viernes, 30 de marzo de 2012

Esquizofrenia moral.

Un día, cuando me invitaron a dar una pequeña charla sobre superación personal, me encontré frente a frente con una  de esas asistentes que llegan al lugar, con la intención de molestar. Al termino de mi disertación recuerdo que le dije: “Sería mejor que disfrutaras la belleza de la luna, en vez de  criticar el dedo que te la señala”. Recuerdo muy bien que desde que aprendí este proverbio, no he desperdiciado los buenos momentos en discusiones insulsas.

Creo que lo mismo nos está pasando ahora, ya que después de que nos visitó Su Santidad Benedicto XVI, perdemos el tiempo en críticas en vez de instruirnos con la sabiduría de su mensaje y la gratuidad de su presencia. Gracias al internet empecé a recibir casi de inmediato el texto de sus conferencias, homilías, entrevistas, etc. Me quedó claro que es imposible resumir en una cuartilla la sapiencia de sus consejos, sus años vividos, sus conocimientos acumulados, su profunda espiritualidad; sobre todo sus recias palabras, que fuerzan a pensar tanto a devotos como a escépticos.

Me admiró la manera como manejó la difícil situación social, política y económica  por la que atravesamos. Su actitud bondadosa me recordó los años mozos, aquellos tiempos en que los padres casi sin lastimarnos pero con gran firmeza, señalaban nuestros errores.

Su Santidad Benedicto XVI sintió la alegría y la fidelidad de los mexicanos, pero también palpó su sufrimiento por la violencia extrema que le ahoga, la corrupción y el desempleo. La iglesia católica tiene un gran compromiso con el pueblo de México, por eso debe fortalecerlo para que no desista en su lucha contra el mal.

Para lograr la paz que tanto imploramos, es necesario primero anunciar a Dios, al Dios que nos ama y quiere nuestro bien. La iglesia renovadora debe educar las conciencias, educar en la responsabilidad moral, desenmascarar el mal, romper la idolatría por el dinero que esclaviza, acabar con las falsas promesas, la mentira y la estafa que está detrás de la droga y el poder.

Las personas necesitamos confiar en lo eterno, si Dios está en lo infinito, no tenemos para qué crearnos falsos paraísos terrenos, ni necesidades ni satisfactores frívolos, ni buscar una sexualidad desordenada, eso nos pasa porque tenemos ausencia de Dios. Por eso es muy importante que le invoquemos, que esté presente entre nosotros en el día a día, accesible con su bondad y con su verdad, esa verdad que todos deseamos conocer.

Existe un alto porcentaje de católicos que sufren esquizofrenia moral, (desequilibrio entre moral individual y moral pública) en lo privado son excelentes católicos, creyentes, hombres de fe, pero en lo público siguen otros caminos que no corresponden a los grandes valores del Evangelio, impidiendo así la fundación de una sociedad justa.

Es apremiante educar para superar esta esquizofrenia, porque la moral pública debe ser una moral razonable, compartida y practicada por creyentes o no, es una moral de la razón. A través de la fe podemos ver mejor tantas cosas, que también ve la razón, pero es la fe la que nos sirve para liberar a la razón, de esos falsos intereses que nos aniquilan.

Antonieta B. de De Hoyos                                               Marzo 28/12.

sábado, 24 de marzo de 2012

El tercer acto de la vida. 

Cuando escuché la disertación de Jane Fonda, no pude evitar el sentirme aludida porque hablaba de aquellas personas que cuando llegan a los sesenta años, pierden de momento su seguridad y se entristecen. Ella dice que en el siglo que terminó, la humanidad ha vivido muchas revoluciones de las cuales, la más importante es la revolución de la longevidad, no en balde ahora se vive un promedio de 34 años más que nuestros antepasados.

Menciona, que en la actualidad se sigue midiendo la edad como una curva tipo arco, dónde la edad comienza cuando se nace, tiene su pico más alto en la mediana edad, para después descender  y llegar a la decrepitud, considerándose la edad como una enfermedad.

Para evaluar el envejecimiento, existe una metáfora más apropiada denominada “la escalera”. Esta es una escalera en la que se sube peldaño a peldaño, por año vivido, pero junto con el cuerpo asciende el espíritu humano que nos brinda sabiduría, integridad y autenticidad.

