viernes, 26 de septiembre de 2014


A un año, viene la nostalgia, el recuerdo.

Hace un año precisamente en estas fechas, que de manera inesperada al menos para mí, el programa “Desde La Frontera” salió  del aire.  Me faltaban escasos cinco meses para cerrar dos exitosas décadas de producción de programas de superación personal, en la radiodifusora  “La Rancherita del Aire”.

Apostolado que salió adelante aun y cuando se le auguraba corta estadía, era tal el pesimismo que me rodeaba que estuve a punto de renunciar a él antes de empezarlo. Las palabras proféticas con las que el Padre Carlos bendijo mi misión las llevo grabadas en mi memoria: Te has puesto la camiseta de Dios, nada detendrá tu camino y todo saldrá a la perfección”.

Sería absurdo querer olvidar el nerviosísimo que me invadía cada domingo al atardecer, cuando  tenía que organizar el tema y memorizarlo, seleccionar anécdotas, ejemplos, frases, testimonios, música, etc.

Aún recuerdo la forma tan especial en la que me encomendaba a Dios, lo hacía con tanta fe que en ocasiones yo misma me sorprendía; le pedía con vehemencia que mis palabras fueran las correctas que no dañaran a nadie, por el contrario que sirvieran de apoyo al que estuviera triste y de aliciente al que luchaba; que me diera el valor de decir la verdad pero sobre todo, que no me atemorizara ante la crítica destructiva.

En Piedras Negras, en la región norte del Estado y en el sur de Texas, el vasto auditorio perdió repentinamente el gran privilegio que gozaba al estar bien informados, no solo en asuntos legales y profesionales, sino también de salud, urbanidad y tradiciones. Se interrumpió la difusión de conocimientos culturales, mensajes de paz, amor, fe, hasta la sensibilidad y el romanticismo que inspira la poesía.

Este programa fue excepcional, porque en su larga trayectoria elevó al máximo la calidad de vida de la audiencia, puedo afirmar sin temor a  equivocarme, que esta influencia fue tan grande y benéfica que marcó un “con” y un “sin”, la presencia de la Licenciada Bertha Alicia Reyes Berlanga.

Ahora en la intimidad de mi hogar y con una existencia más serena, no dejo de agradecer a Dios todo ese tiempo que pude servir a la sociedad haciendo lo que más me gusta, aprender para enseñar, la única pena que perdura en mi corazón, es el no haber tenido la oportunidad de despedirme de mis radioescuchas. 

De todas maneras la inquietud por comunicar lo aprendido no se ha apagado, sigo escribiendo artículos para la prensa semanalmente y como coincidencia este año también en febrero, inicié un nuevo apostolado en las redes sociales; ahí y en http://www.antonieta-de-hoyos.blogspot.mx/ publico  mis artículos actuales y pasados.

Ojalá que pronto alguien tome la iniciativa en los medios, para organizar un programa como este, porque es una ventana abierta a la comunidad en la que se invita a la gente a conocer y a disfrutar la vida buena, es como purificar el aire que penetra en los hogares, oficinas, profesiones y oficios. El ser humano está ávido de saber, porque tiene todo el derecho a ser feliz y a dar felicidad a los que le rodean. 

Antonieta B. de De Hoyos                           Sept. 27/14

 

sábado, 20 de septiembre de 2014

A salario mínimo, mínima conciencia sindical.

GLOBALIZACIÓN DEL SINDICATO BLANCO.
El origen teórico del sindicato fue la organización de los trabajadores frente al capital para rescatar el valor de la fuerza de trabajo y dignificar la calidad humana del obrero.

En México, durante los antecedentes de la Revolución Mexicana, los grandes movimientos obreros de Cananea Y Rio Blanco que exigían una reivindicación de demandas que hoy vemos como el reconocimiento a los derechos mínimos de los trabajadores, fueron reprimidos  con la mancuerna Inversionistas – Estado.

