miércoles, 4 de diciembre de 2019


En navidad dile adiós al rencor…
Perdonar es muy importante para las personas que deseamos vivir en  armonía, lástima que en el diario caminar nos encontremos con gente atrapada en culpas, pesares y a veces hasta sufriendo el peor de los rencores. Desafortunadamente muchos de ellos aunque lo desean no pueden olvidar el agravio debido a las ideas equivocadas que tienen acerca del perdón.   
Es cierto que la vida no es justa, que hay gente que lastima, que daña y no merece perdón, pero ese no debe ser motivo para que nosotros nos  condenemos a vivir en la amargura.
Sabemos muy bien que el rencor no es un sentimiento agradable, porque cada vez que recordamos lo que nos pasó volvemos a sufrir. Cuando lo pensamos reaparecen en la mente y en el corazón: la ira, la impotencia, la frustración, el dolor, la ansiedad… toda esa basura tóxica que deteriora la salud.
Hay muchos motivos por los cuales la persona debería olvidar, comenzando por reconocer que el perdón no es un asunto de emociones, tampoco se trata de obligarnos a sentir simpatía por quien nos agredió, mucho menos de buscar una disculpa a la ofensa recibida. Sabemos muy bien que nadie está obligado a confiar de nuevo en quien ni siquiera se arrepiente sinceramente. Como seres humanos es natural que la humillación perdure en nosotros por largo tiempo.   
Pero si somos creyentes, tenemos que recapacitar y aceptar que nuestro perdón jamás se igualará al que Dios tiene reservado para cada uno de sus hijos, este es un sentimiento que nace desde el fondo del corazón, tiempo perdido será perdonar por compromiso.
Jesús instituyó la misericordia para que de esa manera aprendiéramos a perdonar hasta setenta veces siete. Jamás por lástima siempre por amor. Por eso cuando nos decidimos a hacerlo, volvemos a ser libres para vivir a plenitud.  
En verdad es increíble la forma en que este cambio de actitud muy personal, transforma por completo la existencia, de inmediato se recupera la salud física, mental y espiritual. La alegría regresa, el rostro se ilumina con una sonrisa y la amargura se va para siempre.  Evitemos herir y que nos hieran, alejemos los rencores y comencemos a disfrutar a partir de esta navidad, esa vida excepcional a la que tenemos derecho.  
 Antonieta B. de De Hoyos                                     12/4/19

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