¡Dios SIEMPRE estará contigo!
Dios tiene una razón para permitir que las
cosas sucedan, lo más seguro es que nunca comprendamos su sabiduría, por eso
para seguir viviendo necesitamos confiar en su voluntad. Caer en la
preocupación nada cambia, confiar en Dios cambia todo.
Dicen por ahí, que deberíamos aprender desde
pequeños a observar a la naturaleza, y a mirar con detenimiento la manera como sobreviven
los animales, por ejemplo las aves. ¿Que hacen los pájaros, cuando algo
inesperado les desbarata el nido? ¿Cuándo después de varios días de prepararlo,
acarreando ramitas desde lejos, llega la tormenta y se los destruye? ¿O cuando
ya han terminado y está listo para poner dentro los huevecillos, llega alguna
fiera o un niño travieso y en un instante lo echan abajo? De repente todo lo
logrado con tanto esfuerzo ya no existe. ¿Qué hace el pájaro? Pues no se
asusta, ni se paraliza, ni abandona su tarea; comienza de nuevo, hasta que coloca
en el nido los pri- meros huevecillos y nacen sus crías.A veces, poco antes de
que nazcan los pichones al- guien vuelve a destruirlo, pero esta vez con su
preciado contenido.
Duele la pérdida, es un sufrimiento intenso,
pero lo aceptan y recomienzan porque la obra de la creación, como Dios lo ha
instituido no puede detenerse, hay que continuar, por eso el ave no enmudece, ni retrocede, canta
y construye, construye y canta.
Lo más seguro es que en el transcurso de
nuestra vida, casi todos nos hayamos encon- trado en la misma situación que las
aves. Momentos llenos de angustia en los que sentí- mos que se nos va la vida; perdimos
a algún miembro de la familia, el trabajo, un amigo nos traiciona. Es de verdad
desesperante, quisiéramos aventar la toalla, como los boxea- dores ante una
dura pelea, quisiéramos gritar ¡basta, no puedo más! Sentimos que ya
no vale la pena seguir viviendo.
Situaciones que vivimos todos, a veces de forma
leve, otras tan profundas que mori- mos en vida, nadie se escapa de ellas, unos
ahora, otros después, espacio en el que la confianza se defrauda, las metas se
tornan inalcanzables, las ilusiones se pulverizan jus- to a punto de
realizarlas.
Pero no hay que perder la calma, aunque la
vida golpee, no hay que desistir, tratemos de que la tristeza profunda no nos impida
avanzar, ¡oremos!, confiemos en Dios, con mayor fuerza en estos momentos
de rebeldía, en los que equivocadamente pensamos que de nada servirá. Porque es
ahí, en esos instantes de fe, cuando llega la iluminación divina y la fortaleza
que apremiamos. La fe y la esperanza, son las virtudes teologales que mantienen
en pie a millones de personas que sufren alrededor del mundo.
Quizás en alguna de estas batallas salgamos
bastante lastimados, entonces juntemos los
pedazos y con firmeza, a pesar de los pesares comencemos de nuevo, no hay nada que
dé más gozo, que poder llegar ante Dios con los ojos llorosos sí, pero con una
fe inquebrantable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario