Para fortalecer la unión familiar.
Por
Antonieta B. de De Hoyos 2/ 3/18
Estamos más que convencidos
de que una sociedad, solo se fortalece cuando cuenta con el apoyo de las
familias, grupo que en la actualidad está siendo muy lastimado como
consecuencia de la ignorancia de la gente hacia las reglas de cortesía, que
ofrecen la forma correcta de comunicarse entre ellos. Cuando se logra una buena
comunicación en el hogar, se crea un sentimiento de respeto y confianza que une
a los que se aman.
Una buena comunicación entre
padres e hijos, esposos y demás familiares se aprende en casa, porque es parte
importante en la educación tradicional que recibimos de nuestros antepasados.
Desafortunadamente la tecnología y la globalización de las ideas, han dejado de
lado las buenas costumbres. Comunicarse ahora con calidad no es fácil, es
necesario poner más cuidado en la manera en que hablamos a los hijos y cómo
ellos responden a sus mayores.
Los noticieros, llenan
sus espacios con actos vandálicos, van
desde corrupción hasta golpizas, abusos y asesinatos dentro de los hogares.
Ingenuamente pensamos que se debe a la raquítica economía, al desempleo, a la
falta de oportunidades; lo cierto es que no queremos darnos cuenta, mucho menos
aceptar, que todo se debe a la deficiente educación que se imparte en casa.
Buscamos desesperados la presencia de un candidato a funcionario público que
ostente y practique valores morales y espirituales, para que reconstruya a la
sociedad ¿de dónde va a surgir ese ejemplar anhelado si su crianza ha sido
descuidada?
Urge aprender a hablar con
corrección, tratar hasta lo imposible de no proferir palabras ofensivas, mucho
menos obscenas, que violenten a la persona con la que se habla. Debemos ser
conscientes de la frecuencia con la que hacemos comparaciones para señalar
errores, porque es una actitud negativa que solo infunde inseguridad y baja
auto estima en los que nos escuchan; pudiera ser un niño, adolescente, joven,
adulto o persona de la tercera edad.
Necesitamos pensar bien lo
que vamos a decir antes de hablar, para no herir y conservar la paz. El
autoritarismo está obsoleto, todos
sabemos que los padres mandan y que los hijos obedecen, pero también de vez en
cuando, es saludable escuchar sus opiniones para involucrarlos, para hacerles
sentir que valen mucho para nosotros y aumentar su confianza en sí mismos.
Nadie dirá lo que piensa o siente si los padres no lo hacen primero, platica
con tus hijos de cómo te fue en tu trabajo, si eres ama de casa de cómo te fue
en tus tareas domésticas, a la vez que los invitas a narrar sus experiencias
escolares. Conversar es dar apoyo y el tiempo perfecto para aconsejar y guiar
con amor.
Comprender, no es solapar
errores, por el contrario es aleccionar para que no se tropiece con la misma
piedra. Se requiere mucho esfuerzo para hacer del hogar un espacio de felicidad,
por eso con sumo cuidado pasemos por el corazón cada palabra antes de decirla.