Prepárate para la Santa Noche.
Por Antonieta B. de De Hoyos /31/18
Cada cristiano católico por
más débil que sea su fe, ha sido testigo a través de las narraciones de los
Evangelios, de la más grande prueba de amor que Jesús ha dado a la humanidad:
entregó su vida siendo inocente y aceptó morir por la salvación de cada uno de
nosotros.
Este sábado, no es un día
cualquiera, la iglesia y sus fieles guardan un santo silencio. Por favor en
donde estés date un poco de tiempo para meditar el misterio del amor de Dios,
para con el hombre. Por medio de fotos, estampas, películas o pinturas, contem- plamos la tumba en donde
fue colocado su cuerpo flagelado. Nosotros al igual que sus discípulos, nos
consternamos al recordar cada una de sus enseñanzas, cada una de sus parábolas,
esas vivencias que ahora hacemos propias al
caminar a su lado.
Es la noche perfecta para
revivir en el pensamiento, lo sucedido horas antes de su muerte. Ceremonia en
la que escuchamos su Palabra y aunque notamos su ausencia físi- ca, no dejemos
que nos embargue la tristeza, al contrario tenemos que aferrarnos a la
esperanza de su resurrección y llenarnos de alegría.
Tomemos en cuenta esa actitud
valiente y confiada, que se nos recomienda en los Evangelios y tratemos de
imitarla. Los seguidores de Jesús creemos en Él, nada de miedo y derrota alguna
al contemplar el altar vacío. Hay que ponernos de pie con firmeza, listos
para trabajar en nuestra vida espiritual y en la ayuda a nuestros semejantes.
Mientras vivamos, demos un
lugar digno a nuestro Señor y en estas horas especiales fortalezcamos nuestra
fe. Las mujeres de aquellos lejanos tiempos nos indicaron me- diante la oración
y la reflexión, lo que se debe hacer ante este misterio. Lástima que con las
prisas mundanas se esté perdiendo la capacidad de contemplación y meditación.
Este Sábado Santo día y noche
de oración y silencio, se nos presenta una oportunidad muy especial para hablar
con Dios y con nosotros mismos; espacio que nos permite pensar en lo que
hacemos y reconsiderar.
A ejemplo de aquellos hombres
y mujeres, tenemos que colocarnos en la senda desde muy temprano con un corazón
renovado, porque vamos a ser testigos del más grande Misterio de Dios.
Guardemos silencio, oremos, contemplemos, vivamos al máximo esta noche,
esperemos el amanecer y confiemos en las promesas de Jesús: su Resurrección y nuestra Salvación.
No hay pretexto para no
asistir a la ceremonia de la luz, los horarios son flexibles en cada parroquia
y colonia. Ojalá pudiéramos llevar a la familia y juntos conocer, recordar y
gozar tan bella acción.
¡Felices Pascuas de Resurrección¡