Lo
saludable de decir
¡no!
La
vida moderna ha provocado en el ser humano una gran necesidad de ser aceptado,
valorado y tomado en cuenta; obligándole muchas veces a aceptar lo
inaceptable. Fue durante los
ochentas que se presentó un trascendente cambio en la educación de los hijos,
alguien (?) decidió que la palabra no, era traumática, dando origen a una
generación de padres de familia que tienen miedo a decir no a sus hijos, les
tiembla la voz cuando tienen que poner límites y hasta se sienten culpables si
lo hacen.
Por
supuesto que dar respuestas negativas cuesta trabajo, sobre todo cuando nos
empeñamos en caerle bien a todos siendo amables, tolerantes hasta la
intolerancia, complacientes y extra serviciales. Es necesario aprender a decir no, cuando
queremos decir ¡no! sabiendo que la confianza se fortalece con el dialogo y la
convivencia, no con falsos y riesgosos consentimientos.
Hemos
olvidado que una de las formas de amar a los hijos es protegiéndolos y que eso
solo se logra fijando límites en lo físico, emocional y ético, aclarando que los
límites nunca coartan la libertad, por el contrario permiten elegir con mayor
seguridad entre el bien y el mal, la verdad y la mentira, el amor y la
hipocresía.
Las
consecuencias de este drástico cambio están a la vista, hoy sobrevivimos en una
sociedad permisiva que en su ignorancia, está condenando a niños, jóvenes y
adultos a sufrir un dolor, una discapacidad o la muerte prematura, que se
hubiese evitado con un rotundo no. Cada
vez que decimos si, cuando quisiéramos decir no, morimos interiormente, es en
este desequilibrio entre cuerpo y alma cuando enfermamos, cuando nos
estresamos. Si por negarte pierdes una amistad o un cariño, no te preocupes
piensa que no valían la pena.
Muchos
aseguran que el estrés no les afecta, hasta que acuden al médico con dolores
musculares, de cuello, de cabeza, fuertes migrañas, alta presión, problemas de
corazón, asma, diabetes, colitis, úlceras, intestino irritable, diarreas
constantes o estreñimiento, todos provocados por la tensión nerviosa. Un buen
número de científicos afirman que la ira, la ansiedad, la depresión y el estrés
prolongado, debilitan al sistema inmunológico y permiten la entrada del cáncer
en cualquiera de sus manifestaciones.
Entre
prisas y compromisos nos llenamos de deudas, problemas familiares, divorcios,
complicaciones con nuestra autoestima, tráfico agresivo, inseguridad,
desempleo, miedo a la crítica y al rechazo, actitudes que debemos enfrentar y
corregir lo más pronto posible para evitar caer en el estrés o la depresión.
Aprendamos
a decir no cuando lo creamos justo y necesario, es la mejor manera de comprobar
si somos amados por cómo somos y no por conveniencia. Dar a conocer los puntos de vista, los deseos, como queremos
ser y como queremos vivir no es egoísmo, es responsabilidad, honestidad,
autoestima y madurez. Decir con amabilidad sí y con delicadeza no, trae a la
persona la paz que necesita para
conservar su salud.
Antonieta
B. de De Hoyos agosto 28/13
No hay comentarios:
Publicar un comentario