miércoles, 29 de enero de 2020


Gandhi una figura universal.
Han pasado varias décadas desde que me invitaron a una función especial en el mejor cine de la ciudad, fue una  exhibición privada de la película “Gandhi”, para entonces yo recién había leído el magnífico libro de Ema Godoy donde narra toda su trayectoria, lectura que no he podido olvidar porque marcó un parte aguas en mi forma de ser y de pensar.
Tiempo después ingresé a una asociación en donde por varios años realicé actividades en pro de la comunidad, en especial a madres de familia y no me  refiero solamente a actividades manuales, sino a lo esencial, a encontrar la forma de ser mejores personas y gozar una vida espiritual a plenitud.
Hoy al compartir estas recomendaciones recuerdo esos humildes pero muy gratificantes apostolados, por eso me atrevo a sugerir que lean la vida de este humanista admirable, que en su época y gracias a su esfuerzo, logró un cambio radical en la sociedad de varios países.
“El futuro depende de lo que hagas hoy”
Gandhi entendió que debía superar obstáculos y actuar rápido para alcanzar su meta. Si vences las dificultades y haces algo hoy, lograrás lo planeado. Jamás dejes las cosas para mañana ni te regañes por lo que no hiciste ayer, eso no lleva a ninguna parte, comienza ¡ya!
“Creer en algo y no vivirlo es deshonesto”
Si estoy seguro de lo que quiero necesito arriesgarme y vivirlo. Creer no sirve de nada si no lo respaldo con acciones. Si lo que hago no va de acuerdo con lo que pienso resulta estresante. Mi vida debe ir de acuerdo con lo que de verdad creo y en lo que quiero convertirme. Tener un poco de miedo significa prudencia, pero ser deshonesto nunca.
“Sé el cambio que quieres ver en el mundo”
Gandhi con su actitud hizo vida este pensamiento que forma parte de su legado. Hay un viejo adagio que dice: Debemos oír  el consejo de alguien a quien quisiéramos parecernos. Gandhi creía en una India libre, pacífica, sin la opresión de naciones poderosas y lo logró. El mundo necesita de personas integras.
“Sin acción no vas a ir a ningún lado”
Gandhi aclara que si no haces algo no va a pasar nada. Urge comenzar hoy. Es indispensable que la vida que vivimos vaya a la par con la visión que queremos crear. Así es como suceden las cosas.  La creencia es muy cierta y necesaria, pero tomar decisiones y actuar es inaplazable.
“Cambia, tú tienes el control”
Gandhi lo hacía siempre. Si somos mejores personas y además luchadores incansables, haremos que los demás también lo sean, de manera muy especial nuestros hijos. Tenemos el poder de cambiar y por si esto fuera poco, tenemos también el control de nuestra vida.
De mi parte y por la experiencia que me da el tiempo vivido, sugiero que siempre te encomiendes   al Creador antes de emprender cualquier tarea, por simple que te parezca.   
Antonieta B. de De Hoyos.                                         2/ 5/20

                                                        


martes, 28 de enero de 2020



La dificultad es  la mejor manera de aprender. 
Tenemos plena conciencia de que la vida se inicia con una lucha y el mejor ejemplo es el nacimiento de un bebé cuando se ve obligado, a abandonar la seguridad que disfruta en el vientre materno para iniciar su propio destino.
Pero, ¿Por qué se presentan estas dolorosas experiencias? Pues porque está escrito que es la única manera en la que recibimos múltiples beneficios, por ejemplo: nuestro carácter se moldea y el espíritu se fortalece, cualidades que nos hacen mejores personas.
Imposible cerrar los ojos y negarnos a la  realidad, sabemos que nuestra existencia está llena de dificultades y que si nos descuidamos, estas contrariedades son capaces  de paralizarnos y hacer que todo a nuestro alrededor se oscurezca.
Es en ese trance que debemos mirar hacia adelante y agradecer las bendiciones recibidas a la vez que luchamos por olvidar los malos recuerdos. Nunca se debe huir de los problemas, mucho menos acobardarse cuando están a punto de llegar. Aquí lo mejor es pedir a Dios con fervor, que ilumine nuestra mente para superarlos.
Si estamos  tan desesperados y creemos que hemos llegado al límite, es indispensable armarse de paciencia porque es la llave de la esperanza. El lado bueno que tienen las dificultades es que nos sacan de la rutina, de la comodidad, del letargo, del ajetreo y de la frivolidad de la vida moderna. Al aprovechar estas valiosas experiencias nos damos cuenta de lo que significa adentrarse en la maravillosa dimensión espiritual, que es más profunda y verdadera.
Cuando se siente el poder de Dios, apreciamos la forma cómo nos saca adelante de situaciones verdaderamente difíciles, en esos momentos nuestra fe se fortalece y nuestra esperanza se renueva. 
Cada problema, revés, castigo o dolor nos moldea para ser mejores, Dios siempre quiere que tengamos una vida feliz y productiva, para que seamos  ejemplo de la vida buena y de esa manera influir en los demás.
Las dificultades enriquecen nuestra vida personal, por eso no hay que  tenerles miedo. Para todos los problemas sean emocionales, profesionales o familiares siempre hay una solución.
Abrir la mente a otros proyectos, salir a caminar, a tomar un café, disfrutar de un baño relajante, leer un libro, ir al cine, jugar póker. Lo esencial es alejar los pensamientos negativos para permitir que la mente funcione.  
Es muy provechoso mirar con atención toda clase de experiencias, buenas, malas, alegres o tristes, porque ese es el mejor método para aprender y alcanzar la excelencia.
Antonieta B. de De Hoyos                              1/29/20

