¿Hasta dónde crees que llega
tu fe?
Ayer me enteré que existe un
lugar en la web denominado “Cuarenta días por la vida”, me
llamó la atención y decidí investigar. Es una campaña que se inicia en
España, formada por grupos de
voluntarios que se reúnen para orar, con el propósito de que se termine la práctica del aborto. Ellos acuden
a las clínicas abortivas y frente a sus puertas oran con veladoras encendidas,
de no haber lo hacen dentro de las iglesias.
Esta semilla de fe, ayuno y oración ya ha sido sembrada en varios países
en los diferentes continentes, sobre todo en aquellos donde las leyes lo
permiten.
¿Creemos los católicos en la
oración? Jesús mío que dijiste: “En verdad les digo, pide y conseguirás, busca
y encontrarás, llama y se te abrirá”. “En verdad les digo, todo aquello que
pidas en mi nombre a mi Padre, Él te lo concederá”.
Desafortunadamente muchos
dejamos la oración para después, para cuando tengamos un tiempo libre, lo malo es
que siendo poco constantes queremos que se nos conceda de inmediato lo
solicitado. Hoy estamos siendo llamados a rezar por esos niños y como
verdaderos cristianos debemos unirnos a esa plegaria universal.
¿Cómo mirarme al espejo cuando me he negado a
participar? ¿Cómo entrar al templo y acercarme a comulgar, si he dicho no? Es cierto que no tenemos tiempo, que nos faltan
ganas, a lo mejor convicción, o estamos poco motivados y muy cansados, pero es
esta indecisión lo que permite descubrir la firmeza de nuestra fe.
Lo más probable es que con un
poco de esfuerzo, este otoño si pudiéramos colaborar en esta campaña de “40 Días por la Vida”,
quizás no frente a clínicas, ni dentro de una iglesia, pero si desde el hogar, agregando
a nuestro rezo diario una oración por esta noble causa. Si nuestra fe es
auténtica debemos valorar la vida, porque Jesús vino a traernos vida en
abundancia.
Hace tiempo escribí un
artículo, en el que mencionaba que detrás de un aborto siempre está la figura
de una madre, en aquellos años ocultar la deshonra familiar era prioridad y la
única salida era el aborto.
Ahora la responsabilidad
materna es mayor, porque con sus compromisos laborales y sociales la madre ha
descuidado por completo la educación de sus hijas, en las virtudes humanas y
cristianas: fidelidad, lealtad, honorabilidad, decencia, pudor, castidad y
temor de Dios, enviándolas desprotegidas a un mundo donde las tentaciones y los
malos ejemplos abundan, actitudes modernas que van destruyendo el cuerpo y el alma.
¡No más abortos! ¡No más
asesinatos de criaturas indefensas dentro del vientre materno! Dejemos la doble
moral y ataquemos de fondo la problemática. Niñas que han crecido en la
oscuridad necesitan conocer y hacer uso de anticonceptivos con las
consecuencias que conlleva; quizás al final tengan que dar cuentas al Creador de
su irreflexiva conducta, pero ¡Jamás de un asesinato!
Por Antonieta B. de De
Hoyos 8/11/14
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