jueves, 29 de agosto de 2013


La controversia de ser anciano.

Con motivo de celebrarse el día del anciano en varios países y en México, me di a la tarea de buscar información al respecto y me encontré con una polémica inesperada. Pues mientras la filosofía de la vida moderna exige a la persona: juventud, belleza, salud, bienestar físico y económico, competitividad, agresividad, saber médico, requisitos que obligan a tomar un nuevo rol y una imagen complicada, colocando a la ancianidad en el periodo más terrible de deterioro.

En esta sociedad del uso por el desuso nadie quiere envejecer, a pesar de saber que esta es una  etapa de la vida que tendremos que experimentar si así lo dispone Dios. He aquí la controversia: si nadie quiere llegar a viejo, ¿por qué la ciencia y los científicos perseveran tanto en encontrar la fórmula de la longevidad? El promedio de vida se ha incrementado notablemente, de cincuenta a setenta y cinco años, sin contar  los millones que logran subsistir pasados los noventas.

Pero entonces, ¿Cuál es el objetivo de alargar la existencia? Será para incrementar la venta de artículos y medicamentos, de tratamientos quirúrgicos, de lugares de retiro?

La geragogía es una nueva disciplina que prepara a la persona para envejecer con calidad, señalando las reglas que deben respetarse desde mucho antes que llegue el atardecer. El geragògo se ocupa de la higiene, fracturas de riesgo, alimentación, actividades físicas, pero sobre todo de fomentar propósitos de vida que permitan al adulto mayor, sentirse protagonista y no solo  espectador al final de su existencia.

El anciano saludable,  asume su pasado, su presente y su futuro, olvida los errores y goza de los buenos recuerdos, evangeliza su memoria. Deja de mirar con recelo el espejo, acepta sus arrugas y lleva con donaire su bastón o pasamanos, no teme a la muerte pues en este tiempo de espera, su corazón está más cerca de Dios.

La vejez no es una etapa vacía, es una época de austeridad, de heroísmo, de santidad, tiempo de hacer el bien; donde a pesar de la decadencia física el espíritu se mantiene firme, lo sobrenatural embellece sus días. Quien vive su ancianidad al máximo y se enorgullece de ello, evita parecer lo que ya no se es. Recibe como bienes divinos la sabiduría, la serenidad, la íntima seguridad, disfruta con enorme placer lo que la vida le ofrece.

Ningún bien nacido puede recordar a sus padres o parientes ya ancianos, sin conmoverse. Por eso cuando nos dejan sentimos una irreparable pérdida, la orfandad duele aunque los sepamos en el cielo. A veces demasiado tarde nos damos cuenta de que su presencia nos hacía mucho bien, que necesitamos sus bendiciones. Su rostro surcado por las arrugas de tantos sufrimientos, se convierte en la estrella que ilumina la noche de nuestra vida. Pero podemos aprender desde jóvenes, esas maravillosas lecciones que orientan hacia la verdad, la belleza y la bondad de Dios, y obtener esa riqueza de espíritu que no disminuye cuando el vigor de la carne muere.

Antonieta B. de De Hoyos.                   Agosto 7/13    

Lo saludable  de decir ¡no!

La vida moderna ha provocado en el ser humano una gran necesidad de ser aceptado, valorado y tomado en cuenta; obligándole muchas veces a aceptar lo inaceptable.      Fue durante los ochentas que se presentó un trascendente cambio en la educación de los hijos, alguien (?) decidió que la palabra no, era traumática, dando origen a una generación de padres de familia que tienen miedo a decir no a sus hijos, les tiembla la voz cuando tienen que poner límites y hasta se sienten culpables si lo hacen.

Por supuesto que dar respuestas negativas cuesta trabajo, sobre todo cuando nos empeñamos en caerle bien a todos siendo amables, tolerantes hasta la intolerancia, complacientes y extra serviciales.  Es necesario aprender a decir no, cuando queremos decir ¡no! sabiendo que la confianza se fortalece con el dialogo y la convivencia, no con falsos y riesgosos consentimientos.

