miércoles, 22 de noviembre de 2017

“La compasión puede cambiar el mundo”.
    Por Antonieta B. de De Hoyos                     11/25/17
   Hay una cita  que dice “Evita privar a otros seres de la vida; evita matar; vive sin    violencia; suelta el cuchillo. Justo, lleno de misericordia, tiembla con compasión por todos los seres sensibles.”
   Encontré este artículo en internet y me pareció interesante e indispensable que más gente lo conociera, sobre todo en esta época, cuando las diferentes doctrinas religiosas invitan a los feligreses a practicar la misericordia, a renovar en su corazón el amor al prójimo. Hoy me referiré a los Monjes Budistas, personas a las que imaginamos entre nubes de incienso, sonriendo filosóficamente, imperturbables, meditando en la nada.
   Concepto equivocado por supuesto, ya que su vocación no es vivir en la indiferencia, sino “temblar con compasión por todos los seres sensibles”. Estos monjes cuando se presenta el sufrimiento ajeno, no se limitan a repetir palabras de consuelo, por el contrario se colocan con firmeza entre el victimario y su víctima y actúan.
   Lo que más tristeza me dio, fue enterarme de que no todos los abusos ocurren en la oscuridad, que la peor crueldad en estos tiempos modernos se encuentra en los pasillos iluminados de los supermercados, ahí donde compramos la carne de los animales, sus huevos, su leche, sus pieles, su lana, sus plumas, y su cuero. Lugares donde se  promueve la perversidad que esclaviza, tortura y degolla a millones de animales para satisfacernos.
   En pleno tercer milenio, nuestra personalidad está dividida, a veces sentimos sincera compasión por un perrito atropellado, un gatito abandonado, un ave lastimada, mientras olvidamos lo mucho que otros sufren. ¿Acaso la diferencia está en su inteligencia o, en el habla? ¿Será que los tontos, los mudos y discapacitados no mueven a la misericordia? Lo cierto es que todos los seres vivos sin excepción, somos dignos de compasión porque sufrimos, porque sentimos dolor.
   Limitar el sufrimiento, a ciertos ejemplares es egoísmo. En las sagradas escrituras de todas las doctrinas, está escrito que amemos y cuidemos de los seres vivos, llámese personas, animales o plantas.
   No se trata de juzgar ni recriminar, sino de sentir compasión por nuestros semejantes, humanos y no-humanos. Si no logramos disminuir la crueldad que algunos sufren, al menos no seamos parte de su sufrimiento al darnos un gusto, pagado con nuestro dinero y realizado con nuestro consentimiento.

   Jamás podremos proclamar compasión, mientras abusemos y degollemos animales, es tiempo de revisar los roperos, los refrigeradores, las alacenas, lo que comemos. Y aprender a no matar sin importar su tamaño, mucho menos alentar a otros para que lo hagan. Los Monjes Budistas oran porque en el mundo, la sabiduría y la compasión prevalezcan, pues quien no se compadece de ellos, debe considerársele depravado. 

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