miércoles, 27 de febrero de 2019


Conservemos el entusiasmo. 
El enemigo número uno del éxito es la falta de entusiasmo y lo perdemos, cuando caemos en una rutina asfixiante. La rutina es una costumbre arraigada, es un hábito que se adquiere por practicarlo constantemente y que luego más tarde, nos conduce a hacer las cosas sin razonarlas, de manera automática.  
Pero dejemos de juzgar si la rutina es buena o mala, porque todo va a depender de la forma en que la realizamos y el ambiente que nos rodea. Desafortunadamente es común que al caer en la rutina perdamos el entusiasmo, dejemos de disfrutar la vida, nos invada el desaliento, principal impedimento para que nuestras metas y sueños se vuelvan realidad.
El más triste ejemplo lo tenemos en la vida matrimonial, después lo vemos en nuestra profesión, en el colegio y en los eventos sociales a los que acudimos con regularidad, ahí casi sin sentirlo, se van tornando tediosos, aburridos, totalmente rutinarios.
Es normal que de vez en cuando durante el año nos sintamos agotados, desilusionados, hartos de hacer siempre lo mismo. Hay quienes piensan que eso sucede porque dejamos de ponerle pasión a lo que hacemos y podrían estar en lo correcto, ya  que sin esa fuerza interior es difícil  lograr algo grande o extraordinario en nuestra vida.
Dicen los que saben que los seres humanos sin excepción, tenemos en nuestro interior un toque de grandeza, que podemos activar en el mismo instante en el que despertemos nuestra pasión adormecida y generemos el entusiasmo indispensable para hacer realidad  nuestros anhelos.    
El entusiasmo mueve montañas, transforma toda crisis en una oportunidad, con el vivimos lo increíble, hacemos cosas que ni siquiera imaginamos posibles de lograr, algo nos mueve a esforzarnos más por lo que queremos, nos inspira en el matrimonio, en el trabajo y en la sociedad.
Una persona entusiasta supera todos los obstáculos o circunstancias que se le presentan en el camino, es como el escritor que vive su propia novela mientras la escribe. Solo con entusiasmo vemos nuestras ilusiones realizadas, sin el estamos muertos, todo a nuestro alrededor se estanca, la vida se consume.
Para recuperar el entusiasmo necesitamos volver la mirada el cielo y suplicar con vehemencia esa energía divina que se nos ha agotado. Queremos triunfar pero estamos débiles, apremia inyectar pasión a nuestra vida y hacer nuestra existencia más placentera.   
La resignación y la negatividad deben irse a la basura junto con los pensamientos “chatarra” tenemos que recuperar la alegría, soñar hasta dónde queremos llegar, en donde queremos estar y de inmediato activarnos. Busquemos gente que nos aliente a volar tan alto como las águilas, nunca claudicar, porque Dios premia la constancia con infinitos momentos de felicidad. Actívate, la vida es una aventura en la que tenemos el enorme  privilegio de disfrutarla.
Antonieta B. de De Hoyos                          2/27/19

