jueves, 19 de septiembre de 2019


El secreto de la felicidad.
Los seres humanos malgastamos nuestra existencia buscando la felicidad en las cosas y en los placeres mundanos, sin darnos cuenta de que la podemos obtener fácilmente, siguiendo estos cuatro pasos.  
El primer paso es la responsabilidad.- Esto significa hacernos cargo de nuestra propia vida desde los primeros años, no importa si estamos solos o acompañados, es indispensable aceptar que es nuestra vida y que la vida de los demás, es de los demás.   No es correcto pensar que este sea un acto egoísta o despreciativo para con otros, es simplemente estar de acuerdo con el compromiso que tenemos con el cuidado de nuestra salud, física, mental y emocional, con el medio ambiente, con nuestros pensamientos, sentimientos y creencias, con nuestras preferencias, decisiones y consecuencias.   
El segundo paso es la aceptación.- Es preciso reconocer que hay cosas que podemos cambiar, pero también otras que no, por eso para nuestra tranquilidad debemos practicar continuamente esta diferencia, ya que forma parte de la sabiduría o madurez que todos adquirimos con la edad, aunque  algunos no lo logran ni en su ancianidad. Lo que pasó, ¡ya pasó! no es bueno enfrentarnos a “razones o por qué”.
El tercer paso es la simplicidad.-La vida se nos complica cuanto más complicados somos nosotros y lo cierto es que al conducirnos de esta manera hacemos muchas cosas de las cuales más tarde nos arrepentimos. Es en estos momentos de dificultad cuando nos preguntamos: ¿Qué es lo que me hace falta para ser feliz? Para saberlo basta hacer una lista de lo que deseamos, (ojalá sea corta y con cosas que no son indispensables). Sabemos por experiencia que lo mejor llega después por añadidura. Si logramos convencernos de que sin eso somos felices, habremos roto el terrible yugo que nos impide gozar de la verdadera libertad.    
El cuarto paso es la conciencia.- Aquí empezamos a “darnos cuenta de”. Observamos, aprendemos, comprendemos y actuamos cada vez con mayor sabiduría, empezamos a entender que más, no significa ser mejor ni es una necesidad, aunque puede ser una posibilidad que podemos disfrutar. Ejercitando la conciencia elegimos con conocimiento y responsabilidad, a la vez que nos alejamos de batallas que no valen la pena. 
Ahora ya sabemos quiénes somos y cómo somos. Nos aceptamos y aceptamos el mundo en el que nos tocó vivir. Por supuesto que esto no significa permanecer estáticos, solo que ya decidiremos con conocimiento de causa, reconociendo que las cosas son de cierta manera y que nuestro corazón no tiene por qué afligirse.
No está de más aprender a manejar la respiración para iluminar nuestra conciencia y serenar el sistema nervioso y para lograrlo, bien  podemos echar mano de la meditación, el yoga y la oración.
Con responsabilidad, aceptación, simplicidad y conciencia, la felicidad está en nuestras  manos.
Antonieta B. de De Hoyos                           9/18/19

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