sábado, 26 de diciembre de 2015

¿Dónde está la felicidad?
Por Antonieta B. de De Hoyos                Enero 2/16.
En cierta ocasión se reunieron todos los dioses y decidieron crear al hombre y a la mujer; planearon hacerlos a su imagen y semejanza, entonces uno de ellos dijo: "Esperen, si los vamos a hacer a nuestra imagen y semejanza, van a tener un cuerpo, fuerza e inteligencia igual a la nuestra. Debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, de no ser así, estaríamos creando nuevos dioses. Debemos quitarles algo, pero, ¿Qué les quitamos?”  Después de mucho pensar uno de ellos dijo: "Ah!! Ya sé! Vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser dónde esconderla para que no la encuentren". Uno propuso: "Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo". “No, recuerda  que les dimos fuerza, alguien subirá y la encontrará y todos sabrán dónde está". Otro dijo: "Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra". "No, recuerda que les dimos inteligencia y un día alguien construirá una nave, viajará a otros planetas y la descubrirán, entonces todos tendrán felicidad y serán iguales a nosotros”. El último de ellos, que había permanecido callado escuchando atentamente, dijo: "Creo saber dónde ponerla para que nunca la encuentren"; todos voltearon asombrados y preguntaron: ¿Dónde? "La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán". Y desde entonces así ha sido, el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo.
Leí esta narración justo cuando un año lleno de tribulaciones termina. De inmediato vinieron a mi mente, las desilusiones que en los hogares y en la comunidad se están viviendo, por creer que la felicidad se encuentra en lo que la comercialización ha decretado. Lo cierto es que hoy, aunque gozamos de mayor comodidad y diversión, un buen número de personas son desdichadas.
En este nuevo y triste estilo de vida, los medios de comunicación tienen gran influencia,  ya que con su constante incitación a los placeres y al vertiginoso enriquecimiento, llevan a los televidentes, radioescuchas y lectores a la desesperación; al grado de lograr que lo trascendente quede olvidado. Ahora casi nadie es feliz con lo que tiene -así sea más que suficiente-, ni se acepta como Dios lo creo, -de ahí el éxito de los cirujanos plásticos-.
Es en esta búsqueda de la felicidad, que la gente enloquece, se alcoholiza, se droga, se prostituye, se involucra en negocios ilícitos, despilfarra su vida en casinos de juego, y disfruta de viajes y lujos que jamás imaginó. ¡Qué importa si la familia se desintegra, si una madre llora desconsolada, si en una de esas farras se pierde la vida o se queda discapacitado: lo esencial es mostrar a los demás que somos infinitamente felices.

Para nuestra desgracia pecamos de ignorancia, desconocemos por completo que es en nuestro interior donde habita, esa fuente de energía positiva que con amor llamamos Dios, y qué para encontrar esa felicidad que anhelamos, basta con que nos demos un tiempo de paz para meditar. 

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