viernes, 5 de mayo de 2017

La sabiduría de mamá.
Por Antonieta B. de De Hoyos             5/6/17
Es tanta la información y desinformación que recibimos en la actualidad, que a veces tenemos la impresión de que no nos conocemos, por eso ingenuamente seguimos los reglas que otros indican, a pesar de que la mayoría de las veces no nos agraden y lo que es peor, no pasan ni 24 horas en que éstas ya han sido modificadas.
La cadena generacional soltó un eslabón, los jóvenes de pronto miraron con indiferencia la conducta de mamá, borraron la línea que separa el bien del mal, la novedad los deslumbró y nadie se dio cuenta de que eran manipulados por personas sin escrúpulos, a través de las redes sociales y los diferentes medios de comunicación. 
Ahora, después de casi cuatro décadas de desengaños, la generación femenina recién llegada aun no comprende lo que sucede; miran hacia atrás y contemplan asombradas la manera en que las mujeres de antaño organizaban su hogar, con pobreza quizás, pero con la honradez y la tranquilidad de conciencia, que le daba solidez a su matrimonio. Las jóvenes hoy quieren ser felices de verdad, no bajo la influencia de alcohol ni drogas, les urge disfrutar de la vida buena, pero saben que para lograrlo, necesitan retomar algunos de los viejos consejos de mamá, por ejemplo:
Descarta todo aquello que acarree tristeza, dolor, estrés y sufrimiento, a través de la oración, la reflexión, el perdonar  y perdonarte. Fortalece el espíritu lo suficiente como para ir al encuentro de los sueños, los tropiezos deberán ser guardarlos como valiosas experiencias, en el baúl de los  recuerdos.
Es indispensable quitar de la mente el controlar a los demás, aunque te mueva el noble deseo de que nadie fracase y no olvides que de los errores se aprende, por eso una buena madre sí conseja a sus hijos, pero luego los deja libres para elegir, a pesar del dolor que pudieran causarle. Por experiencia propia, sabemos que la fe alivia en la adversidad y que jamás debemos tomar como nuestras, las responsabilidades ajenas. 
Hay que dejar de lado la mala costumbre de imponer ideas, porque así solo se provocan resentimientos, es mejor dejar pasar para no dañar y convencerse de que discutir avejenta y altera el carácter, además, de que si estás en lo correcto, pronto se sabrá. Ya no se vale fingir para que otros te quieran, porque la autenticidad va en auge. Quéjate poco, de lo contrario te convertirás en una quejumbrosa condenada a la soledad.
Recuerda que todos en la familia merecen ser felices, y que para lograrlo deberás esforzarte en criticar menos y perdonar más. Urge aceptar el paso del tiempo con sus cambios y que tarde o temprano envejeceremos. Por eso del ayer, añora lo más bello y hoy, siéntete muy orgullosa de lo que estás viviendo. No te apegues a nada, todo es pasajero, solo el inmenso amor de Dios, es para siempre.
¡Feliz día de las madres!





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