En la Constitución de 1917 arduo trabajo costo a los congresistas la aceptación de un artículo, el 123 que estableció el derecho a recibir un salario digno suficiente para que el trabajador pudiera cubrir las necesidades básicas de su familia. Utopía que a casi 100 años de su promulgación no se ha conseguido.

El sindicalismo en México fue arropado por el Estado Revolucionario para asegurar que los gobiernos “emanados de la revolución” contaran con votos suficientemente maquillados de democracia pero sin que el avance económico se reflejara en el bolsillo de los obreros. Los líderes sindicales demostraron su fidelidad ganando con ello riquezas obscenas e impunidad legislativa. Deschamps ahora como antes lo fueron Salvador Barragán, Napoleón Urrutia o Elba Esther Gordillo.

Al triunfo en las urnas de la confianza ciudadana  depositado en Vicente Fox, la fidelidad de la CTM al PRI canceló los desfiles obreros del 1° de mayo convertidos en besamanos a los gobernantes en turno por Fidel Velázquez e inaugurando con ello el silencio y el sometimiento total de los obreros al capital.

Ahora cuando el gobierno del Distrito Federal y el Partido Acción Nacional se adjudican el deber de cuestionar los miserables salarios que reciben los trabajadores, el sindicalismo mexicano no está a la altura para asumir su misión histórica de encabezar las demandas obreras. En todas las reformas donde se han tocado los derechos laborales,  el STPRM, SNTE o la CTM guardaron silencio.

A setenta pesos diarios (en promedio) se redujo el principio establecido por nuestra Carta Magna para satisfacción de OCDE o Banco Mundial o Fondo Monetario; no importan las siglas, la acumulación del capital es lo importante, los trabajadores somos sustituibles. El sindicato combativo, los Batallones Rojos, la Internacional obrera se ha convertido en el mundo en sindicalismo blanco sumiso y callado porque con 70 pesos nadie se puede arriesgar a un “paro” a un despido a una lista negra o no tener lo suficiente para medio comer  y engrosar con ello las estadísticas de pobreza de un País que presume la riqueza del subsuelo y la disciplina obrera para que sigan llegando inversionistas extranjeros.

Profra. Josefina Sánchez Ponce

viernes, 19 de septiembre de 2014


¿Qué tal si comenzamos agradeciendo a Dios?

Quien no recuerda la cantidad de veces que los padres nos obligaron a decir gracias al  recibir algo, y la manera como esta acción repetitiva se grabó para siempre en nuestra forma de ser. Años más tarde cuando vimos que el resultado había sido bueno, muchos decidimos incluirla en la educación de nuestros propios hijos. El por favor y gracias, son palabras de cortesía que desde la antigüedad han hecho la convivencia pacífica.

El ser malagradecido es un defecto que denota una personalidad dura, mientras la acción de dar las gracias es todo lo contrario, porque va ligada a las buenas costumbres  y al ámbito religioso. Cuando la psicología decidió estudiar esta forma de ser, descubrió que las relaciones interpersonales mejoraban y el bienestar se acrecentaba.

Por esa razón la gratitud fue catalogada por la misma psicología, como una emoción positiva que al practicarla, eleva los niveles de felicidad y ayuda al buen dormir. La conocida afirmación de que “el dinero no compra la felicidad” es la prueba de que aún y cuando se satisfacen las necesidades básicas y se disfruta de una fortuna personal, no siempre se goza de una estabilidad afectiva. Cuando se pregunta a la gente que es lo más valioso que tienen en su vida, de inmediato responden que la salud, la familia y el amor, lo que significa que no se es más feliz cuando se tiene dinero.

Las personas agradecidas sufren menos estrés, envidia y frustración, sentimientos perjudiciales para la salud. Los agradecidos saben disfrutar el momento, el aquí y el ahora, y reconocen la influencia benéfica que otros han tenido en su vida y en las cosas que les pasan.  