La edad no es una enfermedad es un potencial propio, cada uno lo posee sin distinción, aquí no hay afortunados. Razón por la que muchas personas mayores de cincuenta años, se sienten mejor que antes, están menos estresadas ​​y son menos hostiles, menos ansiosos. Esta es una etapa en la que vemos las cosas que tenemos en común y no las diferencias, incluso se asegura que somos más felices. Porque cuando ya está uno dentro de la vejez, en lugar de mirar lo que se derrumba y de sentir miedo de ir hacia afuera, nos damos cuenta de que ahora vivimos como verdaderamente somos. 

Dicen los expertos que una tercera parte de la vejez es de origen genético, es herencia de nuestros padres y al respecto no podemos modificar nada, pero quedan dos terceras partes en este tercer acto de la vida, que nos permite hacer de estos años todo un éxito y marcar la diferencia.

Todo en este mundo va hacia el deterioro, a la decadencia, solo hay algo que reafirma la excepción de la regla y ese es el espíritu humano; éste puede continuar evolucionando hacia arriba, hasta llegar bien fortalecido al último peldaño de la escalera, dándonos sabiduría, integridad y autenticidad.

Somos seres privilegiados porque nacemos con este espíritu, pero a veces lo oprimimos ante los retos  de la vida, de la violencia, del abuso y de la negligencia, incapacitándonos para amar más allá, de la forma en que lo hace el mundo. 

Para saber a dónde voy después de cumplir los sesenta, necesito saber de dónde vengo, repasar los dos primeros actos, “hacer una revisión de vida”. Dejar de pensar en culpas, perdonar y perdonarse a sí mismo. Liberarse del pasado es la función del tercer acto. La felicidad no está en tener experiencias que nos hacen sabios, sino en reflexionar sobre las experiencias que hemos tenido lo que nos hace sabios. En nuestro tercer acto podemos encontrar mayor gozo que en los anteriores…, si marcamos nosotros la diferencia.

Antonieta B. de De Hoyos.                             Marzo 21 /12

sábado, 17 de marzo de 2012

Vivir a plenitud, es lo de hoy.

Todos en general, no dejamos de orar pidiendo para que la paz regrese a nuestro país, a nuestro estado y a nuestra ciudad. Pedimos porque nuestras colonias vuelvan a ser seguras, porque todo vuelva a la normalidad. Nos hemos dado cuenta que la enfermedad y la carestía puede superarse, pero que el miedo, la angustia, el no saber que va a pasar, el imaginar que a salto de mata aparezcan esos personajes sin escrúpulos destruyendo familias, matrimonios, ilusiones; eso sí que daña el alma y el cuerpo.

Ojalá y estuviera en nuestras manos como sociedad, acabar con este paralizante lastre del milenio, quizás si retomamos los valores familiares, inculcamos de nuevo el respeto y el temor de Dios, exigimos resultados a las autoridades, lográramos disminuirlo; pero mientras eso sucede, no estaría de más aprender a vivir a plenitud, tal como lo hacían nuestros abuelos.

 ¿Qué significa plenitud?  Totalidad, abundancia, desarrollo. Plenitud es reconocer que de todos los momentos vividos durante el día, hay algunos que nos da mayor satisfacción realizarlos, pero  por las prisas no los percibimos, ni siquiera los valoramos. Es necesario hacer conciencia en ellos, pues solo así podremos hacer un balance de la cantidad enorme de cosas positivas que nos ofrece la vida. Por ejemplo: la hora de la comida o del descanso, la plática agradable con la pareja, el compartir con los hijos cuando estudian, el jugar juntos, el acudir a una fiesta. Todos son momentos maravillosos que no tomamos en cuenta, no los vemos como regalo divino.

Plenitud es estar consciente de ese bello momento, de los resultados positivos que acarrea y la forma en que estos contribuyen a nuestra realización personal, física, intelectual, económica, social y espiritual. No es necesario salirnos de lo cotidiano para sentir a plenitud, basta mentalizarla fugazmente, -existen y existo- para reconocer la importancia de lo que estamos haciendo o el momento que estamos viviendo.

Si algo emociona o satisface, disfrútelo en la medida que lo sienta, no lo evite, iría contra natura; ría, baile, cante, llore, ame, pero nunca tome decisiones importantes mientras dure la emoción.

