miércoles, 28 de septiembre de 2011

La parábola del trigo y la cizaña.

Ya han pasado muchos años desde que dejé de pensar que las cosas buenas o malas ocurren por suerte, la vida se ha encargado de demostrármelo. Por eso para mí, es un regalo excepcional el que ésta Cuaresma me haya sido permitido comunicar a través de la radio los ejercicios espirituales.

Oportunidad perfecta para conocer a conciencia mi doctrina y gozar de la pedagogía divina de las parábolas. En esta metáfora, la hierba da frutos en el campo al mismo tiempo que el enemigo a escondidas arroja entre el buen trigo la cizaña.

Esto se considera cómo cuando en nuestra alma crece el mal, sobre el bien y entre el bien, de ahí la recomendación de Cristo de estar atentos y vigilar que ese mal sembrado en nosotros se convierta en bien, ese bien que con tanto esfuerzo hemos realizado y queremos seguir realizando.

Pero ¿Cómo, cuándo y dónde crece la cizaña? Cuando oramos y decimos: te doy gracias Señor porque no soy como otros; cuando ayunamos, y lo proclamamos; cuando afirmamos que los dones que poseemos son nuestros y no venidos de Dios; cuando amamos y damos “bienes” que perjudican; cuando en el apostolado relegamos la oración y dejamos crecer la envidia dentro del mejor de los trigos; cuando no cumplimos con nuestros deberes y luego nos excedemos al reparar la falta; cuando la verdad y el bien se convierten en fanatismo; cuando los consagrados al bien piensan que lo bueno, solo lo hacen ellos. Cristo deja muy claro que el enemigo no duerme y que las personas bondadosas son las más tentadas por Satanás.

Cuando dudamos, cuando pensamos que nuestro sufrimiento no le importa a Dios, es porque estamos más atentos a la cizaña que a su voz. El pueblo de Dios ha caminado entre luces y sombras; en la historia de la Iglesia hay pasajes llenos de dificultades; caminamos por el mundo entre trigo y cizaña.

Pero la Iglesia no se detiene y a pesar de los ataques sigue defendiendo los fundamentos esenciales de la vida, la dignidad de la persona, el valor del matrimonio, la castidad y todas las virtudes humanas. La Iglesia sigue caminando bajo la Luz del Espíritu Santo y las enseñanzas de su Pastor, esta no es una religión para bautizados que hoy la toman y mañana dejan, es una respuesta de amor, de fe personal y del pueblo entero.

Jesús dice: “Que crezcan juntos el trigo y la cizaña, al final cortaremos la cizaña y la echaremos al fuego”. Pero hay que tener cuidado con las trampas, “yo voy a la iglesia cuando me nace”, “yo ya trabajé mucho para la iglesia ahora quiero divertirme”, “son otros tiempos”, “muchos lo hacen”, “los sacerdotes son mas pecadores”, “mi relación es con Dios, El y yo nadie más”.

Desafortunadamente por la mezcla de culturas como resultado de la globalización, hoy es más difícil distinguir la cizaña entre el buen trigo, por eso no debemos juzgar por la apariencia de mala persona ó, porque cometió una falta causada por su lentitud y limitaciones espirituales; pudiera ser que en ese corazón hubiera más trigo bueno que cizaña. Seamos iglesia con los que aceptan a Cristo en su vida y a los alejados que no le conocen, hablémosles de Él.

Antonieta B. de De Hoyos                        Marzo 21/09

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