miércoles, 5 de noviembre de 2014


¿Hasta dónde crees que llega tu fe?

Ayer me enteré que existe un lugar en la web denominado “Cuarenta días por la vida”, me llamó la atención y decidí investigar. Es una campaña que se inicia en España,  formada por grupos de voluntarios que se reúnen para orar, con el propósito de que se  termine la práctica del aborto. Ellos acuden a las clínicas abortivas y frente a sus puertas oran con veladoras encendidas, de no haber lo hacen dentro de las iglesias.  Esta semilla de fe, ayuno y oración ya ha sido sembrada en varios países en los diferentes continentes, sobre todo en aquellos donde las leyes lo permiten. 

¿Creemos los católicos en la oración? Jesús mío que dijiste: “En verdad les digo, pide y conseguirás, busca y encontrarás, llama y se te abrirá”. “En verdad les digo, todo aquello que pidas en mi nombre a mi Padre, Él te lo concederá”.

Desafortunadamente muchos dejamos la oración para después, para cuando tengamos un tiempo libre, lo malo es que siendo poco constantes queremos que se nos conceda de inmediato lo solicitado. Hoy estamos siendo llamados a rezar por esos niños y como verdaderos cristianos debemos unirnos a esa plegaria universal.

¿Cómo  mirarme al espejo cuando me he negado a participar? ¿Cómo entrar al templo y acercarme a comulgar, si he dicho no?  Es cierto que no tenemos tiempo, que nos faltan ganas, a lo mejor convicción, o estamos poco motivados y muy cansados, pero es esta indecisión lo que permite descubrir la firmeza de nuestra fe.

Lo más probable es que con un poco de esfuerzo, este otoño si pudiéramos colaborar  en esta campaña de “40 Días por la Vida”, quizás no frente a clínicas, ni dentro de una iglesia, pero si desde el hogar, agregando a nuestro rezo diario una oración por esta noble causa. Si nuestra fe es auténtica debemos valorar la vida, porque Jesús vino a traernos vida en abundancia.

Hace tiempo escribí un artículo, en el que mencionaba que detrás de un aborto siempre está la figura de una madre, en aquellos años ocultar la deshonra familiar era prioridad y la única salida era el aborto.

Ahora la responsabilidad materna es mayor, porque con sus compromisos laborales y sociales la madre ha descuidado por completo la educación de sus hijas, en las virtudes humanas y cristianas: fidelidad, lealtad, honorabilidad, decencia, pudor, castidad y temor de Dios, enviándolas desprotegidas a un mundo donde las tentaciones y los malos ejemplos abundan, actitudes modernas que van destruyendo el  cuerpo y el alma.

¡No más abortos! ¡No más asesinatos de criaturas indefensas dentro del vientre materno! Dejemos la doble moral y ataquemos de fondo la problemática. Niñas que han crecido en la oscuridad necesitan conocer y hacer uso de anticonceptivos con las consecuencias que conlleva; quizás al final tengan que dar cuentas al Creador de su irreflexiva conducta, pero ¡Jamás de un asesinato!

Por Antonieta B. de De Hoyos                         8/11/14

 

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