Es indispensable vivir con intensidad las cosas buenas por pequeñas que sean, a veces nos olvidamos del enorme valor que posee lo acostumbrado, lo que se vive día a día, sin saber que son precisamente éstas sencillas cosas, las que nos tonifican para cuando la adversidad se presente.  

El momento de plenitud es aquel que disfrutamos mucho, tanto que no quisiéramos que terminara; un sabroso pastel, un abrazo amoroso, unas palabras dulces, la lluvia, el sol, la gente, las flores… ¡Qué maravilla! Aminoremos el paso y no nos mortifiquemos por lo no alcanzado. Agradezcamos a Dios  por el instante y lo recibido, gocemos del aquí y el ahora  cristiano, lo demás llegará a su tiempo, pero para entonces nuestra fe estará fortalecida.  

Antonieta B. de De Hoyos                                  Marzo 14/12

martes, 13 de marzo de 2012

La mujer y los retos del milenio

Gracias a diferentes lecturas, he podido constatar el gran esfuerzo realizado por miles de mujeres mexicanas, para obtener sus derechos fundamentales y, la manera  como muchas de ellas ha sacrificado y siguen sacrificando su vida personal, en pos de sus ideales. Desafortunadamente el trabajo de la casa y su poca experiencia laboral, le obligan a tomar empleos de poca calidad y mal remunerados.

La verdad es que relativamente son pocas, las que han logrado la igualdad en el trabajo y en la responsabilidad en el hogar, como para poder participar en espacios públicos y puestos de decisión y mando. Condición que les permite un desarrollo pleno de sus capacidades y además disfrutar de mejores puestos con magníficos salarios. 

Aun hoy, para los varones es más productivo fijar en la mente y en el corazón de la mujer, que el matrimonio no es el fin único de su existencia; antes que abolir la actitud terrible y destructora del machismo, conducta de la que muchos se vanaglorian cuando se empecinan en no reconocer el talento y la dignidad femenina.  

En pleno siglo XXI, para que ella pueda lograr sus sueños y desempeñarse en su vocación, es indispensable que se esfuerce por alcanzar su independencia económica, pues solo con la fuerza del dinero está demostrado que podrá continuar exigiendo la equidad en los accesos a la educación, profesionalización y vida laboral.

Este mundo fue creado por hombres y para hombres, pero ya han cometido muchos errores y el principal, no tener la suficiente humildad para reconocer el valor femenino. Cuando se enfrentan dos personas de diferente género, intentando uno dominar al otro, siempre habrá tensiones. Pero si uno de los dos (en este caso los señores) goza de  privilegios y triunfa sobre el otro, por lo regular no es justo y cae en la dominación.   

Gracias a Dios soy mujer y me siento orgullosa por el propio hecho de serlo. Toda mi vida he confiado en la intuición femenina y jamás me ha fallado. Creo firmemente que todas podemos enriquecer el futuro de este mundo e incentivar la plenitud de las relaciones humanas. Hoy las mujeres buscamos la prosperidad para todos, para el esposo y para los hijos, queremos el equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero. 

Urge que se le deje de ver como símbolo sexual, que se den cuenta todos y muchas, que la belleza de una mujer no está en la ropa que se ponga o que se quite, ni en la figura natural o artificial que tenga. La belleza de una mujer está en sus ojos, ellos irradian el amor que hay en su corazón. La verdadera belleza de una mujer está en su inteligencia, en su capacidad de servir, en la pasión que muestra en lo que hace. Los años no la dañan por el contrario, acrecientan su sabiduría y su decoro  femenino.

Antonieta B. de De Hoyos                                       marzo 7/12.
La familia sí, pero defendamos primero el matrimonio.

Buscando información encontré la homilía que el Obispo de San Sebastián, Don José Ignacio Munilla dirigió a los fieles, en la catedral de una ciudad vasca. El prelado  aludió la alarmante cifra de divorcios que en la actualidad se realizan en España, donde de cada cien uniones, setenta y cinco se disuelven. Razón por la que pidió no minimizar la tragedia que encierra esta negativa  actitud, ya que no son simples estadísticas, pues detrás de estos datos fríos se esconden dramas personales, vidas llenas de fracaso y dolor, niños desconcertados y futuros inciertos.

Dijo también, que vivimos en una generación que ha conquistado grandes progresos  técnicos-sociales, pero que al mismo tiempo sufre de una gran crisis espiritual; aseguró que la sociedad actual padece una orfandad moral y espiritual bastante notoria. El materialismo sofocante y la frivolidad generalizada, hacen que estemos más necesitados que nunca de padre y de madre. De hecho, las heridas afectivas son más frecuentes entre nosotros de lo que imaginamos, podríamos afirmar que en nuestros días, ese ser humano que presume falsamente de autosuficiencia, ahora le apremia más ser protegido con entrañas de misericordia.

Monseñor,  invitó a los presentes a un esfuerzo paciente en pro de la reagrupación de las familias rotas. La salud del matrimonio y la salud de la familia, están especialmente necesitadas de misericordia, urge la sanación de las heridas originadas por tantas rupturas. No hay mejor acto de piedad  que luchar por la unidad de la familia y ayudar  al reencuentro de las parejas separadas. No podemos permanecer con los brazos cruzados mientras nuestros familiares, conocidos y vecinos, fracasan en sus proyectos matrimoniales. Es imprescindible que en la medida en que lo veamos oportuno, nos ofrezcamos como canales de comunicación hacia quienes pueden ayudarles: terapeutas, sacerdotes, guías espirituales y adultos mayores con experiencia.

Pidió a los políticos que favorezcan la estabilidad de la familia, es muy triste que se haya llegado a identificar el concepto de conciliación familiar, con los esfuerzos a favor de una ruptura legalizada, en lugar de atender la conciliación familiar como una terapia para superar las dificultades que ponen en peligro la unidad de la familia.

En México, nuestros políticos promueven leyes que aniquilan por completo el valor moral y afectivo de la familia; entre ellos el contrato de convivencia, la unión legal (?) de parejas del mismo sexo y su posibilidad de convertirse en padres adoptivos. Al mismo tiempo la Secretaría de Gobernación, permite las trasmisiones a nivel nacional de telenovelas, entrevistas y espacios de divertimento obsceno, que incita a la infidelidad, promiscuidad, sexo precoz, aborto, abandono, violencia, homicidios pasionales, pederastia y todo bajo el régimen de la impunidad.

Necesitamos organizar eventos donde los matrimonios demuestren, que a pesar de la adversidad se puede ser feliz hasta el final de la vida, siendo bendecidos por Dios y por la propia familia.

Antonieta B. de De Hoyos                                                      Febrero 29/12

lunes, 5 de marzo de 2012

Ley del Cambio Climático en México


EL CAMBIO CLIMÁTICO REQUIERE ACCIONES NO 

DECLARACIONES.

A unos cuantos meses de que concluyan las funciones del actual Congreso de la Unión, tanto senadores como diputados están decididos a cumplir por lo menos con una demanda ciudadana:  generar una legislación que obligue a la reducción de los gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global.

Esta Ley esta muy lejos de tener color pero si ha generado  mucho calor.

Para los grupos ambientalistas de nuestro país es una  buena noticia aunque no el fin de la campaña para logar  generación de energías limpias.

Sin embargo  este tibio proyecto de ley ya ha causado escorzor entre los Industriales que piensan que orillar a la industria a que utilice energías limpias puede agudizar  aun mas la crisis económica que vivimos los mexicanos porque ellos no pueden dejar de  acumular ganancias y para invertir en esas nuevas tecnologías amenazan con mejor desocupar a los obreros.

Es claro que  las acciones para enfrentar el cambio climático no corresponden a un solo sector de la sociedad. Es urgente pensar en acciones  incluyentes como lo sería  la reestructuración y eficientización del transporte publico en todos los municipios; motivar el uso de vehículos  híbridos; recuperar el gas metano  e invertir en la generación de electricidad para uso doméstico y alumbrado público por medio de centrales eólicas,  geotérmicas y solares. Diseñar políticas para que la distribución de la población sea tal que no se requiera la pérdida de tiempo ni generación de contaminantes por el transporte de los hogares a los centros de trabajo o escolares o descentralizar el Gobierno Federal para que muchas dependencias se trasladen a otras regiones del país fuera del D. F.

Urge también  que la sociedad a través de la educación permanente asuma la responsabilidad que tiene como generadora de contaminación y aprenda a reducir el volumen de basura doméstica que genera día con día.

