miércoles, 28 de febrero de 2018


La escuela del amor es la familia.
Por Antonieta B de Hoyos.                              3/3/18
   Las muertes estudiantiles y de adultos en Estados Unidos ya no tienen su origen en el narcotráfico ni terrorismo, ahora es el resultado de la permisividad en la compra de armas, y la indiferencia total ante el desequilibrio emocional y moral de sus habitantes. Si queremos que la armonía regrese a los hogares y a la sociedad, conviene atender algunas recomendaciones.
   Primero, reconocer que tenemos el privilegio de elegir entre felicidad y desdicha en cualquier momento y en cualquier lugar, lo único que necesitamos es seleccionar los sentimientos y pensamientos y optar por supuesto, siempre por los buenos ya que de ellos depende nuestra actitud hacia la vida.
   Ojalá y pudiéramos comprender que la  felicidad no depende de lo vivido, ni de lo que se posee, ni de lo que viajas y diviertes, sino de los momentos que te permites gozar por simples que parezcan. Lo esencial es aprender a amarse tal cual se és, con defectos y virtudes y amar de la misma forma a los demás. El mayor de los éxitos consiste en llegar a conocer y controlar nuestras reacciones, y comunicar a niños y jóvenes la técnica para alcanzar la plenitud como seres humanos.
   Apremia, que nos demos un tiempo para reflexionar sobre nuestra conducta, mirar hacia nuestro interior, cuando menos una vez al año, no está de más aprovechar la cuaresma.
   Soñemos, pero pongámosle fecha a ese sueño para hacerlo realidad; soñemos con el futuro de nuestra familia, de nuestros hijos y el propio. Descartemos el mal humor de nuestros días, porque una sonrisa eleva la autoestima y siembra esperanzas.
   Fuera resentimientos y odios que solo generan infelicidad y violencia dentro de los hogares, en las escuelas, instituciones y vía pública. Mejor perdonemos, olvidemos la ofensa, si es preciso pidamos perdón. Benéfica actitud que libera de innecesarios sufrimientos. 
   Practicar la caridad sin esperar nada a cambio, ayuda a que el cuerpo genere una singular energía positiva, que regresa a nosotros cada vez que lo hacemos y nos invita además a amar al prójimo. Hagamos de la familia el gran equipo del amor, caminemos juntos para conseguir cosas, eso da siempre buenos resultados porque el espíritu de manera natural se fortalece.
   Comprender y aceptar, es indispensable para lograr la armonía, las rudas imposiciones quedaron atrás. Protejamos a los hijos de los bruscos cambios de conducta y estilos de vida que ofrece la modernidad, mostremos la forma como se deben controlar las emociones. Y aunque no lo creas, la cuaresma tiene el poder de fortalecer la fe, de infundir esa confianza que ofrece la paz mental que libera el alma de dudas, de preocupaciones, ansiedades y miedos. 
¡Oremos por los jóvenes y con los jóvenes!

