¿BAILAMOS…?
Cuando se acostumbra
bailar, los huesos se conservan fuertes sobre todo en la etapa de la
menopausia, porque es un ejercicio que lubrica las articulaciones y evita el
desgaste de los cartílagos. Bailar es una de las actividades de mayor placer para
los seres humanos, desde tiempos remotos hasta la actualidad.
No es indispensable ser
un bailarín profesional para que la música contagie su alegría e invite a
moverse y lo mejor, es que puede hacerse solo, en pareja o en grupo.
Hoy el baile es considerado como una disciplina
deportiva, porque ayuda a mantenerse en forma tanto física como mental. Además es
una terapia que contrarresta los trastornos que afectan al organismo y a las
emociones.
Con la repetición de
movimientos como en la salsa o la cumbia se tonifican las piernas, en el
flamenco los muslos, glúteos y brazos.
Al bailar se estimula
la circulación sanguínea y la presión arterial se estabiliza, los niveles de colesterol bajan y el corazón
se protege. Mientras más rápido y alegre sea el ritmo se queman más calorías,
el cuerpo se adelgaza, la memoria se activa y por si fuera poco el riesgo del alzhéimer
se aleja.
La depresión, el estrés
y la ansiedad que tanto afectan la calidad de vida se reducen, porque bailar estimula
la segregación de serotonina y endorfinas, conocidas como las hormonas de la
felicidad.
El baile permite expresar
emociones, conecta el alma con el cuerpo, eleva la autoestima y da también la confianza
suficiente para hacer otras actividades sociales. Aprender a bailar o enseñar a
bailar, brinda una gran satisfacción.
Se recomienda que antes
de cada sesión, se realicen unos diez minutos de ejercicios de calentamiento y
estiramiento. La flexibilidad, la agilidad y la coordinación motriz que se
adquiere con estos movimientos rítmicos son básicos, ya que son habilidades benéficas
a la salud en general, pero de manera especial cuando la persona tiene probabilidades
de desarrollar la enfermedad de Parkinson o Artritis.
Cuando se disfruta del
baile la edad es lo que menos interesa, porque el organismo se llena de energía
positiva, aunque si soy franca, puedo asegurar que a veces esta música se goza
con mayor intensidad en la etapa de adulto mayor. Contemplar a un anciano (a)
bailando en la pista es formidable, revitaliza a los espectadores.
No dejemos pasar más
tiempo y comencemos a bailar en la cocina, en la sala, en la recámara, invitemos a las vecinas
a las amigas íntimas a disfrutar de unas bonitas tardeadas de baile, en lugar
de paralizarnos frente a una mesa llena de barajas o de deliciosa merienda sube
kilos.
¿Qué tal si nos
divertimos, convivimos, aprendemos y ejercitamos? Casi puedo escuchar las
carcajadas al bailar un cadencioso mambo, un arrebatado twist o rock, una agotadora
salsa, ¡todo se vale! Dicen que al bailar se crean sueños. Yo pienso que
después del baile, la vida retoma el verdadero gozo de antaño.
Antonieta B. de De
Hoyos. 8/8 / 18.
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