¿Por qué a otros si y a
mí no?
La mayoría de las
personas cuando vemos triunfar a otros nos preguntamos ¿por qué a ellos les va
tan bien y a mí no? Lo primero que nos viene a la mente es que nacieron dentro
de una familia estable que les motivó para triunfar. Y aunque es un enorme privilegio
que se debe agradecer, no es un factor de éxito porque un alto porcentaje de
los exitosos provienen de hogares
desintegrados.
Entonces podríamos
pensar qué es por tener todas sus necesidades cubiertas; pero tampoco lo es, ya
que de acuerdo a los más recientes estudios socioeconómicos algunos hombres y
mujeres de mayor éxito, provienen de la clase media y la clase media baja.
A veces también nos da
por suponer que la vida les ofrece múltiples oportunidades. Y lo cierto es que
existen personas con dones, talentos y recursos, que saben aprovechar la ocasión
cuando se presenta, el resto a pesar de
poseer los mismos talentos las dejan pasar porque ni siquiera las ven, aquí
todo depende del poder de observación.
Otros creen, que todo
se debe a que por ser personas íntegras tienen la suerte de su lado. La verdad
es que hay gente muy honrada que nada logra en su vida, mientras tristemente
vemos como los sinvergüenzas exitosos abundan.
Están también aquellos que
afirman que se debe a que nunca sufrieron decepciones, pero basta con poner
atención a las noticias, para darnos cuenta de la cantidad de gente que se ve
obligada a vencer incapacidades extremas, a sobrevivir tragedias terribles y aun
así gracias a su esfuerzo se convierten en triunfadores.
En conclusión. Solo hay
un factor que sí determina el éxito y distingue a los exitosos de los que no lo
son y que además marca la enorme diferencia entre la gente mediocre y la victoriosa, ese factor es su reciedumbre.
Poseen esa extraordinaria fuerza de voluntad que les incita a reaccionar de
forma positiva, ante cualquier fracaso sin importar tamaño.
No hay nada que impacte
más en el ánimo de la persona que el desaliento, (es el arma favorita del demonio) éste anula por completo
todo esfuerzo por alcanzar alguna meta. Quien adopta una actitud derrotista, ha cancelado su futuro.
Necesitamos grabar en nuestra
memoria que un fracaso no es el final, es tan solo el momento en el que debemos
reactivarnos, para percibir las nuevas oportunidades y recomenzar. A veces una
experiencia dolorosa, un inesperado despido en el trabajo o un forzoso cambio
de residencia despierta y recuerda, que lo principal es sacar provecho de cada experiencia.
Organicemos nuestro
tiempo, investiguemos las novedades financieras y tecnológicas, apliquemos el
know-how, anotemos en una agenda lo que
queremos hacer y la manera como pensamos lograrlo, sin olvidar por supuesto que
el orden es clave para alcanzar el éxito.
Conservemos el espíritu
fuerte, porque para levantarnos de las caídas es imprescindible recibir la
energía divina.
Antonieta B. de De
Hoyos 2/13/19
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