Comencemos
por detener la deshonestidad.
Nunca ante el
poder ni el oro me arrodillo,
y aunque me agobia padecer tirano,
me muero de
hambre, pero no me humillo,
seré cadáver
pero no gusano.
Antonio Plaza.
Durante la
semana me llegó un correo en el que se me informaba, la manera en que se lleva
a cabo la “operación carrusel”; me
da pena, pero tengo que reconocer que en mis tantos años, jamás pasó por mi
mente que esta fabulosa estafa electorera existiera, y que se practicara en mi
ciudad, estado y país.
Pero, ¿cómo
podemos pedir a las nuevas generaciones que salgan a emitir su voto, si desde
la raíz hasta la copa, el árbol de la democracia esta envenenado? ¿Cómo hacerlo
si por sus ramas y hojas supura la corrupción, la ambición desmedida y la insensibilidad
hacia los desposeídos? Cometemos una gran desfachatez al pedir a los jóvenes
que luchen por sus ideales, que estudien
y trabajen para que en su país florezca la libertad y la igualdad social, si
les damos pésimos ejemplos.
Es una
obligación moral que todos desde donde nos encontremos y de acuerdo a nuestra
capacidad, nos esforcemos en detener tanta deshonestidad. Hemos sido bendecidos
con una nación maravillosa, que desafortunadamente ha sido y sigue siendo
saqueada por malandrines acaudalados, esos
a los que en muchas ocasiones nosotros mismos les damos el mando.
Es necesario despertar,
constatar y reaccionar, ante las desvergonzadas acciones de algunos políticos,
que durante sus campañas aseguran protección al electorado pero que llegado el
momento le desamparan. Urge encontrar ese líder dueño de valores éticos y
principios religiosos, esa persona sensible al dolor ajeno, esa que siente en
carne propia la hambruna de su gente.
Los mexicanos
no somos de primera ni de segunda, lo que sucede es que toleramos una tremenda desigualdad social; mientras unos cuantos
tienen de sobra, otros muchos no saben si comerán mañana.
Parecería una
utopía pero no lo es, esto es algo que poco a poco va haciéndose realidad. Y es
precisamente en este siglo XXI, cuando la
fuerza de los jóvenes y la sabiduría de los viejos se unan, cuando México renacerá
y su gente disfrutará de la calidad de vida que se merece. Muy cercano está el
día en que los servidores del pueblo, se inclinen ante él.
Pero comencemos
por abolir la impunidad, hagamos efectivo el castigo para el que delinque, marquemos
el alto al voraz enriquecimiento de servidores públicos, no más gobernantes manirrotos,
no más explotación y destrucción de la naturaleza.
Salgamos a
votar honestamente, sin pillerías. Elijamos, y si debemos morir por
equivocarnos, agonicemos de pie como los árboles…
Antonieta B.
de De Hoyos
Junio 27/12