Espiritualidad, salud y
enfermedad en la navidad.
Leyendo varios artículos relacionados
con el estado de salud del ser humano y sus creencias mágicas y religiosas, me
enteré que desde tiempo inmemorial, se pensaba que las enfermedades eran
provocadas por las fuerzas del mal, y que estas podían postrar a la persona
hasta la muerte. Y fue precisamente la necesidad de contrarrestar al mal, por
lo que surgieron las danzas, sacrificios y celebraciones místicas.
Según los hebreos era el pecado, la mala
conducta lo que provocaba la enfermedad,
por eso Jesús en su predicación invitaba a la conversión y después de sanar a
algún enfermo decía: “Vete y no vuelvas a pecar”. En la actualidad le tenemos
miedo a la palabra pecado, preferimos llamarlo error, actitud comodina que
conduce a la indiferencia casi total, de todo lo que implique sacrificio en pro
de la salud, física, mental y espiritual.
Los modernos medios informativos
permiten recibir con mayor rapidez las
noticias, el más solicitado es el internet, el problema es que muchas de estas
noticias son tan desagradables, que a veces es preferirle no conocerlas, porque
son deprimentes y desgastan el alma. La nota de hoy, es la aparición de una
nueva droga que no solo embrutece, sino también carcome en menos de dos años el
organismo, desde la piel hasta los músculos y huesos. Esta malévola sustancia
es barata y contiene entre otras cosas gasolina, se llama “Krokodil”
Mi curiosidad me llevó a encontrar la
fotografía de una joven adicta a esta droga…! Dios mío! En todos los años que
el Creador me ha permitido vivir, nunca había visto algo semejante, salvo
cuando leí en mi juventud el pasaje
bíblico de los leprosos. No cabe duda que en este tercer milenio el demonio
alcanzó su meta: desalentar a la humanidad hasta llevarla a su autodestrucción.
Es cierto que hay ocasiones en que la
existencia se oscurece, cuando las malas amistades corrompen las buenas
costumbres, momentos difíciles en que solo la persona con una fe
inquebrantable, puede superar la desgracia, orientación que deben dar los
padres a sus hijos desde los primeros años.
Esta Nochebuena, unamos nuestras voces en una sola plegaria: “Que el
traficante y el adicto, Señor reconsideren su conducta y que nosotros dejemos
de ser pasivos, para que con amor cristiano, ayudemos a salvar lo que aún puede
ser rescatado”. Amén.
Antonieta B. de De Hoyos Dic. 21/13
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