La etapa antes del
trofeo.
¡Claro que podemos
mantenernos joviales! lo único que necesitamos es convencernos de que poseemos el
más maravilloso de los privilegios que Dios otorga: el poder vivir un poco más
que otros. Lo triste es que se ha sobrevalorado tanto la juventud, que algunas
personas tienen pánico a envejecer.
La muerte prematura de
miles de adolescentes y jóvenes causada por accidentes, alcoholismo, drogas y
enfermedades de trasmisión sexual, entristecen el panorama.
La práctica del aborto
y el uso y abuso de métodos anticonceptivos disminuyen el número de nacimientos
y trae como consecuencia la desesperanza de contar con jóvenes que habiten el
planeta y acompañen a los viejos.
En la actualidad un alto porcentaje de los que
llegan a la edad adulta caen en depresión, porque se niegan a aceptar los
cambios biológicos, sociales y psicológicos que se presentan, se empeñan en
aparentar una edad que ya no tienen.
La ventaja de vivir más
tiempo es que tenemos la oportunidad de crecer en edad, sabiduría, elegancia y retomar
lo que en ocasiones olvidamos por las prisas y compromisos, el gozar a plenitud
nuestra amistad con Dios. Por supuesto que no es fácil aceptar el paso del
tiempo, se necesita carácter para disfrutar el presente y enfrentar el futuro sin
apasionamientos.
El pasado, pasado es,
lo mejor es esperar lo que venga pero ahora con la ventaja de la experiencia
adquirida. Siendo sinceros lo que en realidad nos atemoriza es lo que conlleva
el envejecimiento; torpeza en los movimientos, dependencia de otros, achaques,
medicamentos, miedo al abandono, a recibir malos tratos, a quedar en soledad.
Gracias a
Dios aún existen muchas cosas que podemos disfrutar, por ejemplo: dejar de discutir,
ser agradecidos, conservar las amistades más queridas, reír, escuchar buena
música, cantar, bailar, pintar, armar rompecabezas, leer poesía, disfrutar de
una buena charla. Los perfeccionismos debemos ponerlos en la basura y demostrar
cada vez que podamos que somos autosuficientes. Llegó el momento de reforzar la
mente y admitir con alegría los cambios. Superar las contrariedades, mirar
fotografías, llenarnos de suspiros, de buenos recuerdos y perdonarnos.
Los adultos mayores solo necesitamos una habitación
limpia, en orden e iluminada, además dejar de tomar en cuenta lo que diga la
sociedad. Es necesario alejarnos del aburrimiento porque la edad no define
quienes somos. El tiempo vuela y hay que vivirlo al máximo, adiós a los límites,
la naturaleza en su sabiduría nos prepara para el paso que vamos a dar.
Se vale
gozar de la irresponsabilidad y la libertad que la edad nos brinda. Hacer ejercicio
y nunca dejar de aprender. Si es posible comprar ropa bonita esa que no pasa de
moda, brillar con luz propia y ser muy pero muy felices.
Amemos la
sencillez y la familia, alejémonos de las relaciones que enferman pero sobre
todo, nunca nos olvidemos de Aquél que un día nos entregará la vida eterna como
trofeo.
Antonieta
B. de De Hoyos 10/16/19
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