¡La otra cartita navideña…!
Estamos en diciembre, a punto
de celebrar la Nochebuena y disfrutar los días de la navidad, tiempo en el que
los niños escriben emocionados su cartita a Santa Claus. En algunos hogares
conservadores donde la fe es más firme, los juguetes los trae el Niñito Jesús,
ya más al centro y sur del país esta hermosa tarea de regalar la llevan a cabo
los Tres Reyes magos: Melchor, Gaspar y Baltasar.
Esto no tendría nada de
extraordinario de no haber aparecido en el internet otra cartita, una en la que los niños hacen peticiones muy
especiales a sus padres. Con su lenguaje
espontáneo, sin ningún temor, revelan sentimientos y señalan los actos
incorrectos y dolorosos que hacen a diario, sin fijarse que lastiman su alma
infantil.
El divorcio, el abandono, las
uniones libres quebrantadas, padres y madres en soltería, niños creciendo bajo
la benevolencia de abuelos ya fatigados por la vida, no es lo que ellos
anhelaban. En esa carta los niños expresan su dolor, sus ansiedades, sus
miedos, su impotencia y frustración. Dicen que a todo se acostumbra uno, quizás
a lo bello y agradable, pero a la soledad, al maltrato, al abuso de autoridad,
al desamor, a la constante exposición a la violencia, ¡nadie! Es una triste
situación que a nivel mundial enfrentan los peques por su inferioridad, a pesar
de la vasta promoción de sus Derechos Humanos.
¿Que piden los niños en esa
cartita? Que mamá no salga tanto a la calle y se quede en casa, que papá les
escuche cuando llegue del trabajo, que iluminen juntos un dibujo, que les
cuenten cuentos, que canten y rían con ellos, que los abracen, que no anden con
tanta prisa y de malhumor, que sus enojos no terminen en majaderías y golpes;
pero sobre todas las cosas que papá y mamá se amen y permanezcan unidos.
Alguien por ahí dijo que
ahora cuidar niños es fácil porque están llenos de esa basura electrónica que
los paraliza; ya no corren, ni brincan, ni patinan, ni gritan, ni andan en
bicicleta, ahora permanecen recluidos como fieras invernando dentro de la cueva.
Desafortunadamente estas peticiones infantiles serán poco escuchadas, porque para los adultos es menos complicado
comprar juguetes.
Aprovechemos el espíritu
navideño para cambiar hábitos, sacrificar placeres, dejar las prisas de lado,
estar en calma con los hijos e iniciar una vida en armonía con el amor
cristiano. Esta cartita no exige dinero ni posición económica, solo pide un
corazón abonado por Jesús, que los motive a ofrecerles lo que necesitan para su
desarrollo integral como personas: confianza, afecto, ejemplos de honradez, un
hogar estable, paz y una vida espiritual que equilibre su humanidad.
Al elegir esta última
cartita, estaremos forjando una mejor sociedad y una excelente familia que nos
augura una buena vejez. Pero si además podemos agregar algunos regalitos, tenga
la seguridad que estas fiestas les serán inolvidables. Ojalá y todos tengamos
una bendecida Nochebuena y una venturosa navidad.
Antonieta B. de De Hoyos 20/12/14.
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