miércoles, 9 de diciembre de 2015

Adviento, tiempo de aprender a agradecer. 
Por Antonieta B. de De Hoyos                                 dic. 12/15
Ante tanto dolor e injustica en el mundo hablar de gratitud se dificulta, son esos momentos en los que parece imposible pensar en agradecer, sin embargo, haciendo un alto en nuestras prisas podremos darnos cuenta de que es precisamente en esos tiempos difíciles, es cuando saber agradecer se convierte en privilegio.
Es natural que nos sintamos desconsolados por los acontecimientos que a diario agobian a nuestra sociedad: abusos, perversiones, asesinatos, vicios, etc. y que ante tanta desgracia nos olvidemos de que tenemos muchas cosas por las que debemos agradecer, y que no lo hacemos por sentirnos culpables de llevar una vida agradable.
¿Cómo agradecer entonces después de leer y escuchar tantas malas noticias?¿Cómo presenciar tanto dolor y tristeza sin sentirnos beneficiados?
Si poseemos la capacidad de sentir ya somos afortunados, porque esa cualidad marca en la vida una gran diferencia, que con el paso del tiempo se convierte en bendición. Por eso si aprendemos a agradecer en los momentos duros, propios o ajenos, estaremos construyendo un puente que nos lleva de la desesperación a la fortaleza, del dolor al compromiso y lo más importante nos mantiene el corazón abierto cuando por miedo queremos cerrarlo. Siempre debemos ser agradecidos y si no sabemos cómo, hay que aprender a serlo.
Si la desgracia ajena nos conmueve, ¡felicidades! significa que estamos vivos. La empatía, el ponernos en los zapatos del otro, es una virtud que nos conecta con el prójimo. Para nuestro infortunio, diariamente tenemos acceso directo a las malas noticias a nivel local y mundial, lo bueno es que si al conocerlas nos indignamos quiere decir que estamos conscientes de que mucho de lo que sucede, es inaceptable y trágico.
Es ahí, cuando vemos tanto dolor, que tenemos que reconocer que somos afortunados, pero también que tenemos un compromiso ineludible con los demás. Agradezcamos cada bendición y don recibido, no nos avergoncemos de tenerlos porque son ellos los que nos dan la fuerza necesaria, para ayudar a nuestros semejantes en desgracia.
Usemos nuestros talentos: si tenemos dinero poco o mucho, debemos compartirlo dentro de lo posible; si tenemos un cuerpo sano que funciona, auxiliemos a otros; si tenemos educación y talentos, hay que considerarlos y valorarlos antes de ponerlos al servicio de otros. Cuando agradecemos y hacemos uso de nuestros dones, pasamos a formar parte de la familia humana, nos conectamos y vivimos el dolor y la belleza de la vida. Ser agradecido en momentos de sufrimiento propio o ajeno, es ser capaz de sentir el dolor, y actuar de inmediato con compromiso y responsabilidad.
Acaba de iniciar el Año de la Misericordia, el Papa Francisco ha dado instrucciones precisas, no perdamos el rumbo, obremos con rectitud y altruismo desde el hogar hacia la comunidad y el mundo, hagamos de la misericordia en el 2016 nuestra prioridad.

No hay comentarios: