Lo dice un maestro
hindú.
“Buscamos la felicidad
pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen
una”-Voltaire-
Dentro de todo lo que
he leído, esta vez me encontré un archivo en el que un maestro hindú recomienda
que para ser feliz solo se necesita cambiar conductas, noble propósito que la
mayoría de las veces es difícil de realizar.
De acuerdo con él conviene
comenzar el día queriéndonos, aceptando con gusto la felicidad que el mundo nos
ofrece, porque solo de esa manera reconocemos el verdadero valor de nuestra existencia. Lo primero es aprender
a vivir el amor propio en todo su esplendor, comenzando con el cuidado que debemos
dar a nuestra salud.
Nada de consejos solo
sugerencias. Retira de inmediato la comida chatarra y las bebidas alcohólicas, incluyendo
las que te ofrecen en las reuniones sociales. Después has costumbre una sesión
de treinta minutos diarios de ejercicio físico, actividad que estimula el metabolismo
y nos conserva sanos.
Algo que hacemos con frecuencia,
es dejar para después lo que teníamos planeado hoy, actitud que en no pocas
ocasiones nos lleva a la frustración y a la culpa.
También podríamos por
ejemplo, dejar un espacio de silencio para realizar un examen de conciencia
profundo, que nos ayude a alejar la envidia de nuestra mente. Nunca sabremos lo
que la gente lucha para conseguir lo que tiene, la mejor opción es ocuparnos de
lo nuestro.
El maestro asegura que
el rencor destruye por completo la paz interior y que a pesar de que algunas
ofensas hieren tanto que se quedan clavadas en el corazón, tratemos hasta lo
imposible de borrarlas porque si no lo hacemos, casi de inmediato se convierten
en esa detestable ira que paraliza. Seamos pacientes, la justicia siempre llega
por si sola.
Propone que por ningún
motivo, así estemos al borde de la quiebra debemos tomar lo ajeno, porque pudiera
ser que después cuando menos lo esperemos seamos despojados de cosas de mayor
valor. La falta de respeto a lo ajeno siempre conduce a la ruina personal o
colectiva.
Lo que de verdad urge
es educar en el respeto a la vida, grabar en la mente desde la infancia que
nadie tiene derecho a dañar a personas, animales, ni plantas, porque todo ser
vivo es valioso ante la mirada de Dios.
Nos recuerda que es de
persona fina agradecer cada día las bondades recibidas y decir gracias a quien en
su momento nos presta ayuda, eso nos hace humildes y generosos. Con este cambio
en nuestra conducta empezamos a gozar a plenitud la paz interior, a darnos
cuenta que no necesitamos tener cosas y poder para ser felices; en consecuencia
aceptamos con nobleza e inteligencia todo lo que la vida nos depare.
La muerte camina a
nuestro lado desde que nacemos, pero mientras no nos llame vivamos intensamente
cada minuto, sirviendo a Dios y a nuestros semejantes.
Antonieta B. de De
Hoyos 10/30/19