“En medio de todo hay
una esperanza”.
Las últimas décadas han
sido de lo más difícil para las sociedades alrededor del mundo, la delincuencia
y los hechos sangrientos proliferan, ya no queremos ver ni escuchar a los
medios de comunicación porque sus malas noticias alteran el organismo.
En tiempos pasados eran
los ladrones, los narcos, los abusadores, los que rompían con sus malas acciones
la tranquilidad en las calles. En la actualidad la maldad se ha colado hasta los
hogares, centros de trabajo o de diversión. Nada detiene la ferocidad de los
ataques, hombres, mujeres, niños, jóvenes, adultos y ancianos se convierten en
víctimas; nadie está seguro ni permaneciendo en casa.
Los asaltos a negocios
y residencias de día y de noche aumentan como consecuencia de la crisis
económica y la ambición desmedida. Pero hay algo que ninguna perversión ha
podido destruir y esa es nuestra fe.
Cada año que termina, millones
de personas de acuerdo a la manera de vivir su doctrina, suplican a Dios por la paz en el mundo y perciben en su
corazón esa enorme esperanza de que el cambio para bien llegue pronto.
Lo verdaderamente
admirable es la cantidad de personas que constantemente viajan a diferentes
países, con el propósito de iniciarse o reafirmar a profundidad su
espiritualidad. Ellos durante meses adquieren valiosos conocimientos en la fe,
para después regresar a su comunidad y convertirse en inspiradores e
instructores de la nueva humanidad.
Hoy aseguran que para
retomar la paz social, es necesario que los ciudadanos exijamos a nuestros gobernantes
una correcta impartición de justicia, al mismo tiempo que aprendemos a
compartir de forma equitativa los recursos naturales entre los habitantes: alimentación,
vivienda, acceso a la salud y educación, son derechos universales.
Otra prioridad y con
carácter de urgente es la recuperación del medio ambiente, enorme responsabilidad que recae en cada uno de
nosotros, tarea que al cumplirla nos conducirá a una nueva era en nuestra civilización.
Compartir, hacer
justicia, vivir en libertad y en paz, son valores que al practicarlos en la
vida diaria contribuyen a disminuir la miseria y los actos delictivos.
En esta época navideña Dios
está aquí para mostrarnos el camino a seguir, es por eso que ha trasmitido a miles
de científicos, humanistas y religiosos su sabiduría. Su misión será guiarnos en
medio de la oscuridad que atemoriza y llevarnos hacia esa luz de esperanza que resplandece.
Seamos mejores
personas, busquemos la verdad, la belleza y el amor al prójimo, pero sobre todo
roguemos porque pronto la sensatez y la oración, regresen a los hogares.
Antonieta B. de De
Hoyos
1/25/19
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