Nos convertimos en una sociedad “voyerista”.
Por Antonieta B. de De Hoyos. 1/10/18
Primero es necesario saber lo
que significa voyerismo, este es un vocablo francés, voyeur que se deriva del verbo voir
(ver) con el sufijo -eur- y significa
“el que ve”, en pocas palabras es el clásico mirón y entrometido, conducta
inaceptable desde varios siglos atrás por nuestros antepasados, personas
educadas con refinamiento sin importar su estrato social.
Muchas de las chicas de mi
generación, seguramente recuerdan las indicaciones de mamá, “no te asomes a ninguna ventana, ni mires
por hendiduras o puertas semi-abiertas al transitar por la calle; no escuches
detrás de la puerta ni mires por la cerradura” eran conductas estrictamente
prohibidas. Pero, desde que se iniciaron las novelas en la televisión esta cualidad fue en declive. Se
volvió común el “voyerismo del telespectador” se despertó el placer por estar
frente a imágenes o acontecimientos, relacionados con la intimidad de las
personas o su desnudo, esto puede definirse a sí mismo como alguien que goza
siendo testigo del sufrimiento o desgracia de otros.
Antes, había que leer un
libro para introducirse en la intimidad de los personajes que creaba el escritor,
ahora los chismes del espectáculo cada tarde-noche traen hasta nuestra casa,
los sentimientos más íntimos de cientos
de desconocidos que buscan sus cinco minutos de fama, al desnudar su
alma.
Lo cierto es que en la
actualidad la gente ya no ve televisión, ahora son las redes sociales las que
acaparan su atención, donde en pocos minutos se propagan videos que
desprestigian a mujeres, políticos, deportistas, cantantes, e inclusive a la
realeza.
Los productores, continúan en
la lucha por conseguir adeptos, por eso se han ido a los extremos, ya no son
historias imaginadas por escritores, ahora fabrican series en las que los
protagonistas sin importar rango, dejan al descubierto episodios de consumo de
drogas y prostitución, que tuvieron que superar para alcanzar el éxito.
En esas series, el morbo va
en aumento, ahora es la vida real, con fechas y lugares. El voyerista actual
esta sediento de sangre, lágrimas, inmoralidades; quiere gozar hasta el delirio
los errores de otros, quizás para compararse y presumir que él no se ha portado tan mal. Las escenas de
sexo, son cada vez más explicitas a la par que los asesinatos, las traiciones,
las venganzas, las infidelidades y demás acciones deplorables. Ya nada queda a
la imaginación, porque el negocio es mostrar para que el espectador caiga en la
trampa.
Ahora algunos manifiestan sus
inclinaciones o conductas incorrectas en las calles, y los medios se apresuran
a trasmitirlas para engrandecer el morbo. Recuerdo aquel proverbio que decía,
“Que nadie sepa lo que eres, lo que tienes, ni lo que sabes” imagino que para
no ser víctima de escarnio. El respeto a la intimidad, a la vida privada, debe
llevarnos a retomar la sana costumbre de guardar hasta la tumba, los secretos
personales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario