¿Quién es Don Juan?
Desde que empecé a
escribir artículos para la prensa, acostumbré comprar el periódico cuando se
publicara alguno de ellos, porque tengo como pasatiempo coleccionarlos en un
block que contiene los plásticos suficientes para colocarlos dentro, con el fin
de que no se maltraten.
Antes se publicaban los
sábados, pero desde hace varios meses salen a la luz pública los miércoles. De todos modos cuando quiero el
periódico, siempre lo compro en la esquina de López Mateos y Periodistas, por quedar
cerca de mi casa.
Durante todos estos
años he tenido la oportunidad de conocer diferentes voceros (as), ya que este
es un crucero con bastante tráfico. ¿Entonces
quién es Don Juan?
Es un hombre sencillo,
de baja estatura, pelo ralo y encanecido, de fisonomía agradable, supongo que andará en los sesentas, aunque
por su delgadez y prematuro envejecimiento su precaria economía queda de
manifiesto.
¿Por qué lo describo a
él en especial? Porque ha llamado mi atención su sin igual sonrisa y trato
respetuoso, pero sobre todo su enorme entusiasmo con el que ve la vida y realiza
su trabajo.
El verano pasado fue
calcinante y para protegerse del sol de inmediato cubrió su cabeza con un ancho
sombrero. Cuando le mencioné lo molesto del calor, recuerdo bien que sin dejar
de sonreír me contestó: ¡No todos los días son malos!
No imagino que pasa por
su mente pero su ánimo jamás decae, a veces lo veo correr hacia mi auto sin
importarle la distancia, y cuando le menciono lo difícil que es andar de una
esquina a otra, él me contesta: ¡El ejercicio es bueno para la salud!
Lo cierto es que en
cada encuentro me asombra, con una invaluable gota de su entusiasmo, pero lo que
sucedió en reciente ocasión, creo que fue lo máximo.
Era muy temprano, hacia
un viento helado acompañado de una pertinaz llovizna, desde lejos alcance a ver
que se protegía con una chaqueta y una gorra y encima un impermeable con
capucha. Sus periódicos los traía en una
bolsa de plástico grande. Bajé la ventanilla y al verlo realizar su trabajo bajo
un clima tan agresivo, me compadecí de su situación y le dije que el clima
estaba terrible, y saben lo que me contestó con su acostumbrada sonrisa, ¡Lo bueno
es que no soy de azúcar!
Hace dos semanas se
golpeó en un pie y faltó a su esquina por casi diez días, al no verlo pensé lo
peor y sentí en mi corazón un ligero estremecimiento. Pero gracias a Dios ya
está de regreso cojeando levemente, pero con la misma energía.
Como me gustaría que muchos
jóvenes le conocieran, su actitud positiva hacia la vida es ejemplar. Yo por lo
pronto lo he agregado en mis oraciones al anochecer.
Antonieta B. de De
Hoyos. 11/ 21/18
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