martes, 14 de noviembre de 2017

 ¡Dios SIEMPRE estará contigo!
Por Antonieta B. de De Hoyos                                  nov/18/17
    Dios tiene una razón para permitir que las cosas sucedan, lo más seguro es que nunca comprendamos su sabiduría, por eso para seguir viviendo necesitamos confiar en su voluntad. Caer en la preocupación nada cambia, confiar en Dios cambia todo.
   Dicen por ahí, que deberíamos aprender desde pequeños a observar a la naturaleza, y a mirar con detenimiento la manera como sobreviven los animales, por ejemplo las aves. ¿Que hacen los pájaros, cuando algo inesperado les desbarata el nido? ¿Cuándo después de varios días de prepararlo, acarreando ramitas desde lejos, llega la tormenta y se los destruye? ¿O cuando ya han terminado y está listo para poner dentro los huevecillos, llega alguna fiera o un niño travieso y en un instante lo echan abajo? De repente todo lo logrado con tanto esfuerzo ya no existe. ¿Qué hace el pájaro? Pues no se asusta, ni se paraliza, ni abandona su tarea; comienza de nuevo, hasta que coloca en el nido los pri- meros huevecillos y nacen sus crías.A veces, poco antes de que nazcan los pichones al- guien vuelve a destruirlo, pero esta vez con su preciado contenido.
   Duele la pérdida, es un sufrimiento intenso, pero lo aceptan y recomienzan porque la obra de la creación, como Dios lo ha instituido no puede detenerse, hay que continuar,  por eso el ave no enmudece, ni retrocede, canta y construye, construye y canta.
   Lo más seguro es que en el transcurso de nuestra vida, casi todos nos hayamos encon- trado en la misma situación que las aves. Momentos llenos de angustia en los que sentí- mos que se nos va la vida; perdimos a algún miembro de la familia, el trabajo, un amigo nos traiciona. Es de verdad desesperante, quisiéramos aventar la toalla, como los boxea- dores ante una dura pelea, quisiéramos gritar ¡basta, no puedo más! Sentimos que ya no vale la pena seguir viviendo.
   Situaciones que vivimos todos, a veces de forma leve, otras tan profundas que mori- mos en vida, nadie se escapa de ellas, unos ahora, otros después, espacio en el que la confianza se defrauda, las metas se tornan inalcanzables, las ilusiones se pulverizan jus- to a punto de realizarlas.
   Pero no hay que perder la calma, aunque la vida golpee, no hay que desistir, tratemos de que la tristeza profunda no nos impida avanzar, ¡oremos!, confiemos en Dios, con mayor fuerza en estos momentos de rebeldía, en los que equivocadamente pensamos que de nada servirá. Porque es ahí, en esos instantes de fe, cuando llega la iluminación divina y la fortaleza que apremiamos. La fe y la esperanza, son las virtudes teologales que mantienen en pie a millones de personas que sufren alrededor del mundo.

   Quizás en alguna de estas batallas salgamos bastante lastimados, entonces juntemos  los pedazos y con firmeza, a pesar de los pesares comencemos de nuevo, no hay nada que dé más gozo, que poder llegar ante Dios con los ojos llorosos sí, pero con una fe inquebrantable. 

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