lunes, 27 de enero de 2014

En la linea de la impunidad

La importancia de tener “nombre y apellido” en México.
“¿Qué toca, qué retoca, qué trastoca
ese vacío de las manos
                              solas en su fatiga?”
Juan Gelman
¿Qué hacer cuando el dolor toca a la puerta? ¿Qué hacer cuando la violencia  invade el hogar? ¿Qué hacer cuando la desesperanza es  la que llenan el vacío que dejan  l@s desaparecido@s en la Patria?

15 años tardó la madre de Hester para acariciar el sueño de encontrar justicia en México por el asesinato de su hija en Ciudad Juárez; 7 años tardo la justicia para liberar a la indígena guerrerense Adriana  Manzanares después que sus abogados demostraron que durante su juicio se violentaron sus derechos;  Jacinta Francisco Marcial mujer indígena monolingüe fue condenada a 21 años de cárcel por el secuestro de SEIS miembros de la policía federal, salió libre después de estar en la cárcel 3 años y que  un grupo de Derechos Humanos demostró que había sido condenada sin ninguna prueba, en el 2011 una ama de casa fue condenada a 6 años de cárcel (está purgando en las Islas Marías) porque al comprar un cuaderno pagó con un billete falso, no contó con defensa durante su juicio, y sin embargo la ONU entrega la Suprema Corte de Justicia un reconocimiento en Derechos Humanos.

En México la violación a los derechos humanos es cosa de todos los días, pero cuando la violencia que la delincuencia llega a nuestros hogares el dolor se multiplica porque la corrupción y  la ineptitud de las autoridades nos lleva al silencio y a la oración. Las víctimas y sus familias temen hacer  denuncias, las pruebas muestran que el temor está fundado.

Solo el coraje y la ira son las armas de cientos de madres que siguen reclamando a las autoridades que encuentren a sus hij@s desaparecid@s, sacados en contra de su voluntad o con engaños del hogar, del trabajo, de la escuela.
Las desapariciones forzadas han sido cubiertas con el manto de la impotencia,
la desesperanza vive hoy en los hogares que siguen esperando a que regresen a casa y maquillan de “normalidad” la rutina diaria que sigue sumando los días de ausencia.
La voluntad y el coraje han llevado a la organización de mujeres que solas o en grupo han caminado, tocado puertas, han alzado la voz y exigen JUSTICIA.
Para l@s que no tenemos “nombre y apellido”, la justicia es un  lugar al que no se tiene acceso a menos que nos armemos con el coraje, la dignidad, la ira y, quizás, con un  poco de esperanza.

Esta patria chica no ha escapado a la impotencia ante la ineptitud de  quienes tienen en sus manos brindar seguridad a los habitantes: la policía y el ministerio público; en este pueblo fronterizo el asesinato de mujeres que debería ser tratado como feminicidios y no los como “crimines pasionales” que ha puesto en boga la Procuraduría de Justicia del  Estado exigen justicia.
He perdido ya la cuenta de mujeres anónimas que en más de 20 años han sido encontradas muertas en esta región. Para las que no tienen “nombre y apellido” la justicia tampoco existe.

El asesinato es ya de por sí, la exacerbación de la  violencia y cuando las  autoridades no cumplen con  proporcionar la paz de la justicia a las víctimas, la impunidad se transforma un otra manera de asesinar a la Nación.
El coraje, la dignidad, la ira, el amor debe ser contagiado a tod@s l@s mexicanos para  terminar de tajo con la corrupción que gestó la delincuencia que hoy nos hace vivir en el miedo, en el silencio, en la desconfianza.

Profra. Josefina Sánchez Ponce

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