jueves, 29 de agosto de 2013


Lo saludable  de decir ¡no!

La vida moderna ha provocado en el ser humano una gran necesidad de ser aceptado, valorado y tomado en cuenta; obligándole muchas veces a aceptar lo inaceptable.      Fue durante los ochentas que se presentó un trascendente cambio en la educación de los hijos, alguien (?) decidió que la palabra no, era traumática, dando origen a una generación de padres de familia que tienen miedo a decir no a sus hijos, les tiembla la voz cuando tienen que poner límites y hasta se sienten culpables si lo hacen.

Por supuesto que dar respuestas negativas cuesta trabajo, sobre todo cuando nos empeñamos en caerle bien a todos siendo amables, tolerantes hasta la intolerancia, complacientes y extra serviciales.  Es necesario aprender a decir no, cuando queremos decir ¡no! sabiendo que la confianza se fortalece con el dialogo y la convivencia, no con falsos y riesgosos consentimientos.

Hemos olvidado que una de las formas de amar a los hijos es protegiéndolos y que eso solo se logra fijando límites en lo físico, emocional y ético, aclarando que los límites nunca coartan la libertad, por el contrario permiten elegir con mayor seguridad entre el bien y el mal, la verdad y la mentira, el amor y la hipocresía.

Las consecuencias de este drástico cambio están a la vista, hoy sobrevivimos en una sociedad permisiva que en su ignorancia, está condenando a niños, jóvenes y adultos a sufrir un dolor, una discapacidad o la muerte prematura, que se hubiese evitado con un rotundo no. Cada vez que decimos si, cuando quisiéramos decir no, morimos interiormente, es en este desequilibrio entre cuerpo y alma cuando enfermamos, cuando nos estresamos. Si por negarte pierdes una amistad o un cariño, no te preocupes piensa que no valían la pena.  

Muchos aseguran que el estrés no les afecta, hasta que acuden al médico con dolores musculares, de cuello, de cabeza, fuertes migrañas, alta presión, problemas de corazón, asma, diabetes, colitis, úlceras, intestino irritable, diarreas constantes o estreñimiento, todos provocados por la tensión nerviosa. Un buen número de científicos afirman que la ira, la ansiedad, la depresión y el estrés prolongado, debilitan al sistema inmunológico y permiten la entrada del cáncer en cualquiera de sus manifestaciones.

Entre prisas y compromisos nos llenamos de deudas, problemas familiares, divorcios, complicaciones con nuestra autoestima, tráfico agresivo, inseguridad, desempleo, miedo a la crítica y al rechazo, actitudes que debemos enfrentar y corregir lo más pronto posible para evitar caer en el estrés o la depresión.

Aprendamos a decir no cuando lo creamos justo y necesario, es la mejor manera de comprobar si somos amados por cómo somos y no por conveniencia. Dar a conocer  los puntos de vista, los deseos, como queremos ser y como queremos vivir no es egoísmo, es responsabilidad, honestidad, autoestima y madurez. Decir con amabilidad sí y con delicadeza no, trae a la persona  la paz que necesita para conservar su salud. 

Antonieta B. de De Hoyos                agosto 28/13      

 

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