lunes, 23 de diciembre de 2019


“En medio de todo hay una esperanza”.
Las últimas décadas han sido de lo más difícil para las sociedades alrededor del mundo, la delincuencia y los hechos sangrientos proliferan, ya no queremos ver ni escuchar a los medios de comunicación porque sus malas noticias alteran el organismo.   
En tiempos pasados eran los ladrones, los narcos, los abusadores, los que rompían con sus malas acciones la tranquilidad en las calles. En la actualidad la maldad se ha colado hasta los hogares, centros de trabajo o de diversión. Nada detiene la ferocidad de los ataques, hombres, mujeres, niños, jóvenes, adultos y ancianos se convierten en víctimas; nadie está seguro ni permaneciendo en casa.  
Los asaltos a negocios y residencias de día y de noche aumentan como consecuencia de la crisis económica y la ambición desmedida. Pero hay algo que ninguna perversión ha podido destruir y esa es nuestra fe.   
Cada año que termina, millones de personas de acuerdo a la manera de vivir su doctrina, suplican  a Dios por la paz en el mundo y perciben en su corazón esa enorme esperanza de que el cambio para bien llegue pronto.
Lo verdaderamente admirable es la cantidad de personas que constantemente viajan a diferentes países, con el propósito de iniciarse o reafirmar a profundidad su espiritualidad. Ellos durante meses adquieren valiosos conocimientos en la fe, para después regresar a su comunidad y convertirse en inspiradores e instructores de la nueva humanidad.
Hoy aseguran que para retomar la paz social, es necesario que los ciudadanos exijamos a nuestros gobernantes una correcta impartición de justicia, al mismo tiempo que aprendemos a compartir de forma equitativa los recursos naturales entre los habitantes: alimentación, vivienda, acceso a la salud y educación, son derechos universales.
Otra prioridad y con carácter de urgente es la recuperación del medio ambiente, enorme  responsabilidad que recae en cada uno de nosotros, tarea que al cumplirla nos conducirá a una nueva era en nuestra civilización.
Compartir, hacer justicia, vivir en libertad y en paz, son valores que al practicarlos en la vida diaria contribuyen a disminuir la miseria y los actos delictivos.
En esta época navideña Dios está aquí para mostrarnos el camino a seguir, es por eso que ha trasmitido a miles de científicos, humanistas y religiosos su sabiduría. Su misión será guiarnos en medio de la oscuridad que atemoriza y llevarnos hacia esa luz de esperanza que resplandece.
Seamos mejores personas, busquemos la verdad, la belleza y el amor al prójimo, pero sobre todo roguemos porque pronto la sensatez y la oración, regresen a los hogares.  
Antonieta B. de De Hoyos                                                 1/25/19

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