miércoles, 28 de septiembre de 2011

Al Cristo…
Señor, entre las sombras voy sin tino;  la fe de mis mayores ya no vierte
Su apacible fulgor en el camino: mi espíritu está triste hasta la muerte.
Busco en vano una estrella que me alumbre, busco en vano un amor que me redima;
Mi divino ideal está en la cumbre, yo, ¡pobre de mí! yazgo en la sima...
La lira que me diste, entre las mofas de los mundanos vibra sin concierto;
¡Se pierden en la noche mis estrofas como el grito de Agar en el desierto!
Y paria de la dicha y solitario, siento hastío de todo cuanto existe...
Yo, Maestro, cual Tú subo al calvario,  y no tuve Tabor cual Tú tuviste.
Ten piedad de mi mal, dura es mi pena, numerosas las lides en que lucho;
Fija en mí tu mirada que serena, y dame, como un tiempo a Magdalena   la calma,  ¡Yo también he amado mucho!   
                                     Amado Nervo

A Jesús
¡Sí, te daré mi corazón! Lo llevo ardiendo en llamas de ambiciones puras,
y libre está de terrenas ligaduras, está otra vez recién nacido y nuevo.
Si tan sumiso hasta tus pies lo elevo, es para que lo salves de amarguras;
viene de transitar sendas oscuras y llevarlo sin ti ya no me atrevo.
Ábrele, pues, tus brazos como a un niño; guárdalo para ti, dale cariño,
y enseñándolo a orar hazlo sublime.
Y así, unidos los dos, vamos al mundo a mostrarle este amor grande y profundo a ver si se consuela o se redime.                         _Miguel Rash-Isla
CRISTO DEL CALVARIO
En esta tarde, Cristo del Calvario, vine a rogarte por mi carne enferma;
pero al verte, mis ojos van y vienen de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.
¿Cómo quejarme de mis pies cansados cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías, cuando las tuyas están llenas de heridas?
¿Cómo explicarte a ti mi soledad, cuando en la Cruz alzado y sólo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor, cuando tienes rasgado el corazón?
Ahora ya no me acuerdo de nada, huyeron de mí todas las dolencias.
El ímpetu del ruego que traía se me ahoga en la boca pedigüeña.
Y sólo pido, no pedirte nada, estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es sólo la llave santa de tu santa puerta.

¿QUÉ LLEVARÉ A LA CRUZ?
¿Qué cosas llevaré a la cruz de Cristo?:
¿Los ojos que resisten la pureza?
¿La tibia oposición ante el pecado?
¿La última soberbia de mi carne?
¿Mi lengua ingobernable y palabrera?
¿El peso de los bienes que me sobran,
o aquellos, --codiciados--, que me faltan?.
¿Qué cosas llevaré a la cruz de Cristo?
¿El goce de un rebelde vicio absurdo?
¿La vestimenta de la moda fatua?
¿La voz pagana de ese canto sucio?
¿Será el aburrimiento suicida?
¿Será el escándalo de aquél fracaso?
¿Será mi boca; mi cerebro; el sexo?
¿Qué cosa llevaré a la cruz de Cristo?:
Decido ir yo mismo con mi vida;
Con todo el vértigo de mi vergüenza,
Con mi renuncia sin vacilaciones
Para morir con Cristo en el Calvario.
¡Escojo al Vencedor resucitado!
¡Te escojo a Ti, Jesús, mi eterno amado!
Gabriela Mistral -  1889-1957
Estos poemas son para embellecer el blog y un obsequio para el alma de los lectores.

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