El que piensa que todo sucede gracias a sus propios méritos, no es agradecido con quienes le aman, su soberbia es tan grande que cree una obligación de los demás el servirle. Es autosuficiente, arrogante, pero en los momentos difíciles voltea suplicando ayuda. Los padres al reconocer las cualidades de sus hijos, logran que ellos también las valoren en los demás, es así como aprenden a dar con facilidad y a recibir agradeciendo. Necesitamos devolverle la humanidad al mundo.   

Después de que leí  este extenso artículo decidí sintetizarlo, porque es apremiante en este tercer milenio educar en la sensibilidad, enseñar a ser agradecidos. Millones de matrimonios alrededor del mundo se están desintegrando por no saber agradecer el esfuerzo, lo que aporta la pareja, lo que hace por ti y lo que ha mejorado tu vida. Lo bueno es que la gente se puede “entrenar” para ser agradecida y el mejor ejemplo lo  tenemos en los creyentes.

“Es de gente bien nacida, el ser agradecida” decían los abuelos y vivían felices hasta iniciar el camino hacia la eternidad. Desafortunadamente la ambición desmedida por tener y parecer se introdujo en los hogares y contaminó con mayor fuerza a las mujeres; retomar la mesura y el  agradecimiento apremia, pero por lo pronto podríamos comenzar ¡dando gracias a Dios!

Antonieta B. de De Hoyos                     Sept. 13/14

Sentimientos encontrados.

De un tiempo para acá no me he sentido bien conmigo misma, hay algo en mí que no me permite disfrutar en todo su esplendor la paz interior. Para averiguar la causa de esta  inconformidad hice un sincero recuento: ¿la vida? no, pues ahora como nunca gozo de mi familia y de mi edad adulta; ¿la economía? tampoco, porque Gracias a Dios y al esfuerzo de mi marido es bastante estable, puedo decir que mucho mejor de lo que esperaba para mis años viejos; ¿los afectos? bien definidos, en sentimientos no hay titubeos. Entonces, ¿qué me pasa? Deliberadamente busqué espacios de serenidad en mi cotidianidad para meditar, me urgía saber lo que sucedía. Días después saqué una conclusión que no me satisfizo, me hallaba en medio de sentimientos encontrados.

¿Pero que son sentimientos encontrados? Se definen como una confusión mental y emocional hacia algo muy importante, es ese momento en el que no sabes qué hacer. Es sentir emociones opuestas, felicidad- tristeza. Es  estar consciente  de que si dices lo que piensas estarías en la verdad, pero al hacerlo molestarías a muchos, algo que no deseo. Pero por otro lado si me quedo callada, mi cobardía me impide conciliar el sueño a la vez que daña profundamente mi relación con Dios. ¡Entonces hablaré!

De vez en cuando por diferentes motivos, voy el sábado a la misa de cinco en San Juan, y con el afán de llegar a tiempo me adelanto unos minutos, lo que me permite ver el final del ritual del bautismo. El frente del altar lo ocupan casi una docena de pequeñitos en brazos de sus padres o padrinos, les acompañan familiares, amigos y muchos niños inquietos, sin faltar por supuesto los fotógrafos amateurs y profesionales.

El sacerdote en cuanto entrega la fe de bautismo se  retira de inmediato y deja esta marabunta en pleno desorden. Risas, gritos, niños corriendo, adultos charlando, fotógrafos discutiéndose el lugar donde la Virgen quede de fondo. Un niño tras el altar, la madre persiguiéndolo, otros gritándole al que está lejos que se acerque para la foto. Todo es un escandaloso ir y venir. 

Esta irrespetuosidad muestra una catequesis deficiente, los feligreses no sabemos cómo  comportarnos en el sacro recinto; lo delicado es que esta conducta equivocada cunde. Esa tarde sin poder evitarlo, mientras me arrodillaba imaginé a Jesús descender de su cruz para sacarnos del templo, tal como lo hizo con los mercaderes.