Hemos olvidado que una de las formas de amar a los hijos es protegiéndolos y que eso solo se logra fijando límites en lo físico, emocional y ético, aclarando que los límites nunca coartan la libertad, por el contrario permiten elegir con mayor seguridad entre el bien y el mal, la verdad y la mentira, el amor y la hipocresía.

Las consecuencias de este drástico cambio están a la vista, hoy sobrevivimos en una sociedad permisiva que en su ignorancia, está condenando a niños, jóvenes y adultos a sufrir un dolor, una discapacidad o la muerte prematura, que se hubiese evitado con un rotundo no. Cada vez que decimos si, cuando quisiéramos decir no, morimos interiormente, es en este desequilibrio entre cuerpo y alma cuando enfermamos, cuando nos estresamos. Si por negarte pierdes una amistad o un cariño, no te preocupes piensa que no valían la pena.  

Muchos aseguran que el estrés no les afecta, hasta que acuden al médico con dolores musculares, de cuello, de cabeza, fuertes migrañas, alta presión, problemas de corazón, asma, diabetes, colitis, úlceras, intestino irritable, diarreas constantes o estreñimiento, todos provocados por la tensión nerviosa. Un buen número de científicos afirman que la ira, la ansiedad, la depresión y el estrés prolongado, debilitan al sistema inmunológico y permiten la entrada del cáncer en cualquiera de sus manifestaciones.

Entre prisas y compromisos nos llenamos de deudas, problemas familiares, divorcios, complicaciones con nuestra autoestima, tráfico agresivo, inseguridad, desempleo, miedo a la crítica y al rechazo, actitudes que debemos enfrentar y corregir lo más pronto posible para evitar caer en el estrés o la depresión.

Aprendamos a decir no cuando lo creamos justo y necesario, es la mejor manera de comprobar si somos amados por cómo somos y no por conveniencia. Dar a conocer  los puntos de vista, los deseos, como queremos ser y como queremos vivir no es egoísmo, es responsabilidad, honestidad, autoestima y madurez. Decir con amabilidad sí y con delicadeza no, trae a la persona  la paz que necesita para conservar su salud. 

Antonieta B. de De Hoyos                agosto 28/13      

 

viernes, 23 de agosto de 2013


¿Existe la manipulación mediática?

El prestigiado  estadounidense, lingüista, filósofo y activista Avram Noam Chomzky elaboró una lista que denominó “Diez estrategias de manipulación mediática”, después de observar detenidamente el cambio en el comportamiento ético que han venido sufriendo estas empresas,  mismas que a continuación mencionaré a grosso modo.

Primera estrategia: la “distracción” como control social, para desviar la atención de los problemas importantes a cambio de informaciones insignificantes. Segunda: “crear problemas y después ofrecer soluciones”, presentar una situación prevista para que provoque reacción en el público, y así parezca que la gente fue la que tomó la decisión. Tercera: “Gradualidad”, decir y hacer los cambios poco a poco, porque todos a la vez provocarían una revolución. Cuarta: “diferir”, presentar una medida inaceptable, como dolorosa y necesaria con un sacrificio a futuro. Quinta: “infantilismo”, dirigirse al público como si fueran personas de poca edad o con deficiencia mental. Sexta: “utilizar el aspecto emocional mucho más que la  reflexión”, para obstaculizar el pensamiento crítico de las masas. Séptima: “mantener al público en la ignorancia y mediocridad”, para que no comprenda las tecnologías y los métodos utilizados para su control. Octava: “Estimular al publico a ser complaciente con la mediocridad”, convencer que ser torpe, vulgar, inculto e inmoral está de moda. Novena: “Reforzar el sentimiento de culpa”, que la gente admita que por su poca inteligencia y su escasa capacidad vive en la desgracia. Décima: “Conocer a las personas mejor de lo que ellos mismos se conocen”, gracias a la ignorancia el público se convierte en presa fácil de los que más saben.

