miércoles, 21 de noviembre de 2018


¿Quién es Don Juan?
Desde que empecé a escribir artículos para la prensa, acostumbré comprar el periódico cuando se publicara alguno de ellos, porque tengo como pasatiempo coleccionarlos en un block que contiene los plásticos suficientes para colocarlos dentro, con el fin de que no se maltraten.
Antes se publicaban los sábados, pero desde hace varios meses salen a la luz pública los  miércoles. De todos modos cuando quiero el periódico, siempre lo compro en la esquina de López Mateos y Periodistas, por quedar cerca de mi casa.   
Durante todos estos años he tenido la oportunidad de conocer diferentes voceros (as), ya que este es un crucero con bastante tráfico.  ¿Entonces quién es Don Juan?
Es un hombre sencillo, de baja estatura, pelo ralo y encanecido, de fisonomía agradable,  supongo que andará en los sesentas, aunque por su delgadez y prematuro envejecimiento su precaria economía queda de manifiesto.
¿Por qué lo describo a él en especial? Porque ha llamado mi atención su sin igual sonrisa y trato respetuoso, pero sobre todo su enorme entusiasmo con el que ve la vida y realiza su trabajo.
El verano pasado fue calcinante y para protegerse del sol de inmediato cubrió su cabeza con un ancho sombrero. Cuando le mencioné lo molesto del calor, recuerdo bien que sin dejar de sonreír me contestó: ¡No todos los días son malos!
No imagino que pasa por su mente pero su ánimo jamás decae, a veces lo veo correr hacia mi auto sin importarle la distancia, y cuando le menciono lo difícil que es andar de una esquina a otra, él me contesta: ¡El ejercicio es bueno para la salud!
Lo cierto es que en cada encuentro me asombra, con una invaluable gota de su entusiasmo, pero lo que sucedió en reciente ocasión, creo que fue lo máximo.  
Era muy temprano, hacia un viento helado acompañado de una pertinaz llovizna, desde lejos alcance a ver que se protegía con una chaqueta y una gorra y encima un impermeable con capucha.  Sus periódicos los traía en una bolsa de plástico grande. Bajé la ventanilla y al verlo realizar su trabajo bajo un clima tan agresivo, me compadecí de su situación y le dije que el clima estaba terrible, y saben lo que me contestó con su acostumbrada sonrisa, ¡Lo bueno es que no soy de azúcar!
Hace dos semanas se golpeó en un pie y faltó a su esquina por casi diez días, al no verlo pensé lo peor y sentí en mi corazón un ligero estremecimiento. Pero gracias a Dios ya está de regreso cojeando levemente, pero con la misma  energía.
Como me gustaría que muchos jóvenes le conocieran, su actitud positiva hacia la vida es ejemplar. Yo por lo pronto lo he agregado en mis oraciones al anochecer.
Antonieta B.  de  De Hoyos.                 11/ 21/18  

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