miércoles, 31 de enero de 2018

Para fortalecer la unión familiar.
Por Antonieta B. de De Hoyos       2/ 3/18

   Estamos más que convencidos de que una sociedad, solo se fortalece cuando cuenta con el apoyo de las familias, grupo que en la actualidad está siendo muy lastimado como consecuencia de la ignorancia de la gente hacia las reglas de cortesía, que ofrecen la forma correcta de comunicarse entre ellos. Cuando se logra una buena comunicación en el hogar, se crea un sentimiento de respeto y confianza que une a los que se aman.
   Una buena comunicación entre padres e hijos, esposos y demás familiares se aprende en casa, porque es parte importante en la educación tradicional que recibimos de nuestros antepasados. Desafortunadamente la tecnología y la globalización de las ideas, han dejado de lado las buenas costumbres. Comunicarse ahora con calidad no es fácil, es necesario poner más cuidado en la manera en que hablamos a los hijos y cómo ellos responden a sus mayores.
   Los noticieros, llenan sus  espacios con actos vandálicos, van desde corrupción hasta golpizas, abusos y asesinatos dentro de los hogares. Ingenuamente pensamos que se debe a la raquítica economía, al desempleo, a la falta de oportunidades; lo cierto es que no queremos darnos cuenta, mucho menos aceptar, que todo se debe a la deficiente educación que se imparte en casa. Buscamos desesperados la presencia de un candidato a funcionario público que ostente y practique valores morales y espirituales, para que reconstruya a la sociedad ¿de dónde va a surgir ese ejemplar anhelado si su crianza ha sido descuidada?
   Urge aprender a hablar con corrección, tratar hasta lo imposible de no proferir palabras ofensivas, mucho menos obscenas, que violenten a la persona con la que se habla. Debemos ser conscientes de la frecuencia con la que hacemos comparaciones para señalar errores, porque es una actitud negativa que solo infunde inseguridad y baja auto estima en los que nos escuchan; pudiera ser un niño, adolescente, joven, adulto o persona de la tercera edad.
   Necesitamos pensar bien lo que vamos a decir antes de hablar, para no herir y conservar la paz. El autoritarismo está  obsoleto, todos sabemos que los padres mandan y que los hijos obedecen, pero también de vez en cuando, es saludable escuchar sus opiniones para involucrarlos, para hacerles sentir que valen mucho para nosotros y aumentar su confianza en sí mismos. Nadie dirá lo que piensa o siente si los padres no lo hacen primero, platica con tus hijos de cómo te fue en tu trabajo, si eres ama de casa de cómo te fue en tus tareas domésticas, a la vez que los invitas a narrar sus experiencias escolares. Conversar es dar apoyo y el tiempo perfecto para aconsejar y guiar con amor.

   Comprender, no es solapar errores, por el contrario es aleccionar para que no se tropiece con la misma piedra. Se requiere mucho esfuerzo para hacer del hogar un espacio de felicidad, por eso con sumo cuidado pasemos por el corazón cada palabra antes de decirla.

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