cera líquida. Una vez terminada la Cuaresma se reunían frente a la iglesia de su ciudad, y los regalaban. Con el tiempo la iglesia católica fue cambiando las tradiciones y hoy  solamente recomienda la abstinencia de carne los días viernes.
   Sin embargo, la tradición de regalar huevos el domingo de Pascua siguió y de hecho continúa en muchos países del mundo, con la diferencia de que ahora también se pintan y decoran huevos de  gallina y de pavo para regalar en pequeñas cestas.
   En muchos países, desde principios del siglo XIX también se regalan huevos de chocolate,  que por supuesto son la delicia de los niños.
   Desde la antigüedad en muchas culturas, los huevos representan “vida y fertilidad”, y tanto en Roma como en Grecia se regalaban huevos pintados en las fiestas de primavera. Si hablamos de los huevos como símbolo cristiano, estos huevos tienen el sentido de una “vida nueva”, tal como significa la palabra Pascua. Una vida que nos da         Jesucristo resucitado.
   Pero, ¿qué tiene que ver la coneja en toda esta historia? Esta es una fantasía  inventada  para dar una pizca de ilusión al domingo de Pascua. Los niños creen que es la coneja la que trae los huevos. Los huevos de chocolate se comen, mientras los chiquillos y a veces algunos adultos, corretean para encontrar y quebrarse en la cabeza o en el cuerpo el cascaron lleno de confeti.
   El conejo, es un personaje para la Pascua, como papá Noel lo es para la Navidad. En todo caso, creo que con huevos de chocolate o sin ellos, la Pascua tiene un  sentido más sublime para los cristianos…! Marca el inicio de una vida nueva, si así lo decidimos ¡.
¡Una feliz Pascua para todos!

miércoles, 14 de marzo de 2018


¿Será posible volver a confiar?
    Por Antonieta B. de De Hoyos                                                  3/17/18
   Quizás la frase anterior pueda sonar fuerte y contraria a lo que nuestros padres y maestros nos han enseñado, lo cierto es que cuando somos niños confiamos mucho en la gente que nos rodea, pero al ir creciendo la vida nos va tornando desconfiados, a veces con razón, otras sin ella.
   Sentirse traicionado, rompe nuestra confianza en aquellos en los que habíamos confíado, así se trate de cosas sin importancia. Nadie está obligado a ser confiado, sabemos que la confianza, es un gran valor que no se le da a cualquiera, por eso debemos estar alertas y conocer muy bien a quien se la brindamos.
   Vivir en la desconfianza, es morir un poco en vida, por eso debemos mantenernos alertas y seguir con cautela el desarrollo de cada una de nuestras relaciones, ya que para todos, el verse traicionado es una experiencia muy dura, es un ataque a la honestidad personal, a nuestros buenos sentimientos; lo malo es que a veces cerramos los ojos y nos aislamos, nos volvemos anti sociales y buscamos desquitarnos con el primero que pase.
   Lo positivo será, hacer un balance entre la gente que nos ha traicionado y la que nos ha sido fiel, en las buenas y en las malas, de seguro hay mucho más personas buenas que desleales, razón por la que no debemos dejarnos llevar por la tristeza y la decepción. En estos tiempos difíciles, cuando los valores familiares, sociales y cívicos se desquebrajan, tenemos que redoblar el esfuerzo y volver a confiar en nuestras autoridades, en nuestros políticos, jueces, legisladores, diputados, gobernantes. Algo está mal es cierto, pero con provocar actos vandálicos o escondiéndonos entre cuatro paredes, nada resolvemos.
   Los hombres de negocios, no se lamentan la pérdida, solo reconocen que jugaron mal. Nosotros también sentimos “ese golpe” pero ¿qué voy a hacer después de que pase el descontento y la tristeza? Pues con una voluntad a prueba de fuego, regresar al mundo que nos ha tocado vivir para reencontrarnos, con quienes sí valen la pena.
   En las futuras elecciones populares que se avecinan, exijamos en los candidatos una firme honradez, cuestionemos su origen y su trayectoria, pero sobre todo hagamos caso a la intuición. En la actualidad, los comunicadores con sus mensajes carentes de ética, alteran la paz social y llevan a las masas a la desconfianza total, al grado de que muchos dejamos de creer hasta en nosotros mismos, nos sentimos humillados, ultrajados, poca cosa.
   Es necesario volver a confiar, cambiemos de estilo de vida, tengamos menos cosas y confiemos en que con poco saldremos adelante, a lo mejor hasta podemos ayudar a otros. El mundo es un lugar extraño, lleno de peligros y sufrimientos posibles, empecemos de nuevo  con los sentidos atentos y el corazón despierto.