Al término de esta lectura, tuve que reconocer que estas estrategias si son utilizadas por un alto porcentaje de medios de comunicación en nuestro país y en otras partes del mundo, la esperanza se cifra en aquellos que aun fincan su labor en la ética profesional. 

Nada va a cambiar si nosotros no cambiamos y recuperamos el sentido común, si no despertamos del letargo y retomamos la intuición. Es necesario ejercitar nuestra inteligencia, volvernos más perspicaces y si fuera posible, más astutos que los zorros. Debemos estar alertas, repensar lo que vemos y oímos, desconfiar, investigar, sacar conclusiones, escuchar opiniones, poner atención a lo que nos dicen los viejos, cuya  sabiduría está probada por sus años vividos.

Los habitantes del planeta estamos pasando por fuertes crisis en nuestros valores y principios religiosos, en lo económico, lo laboral, lo emocional; en lo político, en el cambio climático que nos azota, en las relaciones interpersonales, en la vida diaria que hemos descuidado.

En el tercer milenio la tecnología saturó a la sociedad de distractores, exaltó el lujo y los placeres; indujo al  despilfarro de tiempo, al menosprecio de la capacidad intelectual  y al entorpecimiento de la misión terrena para la que fuimos creados.

Por Antonieta B. de De Hoyos                 agosto 21/13

lunes, 19 de agosto de 2013


Hay que aprender de nuevo a amar. 

Si puedo decirle a alguien te amo, debo poder decir: amo a todos en ti, a través de ti amo al mundo, en ti me amo también a mí mismo” (Erich Fromm) este pensamiento me recordó la palabra hindú namaste,  muy usada en yoga como saludo que significa: Dios en mi ve y honra al Dios en ti.- Lo divino en mi saluda a lo divino en ti.

Lo que me llevó a reflexionar sobre la manera como la sociedad actual se ha ido violentando, al proclamar un concepto equivocado del amor. Hace poco tiempo en una encuesta realizada, se pidió a cien personas de diferentes edades y de ambos sexos; dijeran tres palabras que se les vinieran a la mente al escuchar la palabra amor. La mayoría se refirió a la pareja, novio, esposo, sexo, hijos, enamorarse, pasión; solo un mínimo porcentaje mencionó el espíritu de servicio y la felicidad.

Es este pobre y limitado concepto del amor, lo que está destruyendo a nuestra sociedad: los ancianos sufren soledad, los menores abusos, los bebés no nacen, los principios y valores se relegan, la familia se desintegra alentada por los ya famosos divorcios exprés.  

“Sentir bonito, estar satisfecho”, nos lleva a considerar al amor como una cosa, un sentimiento incontrolado, emocionante, que aparece y desaparece por arte de magia. Es difícil amar por eso hay que aprender. Debemos revalorar la vida, la vida en familia, la amistad, el amor a Dios, a la patria a nuestros semejantes, ya que por ignorancia  muchos dedican toda su energía a acumular dinero, poder y casi nada a aprender amar. 

El alcohol, las drogas, el sexo, las neurosis, las aventuras fugaces, psicosis, masoquismo, sumisión o sadismo; llegan cuando no se vive el amor, sin pensar que muchos de los mencionados problemas se solucionan gracias al amor. En el matrimonio cuando las parejas se aceptan como son, (este es el secreto de los abuelos)  aprenden a amarse y permanecen juntos hasta la muerte.

Amar es una tarea extenuante, es darse, dar de lo que se es, dar tiempo, pertenencias, conocimientos, sabiduría. Cuando esto sucede, la persona se llena de gozo y como las buenas acciones se regresan, se produce el milagro de dar vida a otros. 

Al dar cambiamos la vida de otro y nos unimos al otro. Cuidando, protegiendo, respetando y conociendo, es como podremos disminuir tanta violencia social. Urge renovarnos a través de la educación en el amor. No es posible que en las calles muera física o espiritualmente tanta gente inocente por homicidio, accidentes, crímenes, abusos sexuales y más,  como si estuviéramos dentro de una guerra.

