¡Estoy que exploto!
-Se llevó las manos a
la cabeza y con una mirada profunda y un rostro desencajado dijo: “La verdad es
que estoy que exploto y casi quisiera matarlo si pudiera. Mi enojo es
increíblemente grande y luego de explotar, tengo que ir a pedirle perdón a
Dios, porque sé que no me debo enojar”. Entonces el sacerdote le dijo: ¿Y por
qué no te debes enojar? Ella lo miró incrédula, como si lo escuchado hubiera sido un disparate. -Pues
porque es pecado y Dios no quiere que yo me enoje. Él le contestó, ¿Estás
segura de lo que acabas de decir?
Como seres humanos
somos débiles y es fácil que sintamos disgusto en diferentes ocasiones, en esos
momentos lo importante es que conozcamos lo que nos ayuda a superar el enojo
cuando es mucho más que un simple berrinche.
En el matrimonio y en
la vida diaria es muy difícil estar de acuerdo siempre, son realmente raras las
personas que lo logran de acuerdo a sus temperamentos. Todos tenemos diferente
desarrollo físico y mental, diferente crianza,
diferentes estímulos.
Lo principal es que
aprovechemos esa oportunidad para poner a trabajar nuestra inteligencia, haciendo
uso inmediato de las experiencias pasadas y de nuestra valiosa intuición, para
manejar con acierto el problema.
Aun hoy, a pesar de que
muchas personas continúan sin aceptarlo, lo primero que debemos hacer es despertar
nuestra espiritualidad, con el propósito de evitar a como dé lugar que la mente
se llene de rencor, es en esos precisos instantes cuando hay que buscar el apoyo de Dios, solo así estaremos
dispuestos a dar o, a recibir perdón.
Visto desde el plano
humano, el enojo en si no es malo es tan solo una forma de expresar la emoción
que sentimos. Pero no olvidemos que las emociones bien encauzadas son un regalo
de Dios con el fin de que la humanidad, continúe en movimiento.
La peor enfermedad
dentro de las relaciones de parejas o personales es el enojo sin resolver, son esos
pequeños y grandes disgustos el motivo por el que aumentan los divorcios, se
distancian amigos y familiares y lo peor es que las cifras de asesinatos y suicidios
se elevan, todo por el simple hecho de
no saber cómo manejar estas decepciones internas.
Es el enojo mal encauzado
el que conduce a la gente al aislamiento, el enojo congela el amor hasta
matarlo. El mejor remedio para retomar una buena relación es el perdón de
corazón, este tiene el poder de renovar los más bellos sentimientos y de
regresar el calor a los hogares.
Cuando la persona
grita, se exalta y maldice, lo mejor es salir a caminar y pensar con
detenimiento en el dolor que con su conducta está causando a su pareja, a su
familia y a sí mismo. Después de la tormenta siempre llega la calma, espera un
poco y regresa con el más ferviente deseo de volver amar, perdonar y perdonarte.
Antonieta B. de De
Hoyos. 1/ 22/20
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