…Dejar de sentir
Buscando algo que me motivara
para escribir sobre la No violencia
contra la mujer, me encontré el siguiente artículo que manifiesta la
nobleza masculina de las mayorías, lástima que por razón de espacio debí sintetizarlo.
“Hay días que padezco una
rara y oscura atrofia sentimental, ésa que parece afectar al menos en
apariencia a muchos de los seres humanos que me rodean. Apenas siento, apenas
me conmuevo, la sensación es terrible y puede llegar a atormentarme semanas y
hasta meses. Por fortuna o por desgracia, mi trabajo subsana de manera
involuntaria esta carencia de emociones y aunque en esto de la información uno
corre el riesgo de insensibilizarse, de aburrirse hasta el hastío con las
desgracias ajenas, en ocasiones las peores noticias son un resorte íntimo y
poderoso que despabila nuestro desidioso espíritu.
¡Maldito cretino! -me dice el
yo que llevo dentro-. ¿A qué viene esto? ¿De qué te lamentas?, ¿de no tener que
llorar?, me pregunta mientras escribo o hablo, sobre el último caso conocido de
violencia doméstica, del último macho enfurecido que la ha emprendido a
machetazos, así, sin más, con la que consideraba la hembra de su propiedad. Ese
macho que le ha lanzado algún ácido a la cara, o la ha estrangulado, o le ha matado a sus hijos para vengarse, o le ha
atormentado hasta la muerte sin piedad. Quién sabe qué razones alegarán estos
asesinos para justificar su crimen ante sí mismos, ante la policía, ante la
justicia y ante Dios.
Detrás de esas noticias hay
situaciones y seres reales, mujeres que viven vidas así de desgraciadas. Me
siento culpable por mi impotencia, a la vez que siento repugnancia por el
agresor y muchísima compasión por ella y por todas las mujeres, que arrastran
silenciosas los padecimientos de la violencia machista, pavoroso olvido social que
las condena a la invalidez o al féretro.
Cuando pienso en ellas, muy
dentro de mi alma adormecida me siento afortunado por no ser uno de ellos, por
haber sabido evitarlo, por haber recibido la educación oportuna para que la
vileza jamás llegara a seducirme, -si es que alguna vez lo intentó-, como a
muchos hombres. Cuando pienso en ellas, en esa legión de maltratadas, siento
dicha por la mujer que duerme a mi lado, porque ella no sea una de las
víctimas, me asusta pensar lo cerca que pudo estar de serlo alguna vez, al lado
de otro hombre. A veces, aunque sólo sea
por un instante siento su inmenso dolor, momentos que consiguen conmoverme y ¡vuelvo
a sentir!, aunque sea asco”.
El autor de este artículo es
David Cantero, periodista y conductor junto a María Casado, del Telediario “Fin
de Semana” de TVE. Televisión española.
Luchemos por no dejar de sentir, que cada nota de violencia
contra la mujer nos inspire para ser mejores personas, para esforzarnos en
educar a los hijos en el amor cristiano, ese afecto que Dios desea que sintamos
los unos por los otros.
Antonieta B. de De hoyos 29/11/14
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