Evitemos ver y escuchar cosas que desaniman, necesitamos que las familias se integren de nuevo, encontrar predicadores que muevan al bien a la sociedad con su ejemplo virtuoso, esforzarnos por conservar el matrimonio, cuidar a los hijos, apoyar a la pareja, hacer felices a los ancianos. Todo esto lo lograremos aprendiendo de nuevo a amar como Dios nos lo pidió... “Ámense los unos a los otros como yo les he amado”.

Por Antonieta B. de De Hoyos                               agosto 14/13

martes, 6 de agosto de 2013

Cuando el trabajador obtienen crédito de INFONAVIT ...

MI CASA, MI PROBLEMA.
 Mi casa, tu ganancia
La demanda de viviendas propias en México y en el mundo se ha vuelto el negocio más rentable para los bancos y las compañías constructoras quienes han visto incrementadas sus ganancias con la venta de créditos hipotecarios a los trabajadores, principalmente, quienes buscan fincar un patrimonio con una propiedad que les asegure a largo plazo una vivienda digna.

La realidad ha sido otra. En Estados Unidos por ejemplo, uno de los factores de la recesión que viven es el vencimiento de las hipotecas y el consecuente decomiso de las viviendas por parte de los bancos; en Europa, principalmente en  España, cientos de trabajadores han sido arrojados a la calle porque al perder sus empleos, los bancos han embargados las casas sin miramiento alguno.
En México  la situación es diferente para los trabajadores, pero el negocio es el mismo. Cuando se creó el INFONAVIT en  1972, el Estado  aglutinó los distintos proyectos e instituciones destinadas a la construcción de viviendas y le da la facultad de avalar los créditos otorgados a los trabajadores, pero sin verificar que las casas cumplan con las normas de seguridad requeridas y mucho menos, que sean un proyecto de “vivienda digna”: “El pensamiento funcionalista llegó a reducir el concepto de “vivienda social” a “vivienda mínima”, y por lo tanto, a “vivienda barata”, lo cual implicó una reducción de la calidad del espacio y los materiales, bajando la calidad de las condiciones de habitabilidad.”( Mtro. Arq. Javier Sánchez Corral)

En este municipio, la regla se ha repetido hasta el cansancio. Del primer conjunto habitacional INFONAVIT Rio Grande donde se hacinaron familias con distintas costumbres y niveles educativos provocando el conflicto que se superó solo con el transcurso de los años, hasta los más recientes de Rio Escondido o la caótica Villas del Carmen, a las constructoras y a los bancos, lo que menos les interesa es la calidad del terreno, de los materiales  o el número de miembros que habitaran las casas.

La fuerte lluvia del pasado mes de julio volvió a poner en discusión las viviendas que los trabajadores tienen que pagar: permisos otorgados para construir en lechos de arroyos, deforestación para construir hospitales y escuelas y todos ellos  fueron, en su momento, autorizados por el Comité de Desarrollo Urbano presidido por el Presidente Vitalicio Elías Sergio Treviño, Ex presidente Municipal. Y avalados posteriormente por Obras Publicas del Municipio y el Presidente Municipal en turno.

El negocio es completo: las constructoras, muchas de ellas creadas con capitales formados a la sombra de la casta que gobierna el país, adquieren terrenos a los acaparadores de terrenos del municipio, evitan los estudios de impacto ambiental y ocultan la existencia de arroyos pluviales para vender casas de menos de 70 metros cuadrados a familias de, por lo menos 5 miembros, las que ““Si bien es cierto que satisficieron la necesidad de una gran cantidad de gente, también cabe mencionar que este tipo de vivienda presenta las dimensiones mínimas habitables y la gente utiliza gran parte de sus ingresos para transportarse a los centros de trabajo. La mayoría de estos conjuntos habitacionales carecen de comercio, educación, cultura, así como lugares de esparcimiento, por lo que se convierten en grandes dormitorios aislados de la ciudad.”

