Confía más en Dios, que
en tu inteligencia.
El partido de fútbol de
esa mañana pronosticaba un excitante encuentro. Los changuitos estaban ansiosos
por iniciar el partido. Se oye el silbato y empiezan a correr todos tras la
bola, pases cortos, pases largos y allí van corriendo de un lado a otro, de
extremo a extremo de la cancha, de pronto un tiro largo, largo, largo. La bola
fue a parar justo en medio del pantano que se encontraba al otro lado de la
cancha.
Los changuitos se paran
a la orilla pretendiendo alcanzar el balón apoyados con un palo, otro tira una
piedra y nada. De pronto un osado y valiente changuito va dando semejantes
saltos hasta llegar donde la bola.
La sujeta, mientras le
aplauden y animan. De pronto el changuito se empieza a hundir, mientras más se
movía pretendiendo avanzar o salir, más se hundía.
Los espectadores gritaban: ¡Sálvate a ti mismo! ¡Sálvate a ti
mismo! Ante los animosos gritos el changuito se sujeta de sus orejas y empieza
a tirar hacia arriba, intentando salvarse a sí mismo de hundirse.
En lo personal creo que
esta anécdota es retadora a la vanidad humana, marca el preciso momento en el
que estamos seguros de que todo lo podemos y que saldremos adelante por
nuestros propios méritos.
Los que hemos tenido la
oportunidad de estudiar una profesión, incluso los que han alcanzado una
posición social, económica o laboral trascendente, no estamos exentos de
encontrarnos de vez en cuando, en medio del pantano, al igual que el changuito
de la anécdota.
Tratar de salir solos
de nuestros problemas, pretender hacer las cosas sin ayuda o peor aún, fingir
que no necesitamos de nadie para salir adelante en la vida, es la peor de las mentiras.
La Historia Universal
narra cómo ilustres personajes, poseedores de una enorme capacidad intelectual
y riqueza, también se vieron obligados en muchas ocasiones a suplicar ayuda a la
divinidad.
Se recomienda leer el libro
de los Proverbios y buscar en ellos, las enseñanzas que sirven para educar a
los hijos y a nosotros mismos. La inteligencia es parte importante de nuestro
desarrollo, pero encontrar el buen juicio también lo es.
Los años vividos nos
ofrecen grandes experiencias y una de ellas, es que las cosas no siempre salen
como deseamos.
Reconocemos la fuerte
influencia que tiene en nuestro diario vivir la presencia de Dios, cuando nos
colocamos en el sendero de la humildad y percibimos la sutileza con la que nos
guía hacia las decisiones correctas. Las alegrías se tornan más intensas y la
adversidad es superada con mayor facilidad.
Aprovechemos este
tiempo navideño para reflexionar, pero sobre todo tengamos cuidado de no quedarnos
en medio de los problemas como el changuito, estirándonos las orejas.
Antonieta B. de De
Hoyos 11/28/18