Cuando estés triste.
Cuando
estés triste.
Por
Antonieta B. de De Hoyos
julio/29 /17
Los momentos difíciles parecen eternos,
pero ¡no lo son! Sucede como cuando aparecen las tempestades llenas de
descargas eléctricas que erizan la piel; lo bueno es que solo
duran unos momentos,
si acaso horas,
en ocasiones hasta
provocan inundaciones, pero siempre después de esos oscuros nublados
llega la luz, la calma, la armonía. Algunas veces estas tormentas destruyen
parte de nuestro patrimonio, agotan nuestro ser, nos entristecen gravemente,
pero siempre con lo que nos queda y con la fuerza de la fe, nos recuperamos, volvemos a
ponernos en pie como las palmeras
después de un huracán, que se doblan hasta tocar el suelo, pero no se quiebran.
Alguien muy sabio dijo: “Nada es para siempre, todo pasa, y con fe se soluciona”. Por eso
es imprescindible que nos demos tiempo para mirar atrás, solo así podremos ver
las cosas peores que hemos pasado y logrado superar hasta el día de hoy, cuando
nos sentimos muy felices. A veces es necesario tocar fondo para valorar nuestra
existencia, para darnos cuenta de todo lo que poseíamos y perdimos; ésa es la
mejor forma de madurar.
Cuando estamos tristes, cuando nuestra
tristeza es profunda, es conveniente hacer un espacio de silencio, detener el
paso, mirar al cielo y fijarnos en su grandeza, para después pensar en que sí
Dios logró semejante creación, como no imaginar todo lo que puede hacer por
nosotros en nuestros pequeños problemas.
Seamos optimistas como los atletas, los que
aunque no consigan llegar en primer lugar no se detienen, siguen luchando hasta
llegar a la meta, lo importante es llegar. Por favor jamás desistas de tus
ideales, porque ellos son el motor de tu
vida.
El pensamiento lo puede todo, por eso si
creemos que podemos vencer, venceremos. ¿Quedarte parado a la mitad del camino?
quizás por unos instantes, pero solo para tomar mayor impulso y continuar. Si
un día nos sentimos tristes, pues lloremos, eso alivia el alma, aclara las
ideas, si lo deseas ora un poco con esas palabras tiernas que salen del
corazón, pero no permitas que la tristeza te domine.
Jesús decía: ¡Alégrate, ten buen ánimo que
yo estoy contigo¡ Si Él está con nosotros ¿por qué temer? Busquemos amigos pero
no en cantidades sino en cualidades, esos que fortalezcan nuestro crecimiento
personal y espiritual, si no sirven para eso, sácalos de tu camino, acuérdate,
que las malas compañías corrompen las buenas costumbres. Sueña mucho,
ilusiónate con tus sueños, porque en esos sueños Dios, nos muestra su infinito
poder y los hace realidad, fabrica tus metas
y si es necesario rema contra corriente.
Desafortunadamente te encontrarás con
personas que te repetirán mil veces, que aquello que tanto anhelas no es para
ti, pero no desistas, siempre confía en que vendrán tiempos mejores, porque ¡Dios
está contigo!
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