miércoles, 20 de febrero de 2019


Hijos y nietos saludables…vejez en compañía.
El problema del sobrepeso y la obesidad infantil ha aumentado en los últimos años, hecho propiciado por los padres que premian a sus hijos con comida  chatarra. Conducta  inaceptable en la actualidad porque gracias a las campañas realizadas a través de los medios de comunicación, la ignorancia ha disminuido en la comunidad.   
Lo que de verdad apremia es provocar los cambios alimenticios en los hogares y para ello tenemos la fortuna de contar con la pirámide nutricional, tan recomendada por médicos y pediatras.   
Es realmente triste, pero el mal radica en la pasividad de los padres y adultos que rodean a los infantes, porque ellos si saben que el sobrepeso acarrea terribles consecuencias tales como la diabetes infantil y juvenil, que los obliga después a llevar una vida llena de sacrificios.
Cuando los menores con sobrepeso se convierten en adultos obesos, su calidad de vida se  deteriora, pronto llegan los problemas cardiovasculares, respiratorios, inflamatorios, hipertensión arterial o patologías osteo-articulares.
El gran pretexto de los adultos desobligados siempre ha sido el excesivo trabajo, las prisas, los compromisos y la pérdida de tiempo en diversiones. Lo bueno es que existen millones de personas adultas, que sí se comprometen y protegen a sus niños dándoles una sana alimentación.
Lo más recomendable es organizar un refrigerador y una despensa libre de chatarra y refrescos azucarados. También se puede colocar un platón en el centro de la mesa con frutas y verduras, conozco niños que disfrutan comiendo a mordidas un pimiento morrón, cilantro, pepinos con cáscara, manzanas, limones, zanahorias, etc.  
Lo principal será descartar todos los alimentos envasados y enlatados, a la vez que se inicia a los niños en la costumbre de raciones pequeñas, porque comer menos es la clave.
Es indispensable educar en el buen comer, sin prisas y en familia, teniendo en cuenta que nunca debe emplearse la fuerza, ni los castigos. Ésta es una labor de convencimiento hacia la importancia de una vida futura sana. No olvidemos dar el ejemplo es la clave del éxito.    
El aceite de oliva, pescado, legumbres, cereales, lácteos, huevos, frutas, verduras, yogur y frutos secos, podrían catalogarse como alimentos caros, pero usándolos con moderación  y sin desperdicio dan magníficos resultados. Desayunar, comer y cenar o merendar con sobriedad, incluyendo frutas y verduras sin llegar al hartazgo, evita el deseo de picotear chatarra entre horas y aleja de inmediato a la obesidad.  
Antes las abuelas eran felices cuando el recién nacido era rollizo, criatura que al empezar a gatear y caminar adelgazaba sin debilitarse, gracias a la sana alimentación que recibía. Hoy los bebes nacen delgados pero para su infortunio su desarrollo se basa en alimentos saturados de conservadores, grasas, sal, azúcares, y se ejercitan poco lo que les pronostica un  futuro complicado. El tiempo vuela y si queremos una vejez en compañía, será mejor que cuidemos la salud de nuestros niños, es la única forma de que podamos más adelante disfrutar a los anhelados nietos.    
Antonieta B. de De Hoyos.                                  2/20 /19

miércoles, 13 de febrero de 2019


¿Por qué a otros si y a mí no?
La mayoría de las personas cuando vemos triunfar a otros nos preguntamos ¿por qué a ellos les va tan bien y a mí no? Lo primero que nos viene a la mente es que nacieron dentro de una familia estable que les motivó para triunfar. Y aunque es un enorme privilegio que se debe agradecer, no es un factor de éxito porque un alto porcentaje de los  exitosos provienen de hogares desintegrados.
Entonces podríamos pensar qué es por tener todas sus necesidades cubiertas; pero tampoco lo es, ya que de acuerdo a los más recientes estudios socioeconómicos algunos hombres y mujeres de mayor éxito, provienen de la clase media y la clase media baja.
A veces también nos da por suponer que la vida les ofrece múltiples oportunidades. Y lo cierto es que existen personas con dones, talentos y recursos, que saben aprovechar la ocasión cuando se presenta, el resto a pesar de  poseer los mismos talentos las dejan pasar porque ni siquiera las ven, aquí todo depende del poder de observación.  
Otros creen, que todo se debe a que por ser personas íntegras tienen la suerte de su lado. La verdad es que hay gente muy honrada que nada logra en su vida, mientras tristemente vemos como los sinvergüenzas exitosos abundan.   
Están también aquellos que afirman que se debe a que nunca sufrieron decepciones, pero basta con poner atención a las noticias, para darnos cuenta de la cantidad de gente que se ve obligada a vencer incapacidades extremas, a sobrevivir tragedias terribles y aun así gracias a su esfuerzo se convierten en triunfadores. 
En conclusión. Solo hay un factor que sí determina el éxito y distingue a los exitosos de los que no lo son y que además marca la enorme diferencia entre la gente mediocre y la  victoriosa, ese factor es su reciedumbre. Poseen esa extraordinaria fuerza de voluntad que les incita a reaccionar de forma positiva, ante cualquier fracaso sin importar tamaño.
No hay nada que impacte más en el ánimo de la persona que el desaliento, (es el arma  favorita del demonio) éste anula por completo todo esfuerzo por alcanzar alguna meta. Quien adopta una actitud  derrotista, ha cancelado su futuro.
Necesitamos grabar en nuestra memoria que un fracaso no es el final, es tan solo el momento en el que debemos reactivarnos, para percibir las nuevas oportunidades y recomenzar. A veces una experiencia dolorosa, un inesperado despido en el trabajo o un forzoso cambio de residencia despierta y recuerda, que lo principal es sacar provecho de cada experiencia.
Organicemos nuestro tiempo, investiguemos las novedades financieras y tecnológicas, apliquemos el know-how,  anotemos en una agenda lo que queremos hacer y la manera como pensamos lograrlo, sin olvidar por supuesto que el orden es clave para alcanzar el éxito.
Conservemos el espíritu fuerte, porque para levantarnos de las caídas es imprescindible recibir la energía divina.    
Antonieta B. de De Hoyos                         2/13/19