viernes, 9 de marzo de 2018


Un gobernante bueno, no es un buen gobernante.
                     Por Antonieta B. de De Hoyos.                                                        3/10/18.
   Todo aquel que por designio de Dios se convierte en autoridad, en guía, en maestro, no puede darse el lujo de ser bueno, debe haber en su actitud más que compasión, un sentido de justicia y de equidad. Hoy, nuestra atención está centrada en las ya próximas elecciones para Presidente de la República, razón por la que debemos estar alertas y no caer en la desinformación al emitir nuestro voto, el próximo mes de julio.
   Es indispensable escudriñar la trayectoria de cada uno de los candidatos, tener la certeza de su honestidad, preparación y experiencia, pero sobre todo leer entre líneas lo que cada medio de comunicación nos ofrece ya que por lo regular, siempre va de acuerdo con el candidato que goza ($) de su simpatía.
   Como nada es nuevo bajo el sol, y cada sexenio ésta  crítica situación se repite, me atreví a  rememorar un artículo que escribí hace poco más de una década. Inicialmente debemos saber qué bueno no es sinónimo de eficaz, sino de bondadoso. Nuestra historia narra las veces que de manera alterna, el poder legislativo ha estado en manos de gobernantes mediocres y eficaces. Los primeros, por quedar bien con todos, hicieron de la bondad y la tolerancia su prioridad. Los segundos tomaron la sensatez y la equidad como pauta.
   Un corazón blando, es suficiente para ser un gobernante bueno, aunque la voluntad más firme y la cabeza más clara no son cualidades suficientes para llegar a ser un buen gobernante. El buen gobernante dice sí cuando es sí, y no cuando es no. De preferencia, cuando de él depende la integridad de las familias y la armonía social. El gobernante bueno hace de sus gobernados pequeños dioses, seres caprichosos, déspotas, opresores, inconformes, que enajenan a la sociedad. El buen gobernante no hace ídolos, ni desea convertirse en uno de ellos, porque el Dios verdadero vive dentro de él.
   El gobernante bueno, limita la capacidad intelectual y laboral de sus representados, les ofrece dádivas, pensiones, baratijas, a cambio de su apoyo incondicional. El buen gobernante enseña a superar el hambre con dignidad, saber por experiencia propia que crecer duele. El gobernante bueno, pudre la voluntad del pueblo cuando le evita esfuerzos y responsabilidades.
   El buen gobernante, sabe que las crisis templan el carácter de sus ciudadanos, y los alienta a aprovechar la oportunidad de resurgir de entre las cenizas como el ave Fénix. El gobernante bueno, promete, apacigua, adormece, entretiene. El buen gobernante, introduce a su gente en la cultura del trabajo, del esfuerzo, la honradez y la sobriedad.  Por eso el gobernante bueno, llega a viejo decepcionado y arrepentido de ver, lo que ha hecho de su pueblo, seres embravecidos, resentidos contra todo el que logre éxito honradamente. El buen gobernante, al paso de los años crece en respeto, hasta es imitado y comprendido por las generaciones venideras.
 Lo cierto es que nuestra vida futura depende, de la sensata elección que ahora hagamos.