lunes, 8 de diciembre de 2014


…Dejar de sentir

Buscando algo que me motivara para escribir sobre la No violencia contra la mujer, me encontré el siguiente artículo que manifiesta la nobleza masculina de las mayorías, lástima que por razón de espacio debí  sintetizarlo.  

“Hay días que padezco una rara y oscura atrofia sentimental, ésa que parece afectar al menos en apariencia a muchos de los seres humanos que me rodean. Apenas siento, apenas me conmuevo, la sensación es terrible y puede llegar a atormentarme semanas y hasta meses. Por fortuna o por desgracia, mi trabajo subsana de manera involuntaria esta carencia de emociones y aunque en esto de la información uno corre el riesgo de insensibilizarse, de aburrirse hasta el hastío con las desgracias ajenas, en ocasiones las peores noticias son un resorte íntimo y poderoso que despabila nuestro desidioso espíritu.

¡Maldito cretino! -me dice el yo que llevo dentro-. ¿A qué viene esto? ¿De qué te lamentas?, ¿de no tener que llorar?, me pregunta mientras escribo o hablo, sobre el último caso conocido de violencia doméstica, del último macho enfurecido que la ha emprendido a machetazos, así, sin más, con la que consideraba la hembra de su propiedad. Ese macho que le ha lanzado algún ácido a la cara, o la ha estrangulado, o le  ha matado a sus hijos para vengarse, o le ha atormentado hasta la muerte sin piedad. Quién sabe qué razones alegarán estos asesinos para justificar su crimen ante sí mismos, ante la policía, ante la justicia y ante Dios.

Detrás de esas noticias hay situaciones y seres reales, mujeres que viven vidas así de desgraciadas. Me siento culpable por mi impotencia, a la vez que siento repugnancia por el agresor y muchísima compasión por ella y por todas las mujeres, que arrastran silenciosas los padecimientos de la violencia machista, pavoroso olvido social que las condena a la invalidez  o al féretro.

Cuando pienso en ellas, muy dentro de mi alma adormecida me siento afortunado por no ser uno de ellos, por haber sabido evitarlo, por haber recibido la educación oportuna para que la vileza jamás llegara a seducirme, -si es que alguna vez lo intentó-, como a muchos hombres. Cuando pienso en ellas, en esa legión de maltratadas, siento dicha por la mujer que duerme a mi lado, porque ella no sea una de las víctimas, me asusta pensar lo cerca que pudo estar de serlo alguna vez, al lado de otro hombre. A veces,  aunque sólo sea por un instante siento su inmenso dolor, momentos que consiguen conmoverme y ¡vuelvo a sentir!, aunque sea asco”.

El autor de este artículo es David Cantero, periodista y conductor junto a María Casado, del Telediario “Fin de Semana” de TVE. Televisión  española.

Luchemos por no dejar de sentir, que cada nota de violencia contra la mujer nos inspire para ser mejores personas, para esforzarnos en educar a los hijos en el amor cristiano, ese afecto que Dios desea que sintamos los unos por los otros.  

 Antonieta B. de De hoyos                          29/11/14

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