miércoles, 21 de febrero de 2018


¿Existe el purgatorio?
Por Antonieta B. de De Hoyos.                            Febrero 24/18
   De niña -gracias a mis clases  de  catecismo-, tuve un enorme temor al infierno y al purgatorio, pasados los años, la diaria rutina, mi labor como ama de casa y mis apostolados, borraron de mi cabeza tan terrible tormento.
   Fue hasta hace unos días, cuando una persona a mi lado mencionó la palabra purgatorio, que los recuerdos de mi niñez afloraron. Entonces, comprendí lo mucho que ignoraba respecto a los pasajes bíblicos, pero también vi con alegría como en las últimas décadas, la presencia de Dios en mi corazón se acrecentó. Y como la curiosidad femenina es ilimitada, pronto me vi frente a mi computadora investigando en el internet, si el temido purgatorio aún estaba en vigencia.
   Casi de inmediato encontré la información que requería, el Papa Benedicto XVI en su audiencia pública de los miércoles, en el Aula Pablo VI, manifestó ante nueve mil personas, que el purgatorio no es un lugar del espacio, del universo, “sino un fuego interior, que purifica el alma del pecado”. “El purgatorio no es un elemento de las entrañas de la Tierra, no es un fuego exterior, sino interno. Es el fuego que purifica las almas, en el camino de la plena unión con Dios”, es la “experiencia interior del hombre en su camino hacia la eternidad”; añadió que “el alma se presenta ante Dios aún ligada a los deseos y a la pena que derivan del pecado, y que eso le imposibilita gozar de la visión de Dios, que es el amor de Dios por los hombres el que la purifica de las escorias del pecado”. Invitó a los fieles a rezar por los difuntos para que puedan gozar de la visión de Dios y les exhortó a la caridad y a prestar una mayor atención hacia los pobres y más necesitados.
   El paraíso, el purgatorio y el infierno, han preocupado a lo largo de la historia tanto a los fieles como a los papas, por eso Benedicto XVI, el Papa teólogo, afirmó en 2007 que el infierno, “del que se habla poco en este tiempo, existe, y es eterno para los que cierran su corazón al amor de Dios”.
   Su antecesor, Juan Pablo II, coincidió con Ratzinger en que el purgatorio existe, y no es “un lugar” o “una prolongación de la situación terrenal” después de la muerte, sino “el camino hacia la plenitud a través de una purificación completa”. Y que tanto el paraíso como el infierno no son lugares físicos, sino estados del espíritu.
   Según Juan Pablo II, el purgatorio debe interpretarse correctamente y “más que un lugar, es la situación de quien se aparta de modo libre y definitivo de Dios”. Del paraíso, aseguró que existe, pero que no es “ni una abstracción ni un lugar físico entre las nubes, sino una relación viva y personal con Dios”.
   O sea, que si durante muestra vida terrena nos arrepentimos y nos reconciliamos con Dios, ¿ese estado del espíritu se anularía o sería muy breve?…pregunto yo.

jueves, 15 de febrero de 2018


Esta cuaresma ¿qué podemos hacer?
Por Antonieta B. de De hoyos                                      Feb. /17/18
   Nos inquieta la sociedad en la que hoy vivimos, porque somos testigos de la cantidad de acciones incorrectas que muchas personas están realizando, a veces son tan crudas estas escenas que parecen salidas de una novela de ficción. Es allí, cuando las circunstancias nos obligan a vivir lo amargo de la verdad, que buscamos desesperados el paliativo que nos ofrece la época cuaresmal, con el dulce remedio de la oración, la limosna y el ayuno.
   Y aunque acostumbro orar en mi casa y en el templo en la misa dominical, fue hasta hoy cuando leí el mensaje del Papa Francisco, que comprendí su magnitud. Es verdad que oramos con mayor vehemencia durante los días y las noches de cuaresma, y es esa humilde actitud, la que abre nuestro corazón y nos permite ver con claridad, las mentiras con las que nos engañamos para justificar nuestro exceso en los placeres mundanos y el dejar de manera consciente para el final, el consuelo en Dios.
   Dar limosna, disminuye la ambición y ayuda a descubrir, que el otro es mi hermano y que nunca lo que tenga, es sólo mío. La caridad, debe ser el estilo de vida que debemos practicar, incluso en nuestras relaciones cotidianas. Ante cada hermano que nos pide ayuda, tenemos que pensar que es una llamada de Dios para que seamos parte activa en su divina providencia, y si él hoy se sirve de mí, seguramente mañana me proveerá en mis necesidades.
   Cuando acostumbramos el ayuno, la violencia se debilita, quedamos listos para sentir en carne propia las necesidades de otros; además nuestro espíritu, se prepara para apreciar como nunca la bondad divina. Ayunar nos despierta, nos hace estar más dispuestos a servir y a obedecer con fidelidad a Dios.
   Ojalá que estos días de reflexión y recogimiento, muevan a la gente de buena voluntad a escuchar la voz de Dios. Desafortunadamente el sentido de humanidad se va perdiendo, la perversidad y la frialdad van en aumento, los corazones se paralizan y las buenas obras escasean. Llegó la hora de unirnos, para invocar juntos a Dios y mostrarnos como verdaderos adultos reconciliados con su fe.
   La semana pasada, durante la misa colaboré en la colecta, cada uno depositó lo que podía con alegría, hasta que llegué a una banca donde tres mujeres maduras, al pasar la canastilla me hicieron la seña de que no iban a dar.
   ¿Será posible que su sensibilidad femenina se haya adormecido, al grado de que no sientan en su corazón el deseo de dar? Dicen por ahí, “Has el bien sin saber a quién” en este caso, nuestra limosna. Aprovechemos la cuaresma para cambiar conductas, es la única manera de que en las familias y la sociedad, retornen la armonía.


