miércoles, 29 de octubre de 2014


“Lecciones espirituales para los jóvenes samuráis”.

En su obra literaria Yukio Mishima, escritor japonés reconocido como el más grande en ese país, tiene una pequeña joya que contiene cinco textos inéditos esenciales para entender la vida y el pensamiento del autor. Compendio en el que la belleza, la muerte, y el erotismo envuelven el secular código del honor.

Entre ellos destaca “Lecciones espirituales para los jóvenes samuráis”, es un ensayo extenso en el que subraya la necesidad de ciertos valores, para construir una ética valiente y comprender el mundo en que vivimos; el valor de la lealtad, el coraje, la educación y el respeto a los demás, el cuidado del cuerpo, el buen uso del placer o el pudor.

En su interior podemos encontrar frases como estas: “Las buenas maneras no presuponen la obediencia a la voluntad ajena. La belleza viril se ve exaltada justamente por el autocontrol y por la aceptación de las normas de comportamiento. Una promesa es un concepto vago hasta el momento en que entra en juego la lealtad. A veces, el ser humano encuentra más penoso divertirse que esforzarse. A menudo, el hecho de expresarnos en un tono leve revela nuestras intenciones más autenticas. Sin duda es mucho más fácil atacar que defenderse”. ¿Quieres tanto a la vida como para sacrificar la existencia del espíritu?

Mishima afirma que si un hombre busca su provecho sin importarle la desgracia ajena, no puede llamarse hombre de acción, lamentablemente en la actualidad, son estos vulgares despojos sociales los que reciben el apelativo de “hombres emprendedores”. Revueltos entre esta basura, los jóvenes se ven obligados a asistir a la decadencia y muerte del antiguo modelo de héroe, que ya exhala un miserable hedor. La juventud de hoy  observa con dolor y disgusto el vergonzoso espectáculo de los nuevos héroes.

La televisión, el cine y toda clase de pasatiempo, muestran a las nuevas generaciones de manera constante la corrupción, la vulgaridad, la concupiscencia y demás vicios como si fueran actitudes “normales o correctas”,  lo único que nos salva es que en el interior de cada uno de nosotros existe una voz que clama buscando el bien, es la conciencia moral, es la esencia divina con la que llegamos a este mundo y que las fuerzas del mal tratan de acallar con el ofrecimiento de una vida llena de comodidades. 

Todos somos buenos porque hemos sido creados por Dios, el peligro radica en la desinformación y la enorme promoción al uso de drogas y diferentes formas de practicar la sexualidad que enajenan e inducen a la perversión.

Mientras los padres de familia no exijamos a la Secretaría de Gobernación al mando de Miguel Ángel Osorio Chong, poner una alto a tanta depravación explicita en los medios de entretenimiento (?); la ausencia de Dios y de las buenas costumbres traerá como consecuencia la extinción de la sociedad.  

Por Antonieta B. de De Hoyos              1/ 11/14

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