Por eso me atrevo a sugerir a las autoridades eclesiásticas correspondientes, que los bautizos se lleven a cabo en el salón Parroquial al fin y al cabo, para los que van a bautizar no es un requisito escuchar la santa misa. Trasladen la pila y unas imágenes a ese lugar, para que al término de la ceremonia se tomen todas las fotografías que quieran, charlen y se retiren  cuando lo deseen.

Aunque parezca increíble, la paz regresó a mi alma. No temo a las consecuencias de lo escrito, por el contrario las acepto con agrado, porque actuando de ese modo recuperé lo que más apreciaba…!mi relación con Dios! 

Antonieta B. de De Hoyos            sept.6/14           

 

Doctrina cristiana y psicología, de la mano.

Desde adolescente, me incliné por la psicología, algo había en esta ciencia que me atraía,  lo raro es que sin tener nociones de ella pues apenas cursaba la secundaria; en todos mis libros escribí con gran orgullo “futura psicóloga de Piedras Negras”. Pero los hijos proponen y los padres disponen, mi querido progenitor no titubeó ni escuchó razones juveniles solo dijo una palabra !educadora!, profesión que en un principio me disgustó, pero que con la práctica y el trato con los niños aprendí a amar. De todas formas, no desistí de mi ilusión juvenil porque de soltera y de casada, mis tiempos libres los ocupé en leer libros relacionados con la psicología y la conducta del individuo; me interesaba conocer, para comprender, no solo a los demás sino también a mí misma. 

Casi sin darme cuenta empecé a inclinarme por textos que se relacionaban con la filosofía, con la ética y con la superación personal; sentía una gran curiosidad por conocer el origen del comportamiento humano, resolver conflictos interpersonales,  encontrar la diferencia entre temperamento y carácter. En ese afán se me hizo costumbre el tener en mi mesita de noche, uno o dos libros para leer antes de acostarme, los que elijo con cuidado porque en este negocio abundan los charlatanes y plagiarios.

En ese querer saber me encontré un texto titulado “Mindfulness: la aceptación y conciencia plena del momento presente” escrito por Ana Muñoz. El término mindfulness, aunque no tiene una traducción exacta al español, puede definirse como una atención y conciencia plena del momento que se vive. Es centrarse de un modo activo y reflexivo en el aquí y el ahora, todo lo contrario a lo que podría ser el fantasear o soñar despierto.  

Esta no es una reflexión valorativa, sino más bien contemplativa, se limita a observar sin juzgar, sin crítica ni rechazo, es admitir la experiencia. El mindfulness es una filosofía de vida que tiene su origen en el budismo Zen, es el ideal Zen de vivir el momento presente, así como lo propone el cristianismo. Consiste en sentir las cosas tal y como están sucediendo, sin ejercer ningún control sobre ellas, sin pretender cambiarlo ni hacerlo desaparecer; es percibir la  realidad, aceptar las cosas como son, sin intentar huir aunque ésta sea una emoción desagradable. Cuando los cristianos y fieles de otras doctrinas en el mundo, nos sometemos a la voluntad divina, la serenidad nos invade, la paz nos reconforta, vemos la vida con mayor claridad y confianza, tomamos  decisiones acertadas. Detener el paso y permanecer en silencio, evita cometer el error de falsear la  realidad, como ocurre hoy en la sociedad y en los hogares.

La psicología moderna se centra en el aquí y ahora, afirma que lo pasado ya pasó y que el futuro es incierto porque aun no llega; insiste que lo más valioso que tenemos es el presente, con el que podemos fincar el pasado y augurar el porvenir.

Soy afortunada porque mientras investigo sobre la forma de actuar de los seres humanos, reconozco con mayor humildad, la gran sabiduría de los preceptos cristianos. 

Antonieta B. de De Hoyos            sept./20/14