miércoles, 2 de agosto de 2017

Cuando estés triste.
Cuando estés triste.                                                                                  
Por Antonieta B. de De Hoyos                     julio/29 /17
     Los momentos difíciles parecen eternos, pero ¡no lo son! Sucede como cuando aparecen las tempestades llenas de descargas eléctricas que erizan la piel; lo bueno es que   solo   duran   unos   momentos,   si   acaso   horas,   en   ocasiones   hasta   provocan inundaciones, pero siempre después de esos oscuros nublados llega la luz, la calma, la armonía. Algunas veces estas tormentas destruyen parte de nuestro patrimonio, agotan nuestro ser, nos entristecen gravemente, pero siempre con lo que nos queda y con la fuerza de la fe,  nos recuperamos,  volvemos a  ponernos en  pie como las palmeras después de un huracán, que se doblan hasta tocar el suelo, pero no se quiebran.
   Alguien muy sabio dijo: “Nada es para siempre, todo pasa, y con fe se soluciona”. Por eso es imprescindible que nos demos tiempo para mirar atrás, solo así podremos ver las cosas peores que hemos pasado y logrado superar hasta el día de hoy, cuando nos sentimos muy felices. A veces es necesario tocar fondo para valorar nuestra existencia, para darnos cuenta de todo lo que poseíamos y perdimos; ésa es la mejor forma de madurar.
   Cuando estamos tristes, cuando nuestra tristeza es profunda, es conveniente hacer un espacio de silencio, detener el paso, mirar al cielo y fijarnos en su grandeza, para después pensar en que sí Dios logró semejante creación, como no imaginar todo lo que puede hacer por nosotros en nuestros pequeños problemas.
   Seamos optimistas como los atletas, los que aunque no consigan llegar en primer lugar no se detienen, siguen luchando hasta llegar a la meta, lo importante es llegar. Por favor jamás desistas de tus ideales, porque  ellos son el motor de tu vida.
   El pensamiento lo puede todo, por eso si creemos que podemos vencer, venceremos. ¿Quedarte parado a la mitad del camino? quizás por unos instantes, pero solo para tomar mayor impulso y continuar. Si un día nos sentimos tristes, pues lloremos, eso alivia el alma, aclara las ideas, si lo deseas ora un poco con esas palabras tiernas que salen del corazón, pero no permitas que la tristeza te domine.
   Jesús decía: ¡Alégrate, ten buen ánimo que yo estoy contigo¡ Si Él está con nosotros ¿por qué temer? Busquemos amigos pero no en cantidades sino en cualidades, esos que fortalezcan nuestro crecimiento personal y espiritual, si no sirven para eso, sácalos de tu camino, acuérdate, que las malas compañías corrompen las buenas costumbres. Sueña mucho, ilusiónate con tus sueños, porque en esos sueños Dios, nos muestra su infinito poder y  los hace realidad, fabrica tus metas y si es necesario rema contra corriente.

     Desafortunadamente te encontrarás con personas que te repetirán mil veces, que aquello que tanto anhelas no es para ti, pero no desistas, siempre confía en que vendrán tiempos mejores, porque ¡Dios está contigo!

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