martes, 6 de febrero de 2018


Nos convertimos en una sociedad “voyerista”.
Por Antonieta B. de De Hoyos.                                  1/10/18
   Primero es necesario saber lo que significa voyerismo, este es un vocablo francés, voyeur que se deriva del verbo voir (ver) con el sufijo -eur- y significa “el que ve”, en pocas palabras es el clásico mirón y entrometido, conducta inaceptable desde varios siglos atrás por nuestros antepasados, personas educadas con refinamiento sin importar su estrato social.
   Muchas de las chicas de mi generación, seguramente recuerdan las indicaciones de mamá, “no te asomes a ninguna ventana, ni mires por hendiduras o puertas semi-abiertas al transitar por la calle; no escuches detrás de la puerta ni mires por la cerradura” eran conductas estrictamente prohibidas. Pero, desde que se iniciaron las novelas en la  televisión esta cualidad fue en declive. Se volvió común el “voyerismo del telespectador” se despertó el placer por estar frente a imágenes o acontecimientos, relacionados con la intimidad de las personas o su desnudo, esto puede definirse a sí mismo como alguien que goza siendo testigo del sufrimiento o desgracia de otros.
   Antes, había que leer un libro para introducirse en la intimidad de los personajes que creaba el escritor, ahora los chismes del espectáculo cada tarde-noche traen hasta nuestra casa, los sentimientos más íntimos de cientos  de desconocidos que buscan sus cinco minutos de fama, al desnudar su alma.
   Lo cierto es que en la actualidad la gente ya no ve televisión, ahora son las redes sociales las que acaparan su atención, donde en pocos minutos se propagan videos que desprestigian a mujeres, políticos, deportistas, cantantes, e inclusive a la realeza.
   Los productores, continúan en la lucha por conseguir adeptos, por eso se han ido a los extremos, ya no son historias imaginadas por escritores, ahora fabrican series en las que los protagonistas sin importar rango, dejan al descubierto episodios de consumo de drogas y prostitución, que tuvieron que superar para alcanzar el éxito.
   En esas series, el morbo va en aumento, ahora es la vida real, con fechas y lugares. El voyerista actual esta sediento de sangre, lágrimas, inmoralidades; quiere gozar hasta el delirio los errores de otros, quizás para compararse y presumir que  él no se ha portado tan mal. Las escenas de sexo, son cada vez más explicitas a la par que los asesinatos, las traiciones, las venganzas, las infidelidades y demás acciones deplorables. Ya nada queda a la imaginación, porque el negocio es mostrar para que el espectador caiga en la trampa.
   Ahora algunos manifiestan sus inclinaciones o conductas incorrectas en las calles, y los medios se apresuran a trasmitirlas para engrandecer el morbo. Recuerdo aquel proverbio que decía, “Que nadie sepa lo que eres, lo que tienes, ni lo que sabes” imagino que para no ser víctima de escarnio. El respeto a la intimidad, a la vida privada, debe llevarnos a retomar la sana costumbre de guardar hasta la tumba, los secretos personales.