jueves, 9 de noviembre de 2017

Qué tal si hacemos limpieza.…
Antonieta B. de De Hoyos                                  nov/11/17
Me encantan los meses  de noviembre y diciembre aunque me muera de frio, porque en estos días nublados y frescos hay algo en el ambiente que los hace diferentes a los del resto del año. No creo que influya mucho en éste estado de ánimo la edad, ya que en años anteriores a pesar de vivir la dorada juventud, también percibí con denotada alegría esta experiencia, es una especie de nostalgia por lo pasado, pero también la esperanza por lo que está por venir.
Pero no es el paso del tiempo lo que me entristece, lo que si me aflige, es ver que algunas personas en estos dos últimos meses  del año, se limiten a conseguir lo material; ropa, comida, bebidas, diversiones, grave influencia para los menores que de esa manera  crecen ignorando lo verdadero, lo maravilloso y trascendente del espíritu navideño. 
Me gusta vivir el Adviento, me apasionan los emotivos mensajes que recibimos en esas cuatro semanas previas a la Nochebuena, días en los que apreciamos con mayor intensidad la presencia divina, espacio en el que podemos reafirmar o recordar por si las hemos olvidado, las virtudes sobrenaturales.
Digan lo que digan los escépticos, fuimos creados por Dios y nuestro corazón no descansará hasta estar con Él. Lo real es que no encuentro palabras para describir ese gozo excepcional que me invade ahora, cuando oro durante estas noches especiales.     
Qué tal si antes de que llegue el invierno nos proponemos y hacemos una limpia en la casa, dicen por ahí que no debemos almacenar cosas que ya no son de nuestra utilidad, que es una obligación moral el compartirlas.
Hace unos días en el supermercado, escuché a dos señoras decir que ya no les cabía su ropa y zapatos en el armario, porque tienen la costumbre de comprar alguna prenda cada vez que salen,  su problema es no saber cómo acomodarán la ropa de invierno. 
Imagino que jamás pasó por sus mentes que podrían donarlas, o de que alguien pudiera necesitar lo que ellas almacenan, sobre todo en esta temporada de frio que se avecina. En esos momentos recordé un viejo consejo: “No almacenes cosas que ya no usas, deséchalas, pero antes dales las gracias por el tiempo que te han servido, llévalas a los lugares en donde pueden seguir siendo útiles, ten la seguridad de que alguien te lo agradecerá”.

En la actualidad la pobreza extrema lastima al mundo entero, ayudemos lo más que podamos a los que tenemos cerca y recordemos, que existen centros de acopio en las iglesias y asociaciones civiles que recolectan. Lo apremiante  es que no dejemos que  el egoísmo y la frivolidad saturen nuestras fiestas,  a lo mejor no solucionamos todos los problemas, pero seguro es, que con este acto de generosidad nuestra alma se verá plenamente reconfortada y dispuesta a disfrutar el solemne momento de la natividad.   

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