miércoles, 22 de enero de 2020


¡Estoy que exploto!
-Se llevó las manos a la cabeza y con una mirada profunda y un rostro desencajado dijo: “La verdad es que estoy que exploto y casi quisiera matarlo si pudiera. Mi enojo es increíblemente grande y luego de explotar, tengo que ir a pedirle perdón a Dios, porque sé que no me debo enojar”. Entonces el sacerdote le dijo: ¿Y por qué no te debes enojar? Ella lo miró incrédula, como si lo  escuchado hubiera sido un disparate. -Pues porque es pecado y Dios no quiere que yo me enoje. Él le contestó, ¿Estás segura de lo que acabas de decir?
Como seres humanos somos débiles y es fácil que sintamos disgusto en diferentes ocasiones, en esos momentos lo importante es que conozcamos lo que nos ayuda a superar el enojo cuando es mucho más que un simple berrinche.
En el matrimonio y en la vida diaria es muy difícil estar de acuerdo siempre, son realmente raras las personas que lo logran de acuerdo a sus temperamentos. Todos tenemos diferente desarrollo físico y mental,  diferente crianza, diferentes estímulos.
Lo principal es que aprovechemos esa oportunidad para poner a trabajar nuestra inteligencia, haciendo uso inmediato de las experiencias pasadas y de nuestra valiosa intuición, para manejar con acierto el problema.
Aun hoy, a pesar de que muchas personas continúan sin aceptarlo, lo primero que debemos hacer es despertar nuestra espiritualidad, con el propósito de evitar a como dé lugar que la mente se llene de rencor, es en esos precisos instantes cuando hay que  buscar el apoyo de Dios, solo así estaremos dispuestos a dar o, a recibir perdón.
Visto desde el plano humano, el enojo en si no es malo es tan solo una forma de expresar la emoción que sentimos. Pero no olvidemos que las emociones bien encauzadas son un regalo de Dios con el fin de que la humanidad, continúe en movimiento.
La peor enfermedad dentro de las relaciones de parejas o personales es el enojo sin resolver, son esos pequeños y grandes disgustos el motivo por el que aumentan los divorcios, se distancian amigos y familiares y lo peor es que las cifras de asesinatos y suicidios se elevan,  todo por el simple hecho de no saber cómo manejar estas decepciones internas.
Es el enojo mal encauzado el que conduce a la gente al aislamiento, el enojo congela el amor hasta matarlo. El mejor remedio para retomar una buena relación es el perdón de corazón, este tiene el poder de renovar los más bellos sentimientos y de regresar el calor a los hogares.
Cuando la persona grita, se exalta y maldice, lo mejor es salir a caminar y pensar con detenimiento en el dolor que con su conducta está causando a su pareja, a su familia y a sí mismo. Después de la tormenta siempre llega la calma, espera un poco y regresa con el más ferviente deseo de volver amar, perdonar y perdonarte.   
Antonieta B. de De Hoyos.                                    1/ 22/20

