La escuela del amor es la familia.
Por Antonieta B de Hoyos. 3/3/18
Las muertes estudiantiles y
de adultos en Estados Unidos ya no tienen su origen en el narcotráfico ni
terrorismo, ahora es el resultado de la permisividad en la compra de armas, y
la indiferencia total ante el desequilibrio emocional y moral de sus habitantes.
Si queremos que la armonía regrese a los hogares y a la sociedad, conviene
atender algunas recomendaciones.
Primero, reconocer que
tenemos el privilegio de elegir entre felicidad y desdicha en cualquier momento
y en cualquier lugar, lo único que necesitamos es seleccionar los sentimientos
y pensamientos y optar por supuesto, siempre por los buenos ya que de ellos
depende nuestra actitud hacia la vida.
Ojalá y pudiéramos comprender
que la felicidad no depende de lo
vivido, ni de lo que se posee, ni de lo que viajas y diviertes, sino de los
momentos que te permites gozar por simples que parezcan. Lo esencial es
aprender a amarse tal cual se és, con defectos y virtudes y amar de la misma
forma a los demás. El mayor de los éxitos consiste en llegar a conocer y
controlar nuestras reacciones, y comunicar a niños y jóvenes la técnica para
alcanzar la plenitud como seres humanos.
Apremia, que nos demos un
tiempo para reflexionar sobre nuestra conducta, mirar hacia nuestro interior,
cuando menos una vez al año, no está de más aprovechar la cuaresma.
Soñemos, pero pongámosle
fecha a ese sueño para hacerlo realidad; soñemos con el futuro de nuestra
familia, de nuestros hijos y el propio. Descartemos el mal humor de nuestros
días, porque una sonrisa eleva la autoestima y siembra esperanzas.
Fuera resentimientos y odios
que solo generan infelicidad y violencia dentro de los hogares, en las
escuelas, instituciones y vía pública. Mejor perdonemos, olvidemos la ofensa,
si es preciso pidamos perdón. Benéfica actitud que libera de innecesarios
sufrimientos.
Practicar la caridad sin
esperar nada a cambio, ayuda a que el cuerpo genere una singular energía
positiva, que regresa a nosotros cada vez que lo hacemos y nos invita además a
amar al prójimo. Hagamos de la familia el gran equipo del amor, caminemos
juntos para conseguir cosas, eso da siempre buenos resultados porque el
espíritu de manera natural se fortalece.
Comprender y aceptar, es
indispensable para lograr la armonía, las rudas imposiciones quedaron atrás.
Protejamos a los hijos de los bruscos cambios de conducta y estilos de vida que
ofrece la modernidad, mostremos la forma como se deben controlar las emociones.
Y aunque no lo creas, la cuaresma tiene el poder de fortalecer la fe, de infundir
esa confianza que ofrece la paz mental que libera el alma de dudas, de
preocupaciones, ansiedades y miedos.
¡Oremos por los jóvenes y con los jóvenes!
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