Enfrentar el Cambio Climático no es  culpar únicamente a los industriales por la contaminación que generaron desde el establecimiento de la Revolución Industrial y la acumulación del capital en unas cuantas manos, sino pensar que el desarrollo sustentable y sostenible solo se puede lograr con la participación de la población total. A fin de cuentas un ser humano sano y con dinero es un trabajador que produce y un consumidor responsable de bienes y servicios.

No es justificable que  CANACINTRA se ampare con ejemplos como el de China que es  uno de los países que mas contamina, que tiene uno de los índices mas altos de cáncer originado por la contaminación ambiental  y por el uso indiscriminado de químicos,  que esta perdiendo zonas completas por sus desechos industriales y que esta a un paso de perder también su escasa cubierta vegetal, para manifestar  su desacuerdo en formar parte del equipo de mexicanos que podemos hacer nuestra tarea para revertir la huella ecológica que hemos generado en nuestro afán consumista y de sentirnos los dueños de la vida en el planeta.
La Ley  General de Cambio Climático es apenas una gota de agua en la desertificación de la voluntad política y la aridez que mostró la actual legislatura en materia ambiental como para rechazarla solo porque no confiamos en los políticos de ningún color.
Profra. Josefina Sánchez Ponce

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domingo, 4 de marzo de 2012

La familia sí, pero defendamos primero el matrimonio.

Buscando información encontré la homilía que el Obispo de San Sebastián, Don José Ignacio Munilla dirigió a los fieles, en la catedral de una ciudad vasca. El prelado  aludió la alarmante cifra de divorcios que en la actualidad se realizan en España, donde de cada cien uniones, setenta y cinco se disuelven. Razón por la que pidió no minimizar la tragedia que encierra esta negativa  actitud, ya que no son simples estadísticas, pues detrás de estos datos fríos se esconden dramas personales, vidas llenas de fracaso y dolor, niños desconcertados y futuros inciertos.

Dijo también, que vivimos en una generación que ha conquistado grandes progresos  técnicos-sociales, pero que al mismo tiempo sufre de una gran crisis espiritual; aseguró que la sociedad actual padece una orfandad moral y espiritual bastante notoria. El materialismo sofocante y la frivolidad generalizada, hacen que estemos más necesitados que nunca de padre y de madre. De hecho, las heridas afectivas son más frecuentes entre nosotros de lo que imaginamos, podríamos afirmar que en nuestros días, ese ser humano que presume falsamente de autosuficiencia, ahora le apremia más ser protegido con entrañas de misericordia.

Monseñor,  invitó a los presentes a un esfuerzo paciente en pro de la reagrupación de las familias rotas. La salud del matrimonio y la salud de la familia, están especialmente necesitadas de misericordia, urge la sanación de las heridas originadas por tantas rupturas. No hay mejor acto de piedad  que luchar por la unidad de la familia y ayudar  al reencuentro de las parejas separadas. No podemos permanecer con los brazos cruzados mientras nuestros familiares, conocidos y vecinos, fracasan en sus proyectos matrimoniales. Es imprescindible que en la medida en que lo veamos oportuno, nos ofrezcamos como canales de comunicación hacia quienes pueden ayudarles: terapeutas, sacerdotes, guías espirituales y adultos mayores con experiencia.

Pidió a los políticos que favorezcan la estabilidad de la familia, es muy triste que se haya llegado a identificar el concepto de conciliación familiar, con los esfuerzos a favor de una ruptura legalizada, en lugar de atender la conciliación familiar como una terapia para superar las dificultades que ponen en peligro la unidad de la familia.

En México, nuestros políticos promueven leyes que aniquilan por completo el valor moral y afectivo de la familia; entre ellos el contrato de convivencia, la unión legal (?) de parejas del mismo sexo y su posibilidad de convertirse en padres adoptivos. Al mismo tiempo la Secretaría de Gobernación, permite las trasmisiones a nivel nacional de telenovelas, entrevistas y espacios de divertimento obsceno, que incita a la infidelidad, promiscuidad, sexo precoz, aborto, abandono, violencia, homicidios pasionales, pederastia y todo bajo el régimen de la impunidad.

Necesitamos organizar eventos donde los matrimonios demuestren, que a pesar de la adversidad se puede ser feliz hasta el final de la vida, siendo bendecidos por Dios y por la propia familia.

Antonieta B. de De Hoyos                                                      Febrero 29/12