Por Antonieta B. de De Hoyos 1/6/18
Más allá del valor material, los
presentes entregados al niño Jesús englobaban conceptos y rituales como la
divinidad, la pureza o la mortalidad. Se acerca una de las fechas más deseadas
por los niños, el 6 de enero, día en que muchos pequeños brincan de la cama en
cuanto abren los ojos, para ver qué obsequios han dejado los Reyes Magos. Esta
celebración no pierde su esplendor con el paso de los años, a pesar de que su
origen y carácter es cristiano, ya que en el Día de Reyes se festeja la llegada
de visitantes con regalos a Jesús.
"Cuando Jesús nació en Belén de Judea
en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos diciendo:
“¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque hemos visto su
estrella en el oriente, y venimos a adorarle". San Mateo el Evangelista
continúa con su relato; "Al entrar en la casa, vieron al niño con su madre
María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron
presentes: oro, incienso y mirra". Pero, ¿por qué esos regalos? ¿Cuáles
son sus significados?
Oro: Baltasar entregó el preciado metal a
Jesús por ser considerado el “Rey de Reyes”, ya que el oro es un presente
regio, que se destinaba a monarcas y altos dignatarios, también simboliza la
pureza, ya que no se altera ni se corrompe.
Incienso: Gaspar lo obsequió al Mesías,
porque es el resultado de la suma de resinas aromáticas vegetales y aceites
esenciales, que al quemarse desprenden un humo perfumado. Solo por tratarse del
hijo de Dios, ya que a las divinidades se les rendía culto quemando incienso.
Simboliza el desarrollo de la conciencia y la purificación que va más allá de
los apetitos cotidianos.
Mirra: Melchor llevó una resina que segrega
un árbol que crece al noreste de África en Arabia y Turquía, es aromática y
contiene varias propiedades medicinales, aunque también se utilizaba como
ungüento para embalsamar a los muertos. Algunas hipótesis señalan su mortalidad
como hombre.
De cualquier forma, a mí me encantan las
tradiciones y mucho más si son cristianas, ojalá nunca las olvidemos, porque
aunque muchos no las acepten son estas las que elevan el espíritu y nos acercan
a la divinidad.
Lo trascendente, es narrarlas a los niños,
no nos limitemos a degustar la deliciosa rosca con chocolate, esperando
encontrarnos dentro al niñito. Los peques agradecen en esa fecha, dulces y
juguetes. Gocemos en familia esos instantes en los que la magia del relato, nos
conduce a ser mejores personas.
Oro, incienso y mirra. Pureza de corazón,
aroma de una vida cristiana y sabiduría; son los dones celestiales que
requerimos para no temer el paso a la eternidad.
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