¿Existe el purgatorio?
Por Antonieta B. de De Hoyos. Febrero 24/18
De niña -gracias a mis
clases de catecismo-, tuve un enorme temor al infierno
y al purgatorio, pasados los años, la diaria rutina, mi labor como ama de casa
y mis apostolados, borraron de mi cabeza tan terrible tormento.
Fue hasta hace unos días, cuando
una persona a mi lado mencionó la palabra purgatorio, que los recuerdos de mi
niñez afloraron. Entonces, comprendí lo mucho que ignoraba respecto a los
pasajes bíblicos, pero también vi con alegría como en las últimas décadas, la
presencia de Dios en mi corazón se acrecentó. Y como la curiosidad femenina es
ilimitada, pronto me vi frente a mi computadora investigando en el internet, si
el temido purgatorio aún estaba en vigencia.
Casi de inmediato encontré la
información que requería, el Papa Benedicto XVI en su audiencia pública de los
miércoles, en el Aula Pablo VI, manifestó ante nueve mil personas, que el
purgatorio no es un lugar del espacio, del universo, “sino un fuego interior,
que purifica el alma del pecado”. “El purgatorio no es un elemento de las
entrañas de la Tierra, no es un fuego exterior, sino interno. Es el fuego que
purifica las almas, en el camino de la plena unión con Dios”, es la
“experiencia interior del hombre en su camino hacia la eternidad”; añadió que
“el alma se presenta ante Dios aún ligada a los deseos y a la pena que derivan
del pecado, y que eso le imposibilita gozar de la visión de Dios, que es el
amor de Dios por los hombres el que la purifica de las escorias del pecado”.
Invitó a los fieles a rezar por los difuntos para que puedan gozar de la visión
de Dios y les exhortó a la caridad y a prestar una mayor atención hacia los
pobres y más necesitados.
El paraíso, el purgatorio y
el infierno, han preocupado a lo largo de la historia tanto a los fieles como a
los papas, por eso Benedicto XVI, el Papa teólogo, afirmó en 2007 que el
infierno, “del que se habla poco en este tiempo, existe, y es eterno para los
que cierran su corazón al amor de Dios”.
Su antecesor, Juan Pablo II,
coincidió con Ratzinger en que el purgatorio existe, y no es “un lugar” o “una
prolongación de la situación terrenal” después de la muerte, sino “el camino
hacia la plenitud a través de una purificación completa”. Y que tanto el
paraíso como el infierno no son lugares físicos, sino estados del espíritu.
Según Juan Pablo II, el
purgatorio debe interpretarse correctamente y “más que un lugar, es la
situación de quien se aparta de modo libre y definitivo de Dios”. Del paraíso,
aseguró que existe, pero que no es “ni una abstracción ni un lugar físico entre
las nubes, sino una relación viva y personal con Dios”.
O sea, que si durante muestra
vida terrena nos arrepentimos y nos reconciliamos con Dios, ¿ese estado del
espíritu se anularía o sería muy breve?…pregunto yo.
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