Empieza la cuenta regresiva.
Por Antonieta B. de De Hoyos. Nov./5/17
Ya llegó noviembre y con el
empezamos a sentir la víspera
navideña, quizás algunos se distraigan
comprando regalos pero los más, experimentamos en nuestro corazón la nostalgia
por el año que se va, y el agradecimiento eterno por todos aquellos que hemos
tenido el privilegio de verlo pasar.
El domingo, fui a la misa que
acostumbro, muy temprano a las ocho, fue una fría mañana y la iglesia estaba
aún sin calefacción, por eso entre temblores repentinos y disimulados bostezos,
intenté comprender el mensaje del Evangelio. El sacerdote fue muy claro en su
sermón, nos dijo que para ser un buen cristiano había que prestar atención a
los siguientes mandamientos:
El primero lo encontramos en
el Antiguo Testamento “Amarás a Dios por sobre todas las cosas”.
Lo que significa tener siempre en cuenta la presencia divina en nuestro diario
vivir: acercándonos a los sacramentos, rezar, acudir al templo, a misa los
domingos etc.
La siguiente sentencia la pronunció Jesucristo al recomendarnos “Amarás
a tu prójimo como a ti mismo” aquí se nos indica que debemos a como dé
lugar, aunque nos cueste mucho sacrificio, evitar los malos pensamientos y las
malas acciones, con las que podríamos
perjudicar a nuestros semejantes.
Esta cristiana actitud, la
representó como una línea vertical, por donde suben al cielo nuestras
oraciones, después trazó una simulada línea horizontal donde toda aquella
devoción, debe transformarse en buenas obras hacia los demás.
De nada
servirá rezar y rezar, entrar de
rodillas al templo, dar cuantiosas limosnas, realizar bellísimos apostolados;
si dañamos, despojamos, maltratamos, ofendemos, humillamos, y lo que es peor
somos completamente indiferentes a lo que sucede a nuestro derredor.
Decir: “soy así y así me he de morir” no va con ninguna doctrina, los
creyentes sabemos que a través de
las experiencias buenas o malas, vamos
moldeando nuestro carácter en busca de la perfección, lucha constante en contra
de lo que hoy la modernidad aconseja: diviértete no importa si en esa loca
carrera, dañas a los que más quieres.
Hace unos días, leí una nota
periodística por internet que informa de la cantidad de personas, desde
adolescentes hasta adultos mayores, que están muriendo en Estados Unidos por su
adicción a las drogas. Calculan más de 65 mil al año, (miles de familias rotas), saberlo me
conmocionó, imaginé la terrible soledad en la que viven, en el desamor familiar
y social, la frustración ante lo que no se puede tener, la pérdida total del
sentido de la vida, al alejarse de Dios. Desesperante situación que les conduce
a buscar la muerte como única solución.
En este ya próximo “Tiempo
de Adviento”, no estaría de más retomar la práctica de las virtudes en
hogares y lugares de trabajo, que tal si con esa actitud salvamos sin darnos
cuenta, a alguien víctima de la indiferencia que nos abruma.
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