Elías Sergio Treviño declara que serán “más exigentes” con los requisitos para autorizar la apertura y construcción de nuevos fraccionamientos (sic) pero en ningún momento se habla de responsabilizar a las constructoras, sus prestanombres ni a quienes cobraron por cada permiso de reintegrar a los trabajadores su derecho a contar con una vivienda digna, de calidad y de tamaño suficiente para toda su familia.
Toda obra pública o privada paga permisos al municipio y en ningún momento la autoridad municipal ha ejercido el poder para evitar que se sigan achicando los causes de los arroyos ni ha prohibido  que se tapen  o que se construyan sobre ellos siendo responsables morales y éticos de los daños materiales que han provocado en la ciudad las lluvias como las del pasado mes de julio y que se repetirán por el cambio climática que el hombre ha provocado.

 Profra. Josefina Sanchez Ponce.

lunes, 5 de agosto de 2013


Piedras Negras, ciudad con presente…

El 14 de junio pasado, recibimos una lluvia torrencial que se prolongó por más de cinco horas, lo que trajo como consecuencia una inesperada inundación que afectó el patrimonio familiar de miles de residentes en diferentes zonas de la ciudad. El por qué de este desastre está a la vista: en primer lugar la atípica lluvia, después la obstrucción y desaparición de los cauces de los arroyos.

Han pasado más de siete semanas y los dirigentes de los distintos departamentos municipales, encargados de la recuperación y de la prevención de futuras contingencias, realizan su labor con la lentitud de una tortuga, no piensan que cada minuto que pasa vale oro, pues la naturaleza es caprichosa y sin previo aviso podría reservarnos otra experiencia quizás peor que la primera, incluso inundar zonas que antes estaban fuera de peligro  por la negligencia en el retiro de los escombros. 

Limpiar, ademar, reconstruir canales, romper barreras, reubicar, indemnizar a los que con o sin permiso de las autoridades construyeron sus casas sobre los lechos de los arroyos es preponderante. La desorganización en el desarrollo urbano, en el pasado y en el presente fue decisiva en la magnitud de esta contingencia.

Lo más saludable es aceptar que estamos viviendo un tiempo crucial, en el que la sociedad debe solidarizarse. Ya no se trata de dádivas gubernamentales sino de justicia social. Todos tenemos la obligación moral de hacer algo por nuestro entorno de acuerdo a nuestras posibilidades: el médico, el abogado, el arquitecto, el empresario, el maestro, el sacerdote, el millonario, el pobre, el jornalero, el ama de casa, adultos y jóvenes etc. debemos unirnos y luchar contra la ineficacia de los gobiernos actuales, en donde la corrupción está originando verdaderas tragedias.  

Aquel que tenga la influencia, el poder, los conocimientos, la profesión, la experiencia, debe unirse ¡por humanidad! a los comités de colonias damnificadas y ayudar a los desposeídos en su recuperación. No podemos permitir que los funcionarios públicos evadan sus responsabilidades. Por ello es necesario aprender a elegir con más cuidado a nuestros representantes. Un ciego por muy buenas intenciones que tenga, no puede guiar a su rebaño.

A mes y medio de lo sucedido, muchos de nuestros hermanos en desgracia sobreviven aun entre los escombros, maleza, basura, contaminación, alimañas. Aun esperan impacientes, que se hagan valer sus garantías individuales comprendidas en la Constitución. (empleo, vivienda, seguridad, educación y otras).

Piedras Negras no es una ciudad con futuro, es una ciudad con presente y este debe ser planeado con inteligencia, por gentes capaces no por improvisados. El cambio climático no es un juego y eso ha quedado comprobado, despertemos entonces y juntos preparémonos para superarlo. Caminemos con firmeza, sin egoísmos, porque lo que hagamos o dejemos de hacer hoy, indudablemente repercutirá en el futuro de los que más amamos…nuestros descendientes.

Antonieta B. de De Hoyos         julio31/13.