Qué tal si hacemos
limpieza.…
Antonieta B. de De
Hoyos
nov/11/17
Me encantan los
meses de noviembre y diciembre aunque me
muera de frio, porque en estos días nublados y frescos hay algo en el ambiente
que los hace diferentes a los del resto del año. No creo que influya mucho en éste
estado de ánimo la edad, ya que en años anteriores a pesar de vivir la dorada
juventud, también percibí con denotada alegría esta experiencia, es una especie
de nostalgia por lo pasado, pero también la esperanza por lo que está por venir.
Pero no es el paso del
tiempo lo que me entristece, lo que si me aflige, es ver que algunas personas
en estos dos últimos meses del año, se limiten
a conseguir lo material; ropa, comida, bebidas, diversiones, grave influencia
para los menores que de esa manera crecen
ignorando lo verdadero, lo maravilloso y trascendente del espíritu navideño.
Me gusta vivir el Adviento, me apasionan los emotivos mensajes
que recibimos en esas cuatro semanas previas a la Nochebuena, días en los que apreciamos
con mayor intensidad la presencia divina, espacio en el que podemos reafirmar o
recordar por si las hemos olvidado, las virtudes sobrenaturales.
Digan lo que digan los
escépticos, fuimos creados por Dios y nuestro corazón no descansará hasta estar
con Él. Lo real es que no encuentro palabras para describir ese gozo excepcional
que me invade ahora, cuando oro durante estas noches especiales.
Qué tal si antes de que
llegue el invierno nos proponemos y hacemos una limpia en la casa, dicen por
ahí que no debemos almacenar cosas que ya no son de nuestra utilidad, que es
una obligación moral el compartirlas.
Hace unos días en el
supermercado, escuché a dos señoras decir que ya no les cabía su ropa y zapatos
en el armario, porque tienen la costumbre de comprar alguna prenda cada vez que
salen, su problema es no saber cómo acomodarán
la ropa de invierno.
Imagino que jamás pasó
por sus mentes que podrían donarlas, o de que alguien pudiera necesitar lo que ellas
almacenan, sobre todo en esta temporada de frio que se avecina. En esos
momentos recordé un viejo consejo: “No
almacenes cosas que ya no usas, deséchalas, pero antes dales las gracias por el
tiempo que te han servido, llévalas a los lugares en donde pueden seguir siendo
útiles, ten la seguridad de que alguien te lo agradecerá”.
En la actualidad la
pobreza extrema lastima al mundo entero, ayudemos lo más que podamos a los que
tenemos cerca y recordemos, que existen centros de acopio en las iglesias y
asociaciones civiles que recolectan. Lo apremiante es que no dejemos que el egoísmo y la frivolidad saturen nuestras
fiestas, a lo mejor no solucionamos
todos los problemas, pero seguro es, que con este acto de generosidad nuestra
alma se verá plenamente reconfortada y dispuesta a disfrutar el solemne momento
de la natividad.
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