¿Dónde está la felicidad?
Por Antonieta B. de De
Hoyos Enero 2/16.
En
cierta ocasión se reunieron todos los dioses y decidieron crear al hombre y a
la mujer; planearon hacerlos a su imagen y semejanza, entonces uno de ellos
dijo: "Esperen, si los vamos a hacer a nuestra imagen y semejanza, van a
tener un cuerpo, fuerza e inteligencia igual a la nuestra. Debemos pensar en
algo que los diferencie de nosotros, de no ser así, estaríamos creando nuevos
dioses. Debemos quitarles algo, pero, ¿Qué les quitamos?” Después de mucho pensar uno de ellos dijo:
"Ah!! Ya sé! Vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser
dónde esconderla para que no la encuentren". Uno propuso: "Vamos a
esconderla en la cima del monte más alto del mundo". “No, recuerda que les dimos fuerza, alguien subirá y la
encontrará y todos sabrán dónde está". Otro dijo: "Escondámosla en un
planeta lejano a la Tierra". "No, recuerda que les dimos inteligencia
y un día alguien construirá una nave, viajará a otros planetas y la
descubrirán, entonces todos tendrán felicidad y serán iguales a nosotros”. El
último de ellos, que había permanecido callado escuchando atentamente, dijo:
"Creo saber dónde ponerla para que nunca la encuentren"; todos
voltearon asombrados y preguntaron: ¿Dónde? "La esconderemos dentro de
ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la
encontrarán". Y desde entonces así ha sido, el hombre se pasa la vida
buscando la felicidad sin saber que la trae consigo.
Leí esta narración justo
cuando un año lleno de tribulaciones termina. De inmediato vinieron a mi mente,
las desilusiones que en los hogares y en la comunidad se están viviendo, por
creer que la felicidad se encuentra en lo que la comercialización ha decretado.
Lo cierto es que hoy, aunque gozamos de mayor comodidad y diversión, un buen
número de personas son desdichadas.
En este nuevo y triste estilo
de vida, los medios de comunicación tienen gran influencia, ya que con su constante incitación a los
placeres y al vertiginoso enriquecimiento, llevan a los televidentes,
radioescuchas y lectores a la desesperación; al grado de lograr que lo
trascendente quede olvidado. Ahora casi nadie es feliz con lo que tiene -así
sea más que suficiente-, ni se acepta como Dios lo creo, -de ahí el éxito de
los cirujanos plásticos-.
Es en esta búsqueda de la
felicidad, que la gente enloquece, se alcoholiza, se droga, se prostituye, se
involucra en negocios ilícitos, despilfarra su vida en casinos de juego, y
disfruta de viajes y lujos que jamás imaginó. ¡Qué importa si la familia se
desintegra, si una madre llora desconsolada, si en una de esas farras se pierde
la vida o se queda discapacitado: lo esencial es mostrar a los demás que somos
infinitamente felices.
Para nuestra desgracia
pecamos de ignorancia, desconocemos por completo que es en nuestro interior
donde habita, esa fuente de energía positiva que con amor llamamos Dios, y qué
para encontrar esa felicidad que anhelamos, basta con que nos demos un tiempo
de paz para meditar.