La dificultad es la mejor manera de aprender.
Tenemos plena
conciencia de que la vida se inicia con una lucha y el mejor ejemplo es el
nacimiento de un bebé cuando se ve obligado, a abandonar la seguridad que
disfruta en el vientre materno para iniciar su propio destino.
Pero, ¿Por qué se
presentan estas dolorosas experiencias? Pues porque está escrito que es la
única manera en la que recibimos múltiples beneficios, por ejemplo: nuestro
carácter se moldea y el espíritu se fortalece, cualidades que nos hacen mejores
personas.
Imposible cerrar los
ojos y negarnos a la realidad, sabemos que
nuestra existencia está llena de dificultades y que si nos descuidamos, estas
contrariedades son capaces de paralizarnos
y hacer que todo a nuestro alrededor se oscurezca.
Es en ese trance que debemos
mirar hacia adelante y agradecer las bendiciones recibidas a la vez que luchamos
por olvidar los malos recuerdos. Nunca se debe huir de los problemas, mucho
menos acobardarse cuando están a punto de llegar. Aquí lo mejor es pedir a Dios
con fervor, que ilumine nuestra mente para superarlos.
Si estamos tan desesperados y creemos que hemos llegado
al límite, es indispensable armarse de paciencia porque es la llave de la
esperanza. El lado bueno que tienen las dificultades es que nos sacan de la
rutina, de la comodidad, del letargo, del ajetreo y de la frivolidad de la vida
moderna. Al aprovechar estas valiosas experiencias nos damos cuenta de lo que
significa adentrarse en la maravillosa dimensión espiritual, que es más
profunda y verdadera.
Cuando se siente el
poder de Dios, apreciamos la forma cómo nos saca adelante de situaciones verdaderamente
difíciles, en esos momentos nuestra fe se fortalece y nuestra esperanza se renueva.
Cada problema, revés,
castigo o dolor nos moldea para ser mejores, Dios siempre quiere que tengamos
una vida feliz y productiva, para que seamos ejemplo de la vida buena y de esa manera influir
en los demás.
Las dificultades
enriquecen nuestra vida personal, por eso no hay que tenerles miedo. Para todos los problemas sean
emocionales, profesionales o familiares siempre hay una solución.
Abrir la mente a otros
proyectos, salir a caminar, a tomar un café, disfrutar de un baño relajante,
leer un libro, ir al cine, jugar póker. Lo esencial es alejar los pensamientos negativos
para permitir que la mente funcione.
Es muy provechoso mirar
con atención toda clase de experiencias, buenas, malas, alegres o tristes,
porque ese es el mejor método para aprender y alcanzar la excelencia.
Antonieta B. de De
Hoyos 1/29/20
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