miércoles, 6 de febrero de 2019


¡Aléjate de la tristeza! se vuelve vicio.
La  tristeza en el mundo ha ido en aumento, existen millones de mujeres sin importar edad que se aferran a ella, es una experiencia que se presenta varias veces en la vida y es forzoso detectarla por ser un mal que pesa, cansa y paraliza.
Cuando el miedo y el enojo no funcionan, nos entristecemos y lloramos impotentes en silencio, no  gritamos ni estallamos, nos quedamos desconcertadas, el rostro se endurece, la boca se cierra y no decimos nada.
Algunos creen que el llanto no es bueno y mucho menos en personas adultas, razón por la que nos vemos obligadas a aparentar ser siempre felices, positivas y complacientes. Pero lo cierto es que la tristeza impide ser feliz porque exige callar, curarse sola las heridas y recurrir a los antidepresivos si se cree conveniente; lo que confina a un círculo vicioso.
Lo primero es encontrar la causa de la tristeza profunda, pues es en esa problemática donde los sentimientos se confunden. En el amor se sufre y la persona amada, nada puede hacer.
Son muchos los que  aseguran que la felicidad está dentro de nosotras y que por esa razón debemos depositar ese amor hacia nuestros semejantes; aunque dicen los que saben que por lo general casi siempre la culpa de esta tristeza, está en la sensación de no sentirnos amadas ni valoradas por la persona en quien más confiamos y que son esas dudas las que nos llevan a la tristeza y depresión.
El camino indicado para comprender lo que sucede es el dialogo, es preciso hablar con la persona indicada acerca de nuestros sentimientos. ¡Pero ya!
En ocasiones son los hijos el motivo de la tristeza o, la pareja sentimental cuando no resultan como esperábamos se vuelve  urgente hablar con ellos. Una gran cantidad de  mujeres se sienten culpables al pensar que son ellas las equivocadas, sin tomar en cuenta que también otros cometen errores.    
A lo mejor es hora de buscar otro trabajo que dé más satisfacción, será difícil pero valdrá la pena el esfuerzo. La verdad es que  llorar es muy saludable porque las últimas lágrimas son reparadoras, alivian el alma y se llevan toda congoja.
La tristeza por lo regular es un enojo callado, hay que sacarlo del corazón y para ello nos ayudan las lágrimas. No podemos desalentarnos por lo pasado ni deprimirnos por lo que aún no llega y quizás nunca llegue.
Recordemos que nada es para siempre, la tristeza caduca y en algún momento va a terminar. Nuestro cuerpo nos pide un poco de paz, la oración es un consuelo, ¡quiérete mucho! Busca un pasatiempo, sal a pasear, respira aire fresco, despeja la mente.
Lee, desarrolla tu imaginación, charla con alguien, únete a una buena causa, sirve a quien te lo solicite eso te hará feliz y desaparecerá tu malestar, pero por favor… ¡Aléjate de la tristeza, porque se vuelve vicio!  
Antonieta B.  de De Hoyos.                             2/6/2019