miércoles, 15 de enero de 2020


Y ahora ¿qué hacemos?
Es terrible lo que está sucediendo en cualquiera de los puntos a donde nuestra mirada se pose. El planeta está sobre poblado y pareciera que quisiéramos reducir su cantidad de habitantes, matándonos.
La guerra en medio oriente no es el principio, sino la continuación de muchos enfrentamientos entre las naciones en disputa motivados por la ambición, los países pobres siguen en su pobreza extrema aunada al hambre y la enfermedad, mientras una minoría en los países del primer mundo y en los que están en vías de desarrollo gozan de los excesos.
Lo cierto es que mientras el cristianismo y toda doctrina que se basa en principios humanitarios son laceradas, vemos asombrados como la falta de amor al prójimo nos está destruyendo.
Es tal la agresividad y la cantidad de armas que circulan en la sociedad, que no hay día en el que no sea noticia un asesinato y lo que es peor, el incremento como consecuencia de esas terribles acciones, de personas discapacitadas por sus heridas.
La fila de huérfanos y viudas se alarga, la gente siente miedo de salir a la calle a realizar sus tareas habituales, presentimos que en cualquier momento podremos  estar en el  lugar equivocado a pesar de nuestra inocencia.
Por supuesto que urge encontrar a los responsables de esta terrible situación, por eso ponemos en primer lugar a las autoridades, a el gremio policiaco, a los narcos, a los videojuegos, a los medios de comunicación, a los hombres y mujeres que abandonan a sus hijos condenandolos a caer en los vicios y bandas criminales.
En un espacio de silencio, miremos hacia nuestro interior y reflexionemos sobre la conducta de todos. ¿Cuantos conocemos y practicamos los Diez Mandamientos? ¿Cuantos nos acercamos al templo a orar y dejar de condenar la conducta de algunos sacerdotes? ¿Cuantos persignamos a nuestros niños al amanecer y al anochecer? ¿Cuántos les damos buenos ejemplos? ¿Cuantos bendecimos nuestros alimentos y nuestro hogar?
En mi época de educadora leí un libro que se llamaba “Educar en la sensibilidad”, normas de buena conducta que debían seguirse dentro y fuera del hogar y de manera muy especial invitaba a despertar y fortalecer el espíritu infantil. En sus páginas sugería a los padres a  esmerarse en la educación de sus hijos antes de que terminara su niñez
No en balde aquella frase de “Dame a un niño hasta los siete años y después has con él lo que quieras”. Ya en su etapa adulta será muy difícil que se salga del buen camino.     
La ignorancia, la falta de educación moral y espiritual nos está hundiendo en este espantoso fango. Oremos y trabajemos en el cambio maestros, padres de familia y adultos en general. Sabemos que es una  ardua tarea pero hagámoslo, que no quede en nuestra conciencia que por negligentes contribuimos en mucho a su destrucción.   
Antonieta B. de De Hoyos                                 15/1/20

miércoles, 8 de enero de 2020


¡Dios sana la depresión!
En la actualidad la depresión es sin duda uno de los problemas más comunes, desafortunadamente la tasa de suicidios se ha incrementado sin importar edad ni sexo, los médicos han llegado a nombrarla como el resfriado común de las enfermedades emocionales. El diccionario la define como un sentimiento de desesperanza extrema, todo se siente perdido, ya nada se puede hacer. Pero lo que de verdad debe preocuparnos es que todos estemos expuestos a ella.
Entonces, ¿Cuál es el remedio de Dios para curar la depresión?
En primer lugar reconocer que no es un pecado es tan solo un síntoma, es como un foquito de advertencia, lo importante es dar solución al problema que está  en el interior  de la persona, aceptar que algo anda mal y que la salud está quebrantada.
El remedio de Dios incluye descanso, alimentación y relajación. Es fundamental la salud del cuerpo en el control de las emociones por eso hay que descansar, comer sano y hacer ejercicio diario.  
Expresar los sentimientos, decir no al fracaso y una buena confesión ayuda mucho, ya que por mal que nos vaya nunca debemos dejar de comunicarnos con Dios. Urge decirle  cómo nos sentimos y alejar lo negativo.
Por supuesto que Dios nunca prometió que esta vida sería fácil, pero si nos prometió que estaría siempre con nosotros en los momentos de dolor. Él es el mejor antidepresivo.
Orientemos nuestra vida, eliminemos la autocompasión, sirvamos a quien nos necesite, de ese modo veremos las cosas de otro color, busquemos un amigo que nos aliente la amistad es para aliviar las cargas del otro.
Dos veces en mi vida he sufrido de depresión en un intervalo de diez años. En mi primera y difícil experiencia tomé antidepresivos por dos meses, después decidí suspenderlos y entregarme a la oración. Cada vez que sentía esa sensación de vacío, de soledad, de impotencia, tomaba mi rosario y rezaba con devoción, así fue como me recuperé. La segunda ocasión ya convertida en adulto mayor, con medicina naturista y mi rosario en la mano de nuevo la vencí.
Hoy me siento feliz, acepto la vida como venga y ruego a Dios por su protección para todos los que amo y para mí de manera especial. Sé que llegarán esos tiempos dificultosos  que solos no podemos superar, lo maravilloso es que siempre contamos con Él para continuar.
Antonieta B. de De Hoyos                                   1/8/20