Esta cuaresma ¿qué podemos hacer?
Por Antonieta B. de De hoyos Feb.
/17/18
Nos inquieta la sociedad en
la que hoy vivimos, porque somos testigos de la cantidad de acciones
incorrectas que muchas personas están realizando, a veces son tan crudas estas
escenas que parecen salidas de una novela de ficción. Es allí, cuando las circunstancias
nos obligan a vivir lo amargo de la verdad, que buscamos desesperados el
paliativo que nos ofrece la época cuaresmal, con el dulce remedio de la
oración, la limosna y el ayuno.
Y aunque acostumbro orar en
mi casa y en el templo en la misa dominical, fue hasta hoy cuando leí el
mensaje del Papa Francisco, que comprendí su magnitud. Es verdad que oramos con
mayor vehemencia durante los días y las noches de cuaresma, y es esa humilde
actitud, la que abre nuestro corazón y nos permite ver con claridad, las
mentiras con las que nos engañamos para justificar nuestro exceso en los
placeres mundanos y el dejar de manera consciente para el final, el consuelo en
Dios.
Dar limosna, disminuye la
ambición y ayuda a descubrir, que el otro es mi hermano y que nunca lo que
tenga, es sólo mío. La caridad, debe ser el estilo de vida que debemos
practicar, incluso en nuestras relaciones cotidianas. Ante cada hermano que nos
pide ayuda, tenemos que pensar que es una llamada
de Dios para que seamos parte activa en su divina providencia, y si él hoy
se sirve de mí, seguramente mañana me proveerá en mis necesidades.
Cuando acostumbramos el
ayuno, la violencia se debilita, quedamos listos para sentir en carne propia
las necesidades de otros; además nuestro espíritu, se prepara para apreciar
como nunca la bondad divina. Ayunar nos despierta, nos hace estar más
dispuestos a servir y a obedecer con fidelidad a Dios.
Ojalá que estos días de
reflexión y recogimiento, muevan a la gente de buena voluntad a escuchar la voz
de Dios. Desafortunadamente el sentido de humanidad se va perdiendo, la
perversidad y la frialdad van en aumento, los corazones se paralizan y las
buenas obras escasean. Llegó la hora de unirnos, para invocar juntos a Dios y
mostrarnos como verdaderos adultos reconciliados con su fe.
La semana pasada, durante la
misa colaboré en la colecta, cada uno depositó lo que podía con alegría, hasta
que llegué a una banca donde tres mujeres maduras, al pasar la canastilla me
hicieron la seña de que no iban a dar.
¿Será posible que su
sensibilidad femenina se haya adormecido, al grado de que no sientan en su
corazón el deseo de dar? Dicen por ahí, “Has el bien sin saber a quién” en este
caso, nuestra limosna. Aprovechemos la cuaresma para cambiar conductas, es la
única manera de que en las familias y la sociedad, retornen la armonía.
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