Sin salas de lectura,
la casa es la mejor opción.
Por Antonieta B. de De
Hoyos. Julio
22/17
Siempre lo ha sido,
pero en estas últimas décadas se ha convertido en algo vital, el fomentar el
hábito de la lectura en los hijos desde temprana edad; porque comprobado está
que, mejora su vocabulario, incrementa su inteligencia, su imaginación, le
ayuda a desenvolverse mejor, eleva la calidad en sus relaciones interpersonales
y en su diario vivir. Pero, ante la imposibilidad de instituir “Salas de Lectura” auspiciadas por los ayuntamientos, deberán
ser los propios padres de familia, los que se esfuercen por que sus hijos,
utilicen al máximo sus habilidades y desarrollen hábitos que les amplíen sus conocimientos
desde la casa.
En primer lugar, con la
lectura; el niño mejora su comunicación, enriquece su vocabulario, expresa con más
claridad sus sentimientos y estados de
ánimo, tiene intercambios culturales y logra un óptimo desenvolvimiento
en la escuela, en la casa o con sus amigos. La buena lectura aumenta su
capacidad de concentración, (lo que podría ayudar en la actualidad a
contrarrestar en algo, el tan mencionado déficit de atención). Leer con
frecuencia, facilita la
concentración en lo que se hace, además,
alerta el sentido común para que no sean fácilmente engañados.
Al fomentar este
hábito, se estimula su deseo de aprender algo nuevo, porque en cada libro
encuentra temas muy variados, que despiertan su curiosidad sobre el mundo que
le rodea. Por eso, es fundamental promoverlo desde la niñez. Sabemos muy bien
que “La palabra convence pero el ejemplo arrastra”, lo que significa que para iniciar a los niños
en este maravilloso hábito, somos los adultos los que debemos dar el primer
paso con el ejemplo; mostrarnos alegres e interesados en la lectura y en
compartir con gusto lo leído.
Lo principal es
iniciarlos antes de que aprendan a leer, acercándolos a los libros mientras les
narramos un cuento al anochecer o durante los fines de semana. Es fundamental hacerles
ver, que los libros contienen mensajes interesantes y que poco a poco, casi sin
sentirlo su cultura general se agranda. Una buena sugerencia, es adquirir
ejemplares con ilustraciones, historias cortas de aventuras infantiles, para
que los repase cuantas veces quiera y pueda jugar con ellos, pero sin
destruirlos.
Es preferible que los
primeros libros traigan imágenes grandes y pocas letras, ya después, según
vayan creciendo, las imágenes se achican y las palabras aumentan. Muy importante
es conocer lo que le gustaría leer. Podemos iniciar con diez minutos al día, tratando
de no volverla una obligación. Saber lo que leen resulta bastante positivo, porque
de ese modo se propicia una bonita conversación en familia.
Fomentar la lectura en
casa, exige tiempo y constancia, sobre todo mucha paciencia, lo bueno es que el
cambio en su conducta y en su desarrollo personal, se nota de inmediato.
Convéncelo de que el mejor compañero que puede tener en su vida…, ¡es un libro!
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